Pseudoelecciones 2006

Un presidente ¡chiquititito!
ÉRASE que se era un día de agosto del 2006, cuando don Luis Carlos Ugalde, gerente del IFE y Leonel (pronúnciese Layonel) regalos Inc., le consiguieron a Felipillo una credencial de presidente.
Posteriormente, lo envolvieron en celofán, le pusieron un moñito azul (y el 28 de septiembre siguiente) lo enviaron a que presentara ante toda una nación, una profundísima "agenda nacional". Pero Felipe Calderón llegó desinflado, sin el "filling" de los días de la guerra sucia, cuando se regodeaba rompiéndole la "eme" a López Obrador. Ese día supimos que el nuevo presidente necesitaba urgentemente ¡un psicoterapeuta!
Alguien que le levantara el ánimo alicaído. A su milimétrica humanidad de apenas 1.57 metros, sumó una personalidad desgastada arrastrando los pies; se le notó aterrorizado; los trajes le queda(ba)n guangos y -en general- se le vio como pasmado, con cara de empachado y temeroso de salir a la calle ¿Le temería a los "huevazos"?
No hubo en su semblante aquella sonrisa burlona de la jornada de votación. Ahora su mirada era huidiza, sabedor que trae encima todas las broncas que cosechó de su campaña grosera; sabedor que carga con todas las chingaderas que los de la Coparmex y otras "asociaciones de empresarios" le enjaretaron en los "spots" para socavar la campaña andresmanuelista.
¿Puede un hombre así, sin liderazgo, sin estamina, sin ánimo, sin convicción, alejado de su partido, el PAN (estos son expertos guerra sucia y trampas pero no lo acompañan ahora), sin esa pasión por México que él alegaba y que ahora suena como un disco rayado? No creo. Ese es el problema de prefabricar un líder. Con Vicente Fox en cambio había esperanza en el 2000.
Con un Fox petimetre y mentiroso había algo que el mexicano quería hacer y que no era solamente sacar al PRI de los Pinos. Felipillo en cambio dio lástima el jueves 28 pasado cuando llegó a presentar su "agenda". En la calle no estuvo rodeado de un pueblo entusiasta sino del Estado Mayor Presidencial.
A Torreón fue a un evento de política con empresarios y salió en medio de tomatazos. En Monterrey asistió a la boda de una hija de su amigo Canales Clariond, protegido por soldados y la fuerza pública. Felipillo es como esos políticos ajenos a su patria y a su ciudadanía. Es un presidente hecho "a huevo" por el IFE y el TEPJF, pero sin alma. ¿Cómo podría soportar seis años si aún no ha tomado posesión y ya se le nota ojeroso, inseguro y balbuceante?
Felipe Calderón tiene que partir que enfrente de él existe un líder social de una envergadura mucho más allá de sus cálculos frívolos. Si no entiende que Andrés Manuel López Obrador es mucho más que un candidato perdedor, si no aprende a convivir con él como adversario, no podrá gobernar. AMLO es mucho más que un ex candidato derrotado con artimañas y trampas. Es -le guste o no- el que perdió a la mala pero conserva toda su fuerza moral y política.
El diálogo empezará cuando Calderón reconozca el peso específico de su adversario y también el liderazgo de su movimiento social, al cual tiene ya encima. Y mucho también le serviría amarrar a su perro, Manuel Espino, quien en lugar de acercarle al tabasqueño, con sus insultos, lo aleja de la ruta del diálogo. Mientras Calderón no controle esas fuerzas, difícilmente podrá gobernar...
Por Homero T. Calderón