Cd. Juárez, Chihuahua de Noviembre del 2006
Por: Edna Lorena Fuerte
Calificar de reprobables los actos de violencia es la medida fundamental de la civilidad política, el trabajo de la negociación y el consenso es la lucha constante por no permitir que se generen reacciones que rompan con el orden y el derecho de terceros.
Pero el conflicto a veces prevalece, el malestar construye barreras entorno a los actores de los procesos y podemos llegar al punto en que las reacciones ya no se sostienen dentro de los linderos de la normalidad y estallan fuera de control.
Ayer amanecimos con la noticia de que cargas de explosivos había sido estalladas en tres edificios públicos de la Ciudad de México, y que se había podido evitar la detonación de una más. Las reacciones no se hicieron esperar, la condenación de los hechos fue clara desde todos los sectores.
Sin embargo, la violencia tiene un efecto muy fuerte en el clima social, la imagen de falta de control y riesgo nos pone en un estado de vulnerabilidad que conlleva un sentido de temor arraigado a las percepciones de todos los ciudadanos.
El signo de la violencia ha sido siempre el marcador de procesos históricos en los que, por un afán de seguridad, se avalan medidas y formas de acción que, de otra manera, no serían aprobadas por el grueso de la sociedad.
Las primeras muestras tangibles de violencia por lo regular van acompañadas de discursos de endurecimiento que, en nombre de la seguridad, vulneran los derechos fundamentales de los individuos y allanan sus libertades básicas.
La violencia, cualquiera que sea su origen, no puede ser justificada bajo ninguna circunstancia; menos aún puede ser utilizada como detonador de un sistema de represión que termine por servirse de medidas con los mismos efectos que aquellas que combate.
Los hechos de violencia que han sorprendido y consternan a la sociedad mexicana deben ser leídos de la manera adecuada, interpretados y resueltos con la mayor civilidad, tomando disposiciones que respondan a las necesidades y demandas de una Nación con criterios y valores insoslayables.
México es un país de conciencia plena, de claridades y propuestas, no podemos permitir que algunas decisiones e intereses sectarios frenen el avance integral de su historia. Quienes piensan que el uso de la violencia beneficia a sus objetivos, no ven más allá de los intereses inmediatos que les muestra su egoísmo.
Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es edna_fuerte@yahoo.com para comentarios. Gracias.
08 noviembre 2006
EL SIGNO DE LA VIOLENCIA
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