Desaparecido

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO, A LAS 11:30 DE LA NOCHE

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO,  A LAS 11:30 DE LA NOCHE Orizaba, Veracruz.- Llevaba una playera negra, pantalon de mezclilla, es de complexion delgado y piel morena...Es militante del Frente Popular Revolucionario y activista de Organizaciones Sociales.

23 febrero 2007

Impuestos: “Una manguera llena de agujeros”

La realidad del proceso de reforma fiscal es un impulso a los impuestos cobrados por el consumo y disminuir los impuestos que son objeto la obtención de riqueza en nuestro país. Así el proceso de la reforma esta envuelta de vicios que buscan perjudicar a los que menos tienen. El iva aumentaria el costo de la vida si este se aplica en alimentos y medicinas, pero lo peor es que dejarían de pagar (si es que pagan) las grandes empresas por los ingresos que tienen. Una paradoja realmente no pero el objetivo es buscar que la reforma fiscal permita que los que se quieren apropiar de PEMEX no pagen impuestos por los ingresos que obtengan de la paraestatal. Los errores de nuestra política hacendaria se centran en la capacidad del estado para complicarle la vida a los contribuyentes.

De Proceso


carlos acosta córdova México, D.F., 22 de febrero (apro).- Por las reacciones tan encontradas y encendidas que suscita el tema, hasta divertido es escribir sobre impuestos, sobre la reforma fiscal, no obstante lo grave y serio que es el asunto. Pero no queda uno bien ni con Dios ni con el diablo. Planteaba en la entrega anterior que si, en la visión del gobierno, la reforma fiscal tendría necesariamente que pasar por el IVA a medicinas y alimentos, habría que entrarle a un análisis sereno y sin prejuicios y, sobre todo, exigir una explicación convincente sobre el beneficio de una medida de esa naturaleza.

Así me fue: de “vendido”, “parcial”, “ignorante” e “irresponsable”, no me bajaron en muchos de los múltiples comentarios que me hicieron el favor de enviar los lectores por vía electrónica. Otros tantos correos llegaron con felicitaciones, que agradezco igual que los anteriores, pero en varios también se mostraron sorprendidos por el hecho de que alguien que escribe en Proceso se atreva a decir que no hay que tenerle miedo al IVA a alimentos y medicinas, siempre y cuando, como decía arriba, se logre convencernos de su beneficio y, además, se detallen los mecanismos compensatorios que tendrían que establecerse para resarcir a quienes salgan más lastimados.

Argumentaba que tan sólo el año pasado por los tratamientos diferenciados en la aplicación del IVA –tasa cero, exención, tasa baja en la frontera--, el fisco habría perdido poco más de 187 mil millones de pesos, casi un 2% del PIB. Cada año ocurre lo mismo. Y que tan sólo por eso, más lo poco competitiva que es nuestra tasa de 15%, además del irracional beneficio para los contribuyentes de mayores ingresos, valía la pena serenarnos y entrarle a la discusión nacional del tema.

Algo igual o más grave ocurre con el Impuesto sobre la Renta (ISR). Según la Secretaría de Hacienda, en 2006 habrían dejado de ingresar al fisco –por todos los tratamientos especiales, beneficios múltiples que ya no se justifican, exenciones, deducciones, créditos al salario-- cerca de 296 mil millones de pesos, casi el 3.3% del PIB. Y como en el caso del IVA, ocurre con el ISR lo mismo cada año.

Si a lo que no ingresa por IVA e ISR se le suma lo que campechanamente se evade, lo que profesionalmente se elude y lo que no ingresa por tratamientos preferenciales y dificultades administrativas en otros impuestos y derechos, nos acercamos peligrosa e irracionalmente a la suma de ¡1 billón de pesos! Que no llegan a las arcas públicas.

Entonces, insisto, sólo por eso hay que entrarle ya a la discusión desprejuiciada de la reforma fiscal. A todos nos compete y no podemos mantenernos impasibles. Lo más fácil y lo “más mexicano” es quedarnos con los brazos cruzados y dejar que otros decidan, pues –decía también en la entrega anterior-- es más fácil ser reactivo que propositivo o, en otras palabras, siempre nos resulta más cómodo mentarle la madre al gobierno… pero ex post, como dicen los economistas.

Si en IVA andamos mal, en ISR estamos en la calle. No nos gustan las comparaciones internacionales, pero valen la pena para ubicarnos. Hagámoslo sólo con nuestros socios en el TLC: Mientras en México la recaudación por ISR ronda el 5% del PIB, en Estados Unidos anda por el 22% y en Canadá se acerca al 30% de su Producto Interno Bruto. Sí, ya sé, se me replicará: es absurda la comparación, pues igualmente no se pueden comparar los usos y destinos de los impuestos en México que en esos dos países. Que los servicios públicos de que gozan los ciudadanos de Estados Unidos y Canadá están a años luz de los que recibimos los mexicanos. Que la corrupción y la connivencia entre los poderes público y privado que hay en México –por donde se esfuma una gran parte del esfuerzo y el trabajo de los contribuyentes mexicanos-- no se dan en la misma magnitud en los otros dos países.

Correcto. Nadie podría estar en desacuerdo. Pero lo cierto es que –más allá estructuras políticas y sociales, de razones culturales y hasta de idiosincrasias-- es urgente una revisión de nuestro sistema impositivo y, en el caso particular del ISR, de acabar con tantas irregularidades, con tantos tratamientos especiales, con tantos beneficios injustificables para empresas y personas físicas con altos ingresos, con tanta ineficiencia en la administración y el cobro del impuesto.

Un amable lector, don Gabriel Rojas, lo dice de una manera simple pero impecable: Yo siempre comparo la situación de nuestro sistema impositivo con una manguera llena de agujeros que no riega bien el jardín porque sale muy poca agua por la punta. Los políticos mexicanos y la mayoría de los analistas hablan de incrementar la cantidad de agua que se le mete a la manguera. Una persona medianamente en sus cabales tendría que ver que antes de meterle más agua, habría que empezar a tapar los agujeros, medida que es a todas luces más beneficiosa. ¿Por qué entonces nadie habla en una forma clara de eso? Se entiende de los políticos, que viven con la boca abierta en las goteras (o hacen sus propios hoyos). ¿Pero por que la sociedad en general, que somos los que pagamos esa visión demente, nos prestamos a semejante juego? Le apuesto a que cualquiera en su jardín, sabría cual es la medida adecuada. Pero llegamos a los temas de interés común y se nos olvida el sentido común y la razón, y vemos que (Enrique) Peña Nieto le regala a Televisa 700 millones de pesos y luego nos ponemos a hablar de incrementar la recaudación para parecernos a Japón y a Alemania, y nos parece muy razonable. ¿Qué nos sucede? Para cualquiera que pague impuestos, tendría que ser ridículamente claro que es inaceptable una solución de incremento recaudatorio que no incluya antes un recorte real y visible del latrocinio. En México vivimos permanentemente con la promesa de que ahora sí va a ser mejor el servicio/producto, como para creer que alguna vez va a ser cierta. Pensar que debemos darle al gobierno un 100% más para que nos devuelvan el 20% o el 30% de eso en malos servicios, es demasiado masoquismo.

Discutir la reforma fiscal, don Gabriel, estimados lectores, es justamente eso: detectar, poner a la vista de todos, y ver cómo pueden cerrarse esos múltiples agujeros; los que existen por insuficiencias en la ley; los que se originan por compromisos políticos y económicos entre el gobierno y los grandes elusores y evasores, que son las grandes empresas; los que dan pie a ese gran deporte nacional, en el que somos medallistas de oro como ninguno, que es la evasión fiscal. Pero discutir la reforma fiscal, en la metáfora de don Gabriel, es también ver cómo aumentamos el ancho de la manguera y cómo incrementamos la presión para que, justamente la cantidad de agua, más abundante, beneficie en serio a todos.

Aquí el gobierno no puede hacerse el occiso. No puede aspirar a que se acepte una reforma fiscal si no reconoce que, más allá de los problemas y los huecos en la ley, de las dificultades en la administración y el cobro de impuestos, de la estructura económica que prohija la informalidad, en el centro del debate están los compromisos, los favores, los privilegios, la relación insana, en fin, entre los poderes público y privado.

En la próxima entrega insistiremos, con más detalle, sobre esos agujeros.

Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx

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