En un sistema capitalista, los bancos deberían de ser instituciones públicas que sirvieran para alentar la inversión por medio de préstamos y financiamientos. Cuando esta función se deja a los depredadores particulares, conocidos como iniciativa privada. Convierten a los bancos en lugares de usura donde cobran por jinetear dinero que en muchas ocasiones se roban impunemente.
Es el caso del robo que los banqueros argentinos hicieron con los ahorros del pueblo conocido como “el corralito” y muchos casos más, incluyendo México con el Fobaproa y el IPAB en que con dinero de los impuestos se tuvo que “rescatar” a los banqueros pues se robaron los ahorros de sus clientes.
Ahora los banqueros se convierten en inquisidores políticos, decidiendo a quien les conviene tener como clientes y a quién hay que eliminarlo.
Es el caso de la cuenta que el presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador tenía en el banco extranjero HSBC (casi la totalidad de los bancos en México están en manos de capitalistas extranjeros). Sin decir “agua va”, ese banco anunció que cancelaba la cuenta en la que se recaudaba dinero para el gobierno legítimo "por convenir así a sus intereses"
Así se las gastan los banqueros en México.
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