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Andrés Manuel López Obrador narra en su más reciente libro, La mafia nos robó la Presidencia, que entre los personajes más activos en la 'guerra sucia' orquestada en su contra para 'arrebatarle' la Presidencia de la República están los directivos de Televisa, sin dejar de lado su denuncia de que 'el trabajo' de unir al grupo en su contra estuvo a cargo de los ex presidentes Vicente Fox y Carlos Salinas de Gortari.
Narra que el 30 de junio de 2006 asistió a la casa de Bernardo Gómez para comer con Emilio Azcárraga, Alfonso de Angoitia Noriega y José Antonio Bastón Patiño, y que allí el presidente del Grupo Televisa le entregó un presunto decreto expropiatorio de la empresa, supuestamente de su autoría, y que, según los empresarios, presentaría al Congreso de la Unión el 2 de diciembre de 2006, 'es decir, al día siguiente de mi toma de protesta como presidente de la República'.
Sólo que, a decir del ex candidato presidencial, 'casi puedo asegurar que (este documento) pudo ser fabricado por el Cisen o por el equipo cercano a (Felipe) Calderón o (Vicente) Fox. Inclusive con la colaboración de algunos funcionarios de la misma televisora', para 'sembrar la desconfianza'.
Documenta que el secretario ejecutivo del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, Emilio Carrillo Gamboa, envió un correo electrónico a todos los integrantes del organismo para informarles, el 5 de julio de 2006, que 'el resultado final (de la elección) será el ya conocido, donde el lic. (Felipe) Calderón resultará con mayor número de votos que el lic. López Obrador (...) Todo está bajo control'.
Este e mail, destaca, se dio a conocer tres días después de la elección, luego de que Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, le llamó a las '5 de la tarde' del 2 de julio del año pasado, para 'decirme que ellos tenían información de que había ganado la elección'.
López Obrador también narra una anécdota entre Genaro Góngora Pimentel y el grupo empresarial de Monterrey. En plena campaña presidencial, recuerda, el ministro fue a esa ciudad para impartir una conferencia. 'Al terminar, un grupo de empresarios lo invitó a una cena privada. Durante la sobremesa él les preguntó si verdaderamente creían que yo iba a nacionalizar empresas, a perseguir a los empresarios y a emular al presidente de Venezuela, Hugo Chávez'.
Uno de los más representativos, 'con franqueza norteña, le respondió: por supuesto que nosotros no creemos en las leyendas negras. Las fabricamos y alimentamos con dinero en los periódicos, en la televisión, con los correos electrónicos, donde podemos'.
Ante el 'desconcierto de Góngora, el empresario fue explícito: mire usted, el presidente (Luis) Echeverría autorizó a nuestras mayores empresas para que difirieran el pago del impuesto sobre la renta; el régimen siguiente, de (José) López Portillo, ratificó esta medida y, así, uno tras otro, todos los presidentes hasta Fox han confirmado esta autorización. Imagínese lo que esto ha significado para nosotros. ¿Cree usted que López Obrador va a aceptar mantener este trato?'
Con Fox, continúa el relato del tabasqueño, 'se fortaleció y se hizo más vulgar' toda una red de complicidades, pues resalta que se 'confabuló' con Roberto Hernández, Claudio X. González, Carlos Salinas, Mariano Azuela, Diego Fernández de Cevallos, Gastón Azcárraga, la maestra Elba Esther Gordillo, Calderón, entre otros, contando con la 'complicidad de algunos medios de comunicación, de intelectuales alcahuetes, de periodistas deshonestos y de quienes se hacen pasar por jueces'.
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