Desaparecido

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO, A LAS 11:30 DE LA NOCHE

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO,  A LAS 11:30 DE LA NOCHE Orizaba, Veracruz.- Llevaba una playera negra, pantalon de mezclilla, es de complexion delgado y piel morena...Es militante del Frente Popular Revolucionario y activista de Organizaciones Sociales.

15 agosto 2007

Diego Osorno

Entre Santiago Vidaurri y José Alvarado




No, no es la figura rancia del dictador fascista Santiago Vidaurri la que merece una estatua en el digno pueblo de Lampazos.

Sí, es cierto que el autoritarismo, el aislacionismo y la traición a la patria que caracterizaron al vidaurrismo del siglo XIX todavía son algo común en el Nuevo León del siglo XXI.

Pero si en su cinismo exacerbado Natividad González y demás socios del poder pretenden hacerle un monumento a la tiranía, lo mejor sería que lo hicieran por su cuenta y pusieran a Vidaurri en los jardines de sus mansiones.

Que no lo hagan en nuestro nombre. No.

En este Lampazos de sátrapas revividos y esculpidos, cómo se extraña a José Alvarado.
En estos tiempos de sumisión, cómo se extraña a José Alvarado.
En estos lugares gobernados por los que quieren eternos privilegios e injusticias, cómo se extraña a José Alvarado.

Si Lampazos dio un tirano, Lampazos dio también a un humanista. Por cada Santiago Vidaurri hay un José Alvarado.

Si Vidaurri fundó absurdamente la República de la Sierra Madre, Alvarado escribió sobre los mitos con los que los empresarios de la ciudad “engolosinan a los ingenuos”.

Y si Vidaurri dio un golpe militar para llegar al poder, Alvarado dirigió la Universidad Autónoma de Nuevo León con la dignidad que ya no se conoce hoy en día.

Entre el Lampazos del tirano y el Lampazos del humanista, cada quien elige su monumento.

En esta noche vergonzosa en la que la dignidad es una opción complicada, cómo se extraña a José Alvarado.
En estos días en que al estado, al país y al mundo lo quieren girar más a la muerte, a la destrucción y a la derecha, cómo se extraña a José Alvarado.
En estas páginas donde sólo hay desprecio, espurios, exageraciones, falsos soles y cosas superfluas, cómo se extraña a José Alvarado.

El monumento de Santiago Vidaurri en los jardines de los políticos podría servir como un espejo por las mañanas.

Que al asomarse por la ventana de sus habitaciones, los gobernantes se toparan con la escultura (si es realizada por Cuauhtémoc Zamudio, mejor) y así se sintieran inspirados para seguir malgobernando Nuevo León.

Eso sería mejor que tener que ir a Lampazos para poder mirarse su verdadero rostro. Para inspirarse.

En estas aulas universitarias donde se procura el desentendimiento social y la mediocridad emprendedora, cómo se extraña a José Alvarado.
En estas oficinas públicas donde campea la ambición del poder, cómo se extraña a José Alvarado.
En este mundo de literatos y académicos posando para la foto de sociales, cómo se extraña a José Alvarado.

En estos días de lluvia sin ella, cómo se extraña a José Alvarado.

“Debo decir a los jóvenes que la universidad fue hecha para ellos, mas no para el paso por las aulas con indolencia, frivolidad o afán de tumulto, ni la precipitada y desaprensiva búsqueda de títulos para amparar el ejercicio mediocre, incompetente y simulado de profesiones respetables”, dijo José Alvarado en octubre de 1961, al momento de asumir la rectoría de la UANL.

Los neovidaurristas de entonces se alarmaron y conspiraron contra él. Hoy siguen en el poder, haciendo como que gobiernan Nuevo León con sus empresas, con sus cargos en el gobierno y su periódico, ese que suele afirmar, sin pudor: “La parte de Nuevo León que ahora se llama Coahuila…”.

En estos días donde muchos sueñan pero todavía no hay despertar, cómo se extraña a José Alvarado.
En estas noches donde no hay ninguna estrella a la vista (y ella está tan lejos como lo está la mina de Cananea), cómo se extraña a José Alvarado.

“Yo pienso que la revisión de ciertos personajes de la historia de México debe estar abierta a lo que las distintas corrientes del pensamiento señalen, y no hay que descalificar, ni satanizar, ni juzgar, ni perdonar, porque eso el tribunal de la historia lo habrá de determinar en su momento”, dice Natividad González.

Palabras como “tribunal de la historia”, “corrientes del ¿pensamiento?”, etcétera, sirven para que un gobernante irresponsable evite pronunciarse sobre un personaje como Vidaurri, del cual no uno, ni dos, sino decenas y decenas de serios estudios históricos han dado cuenta del despotismo con el que se condujo.

¿A qué “tribunal de la historia” se refiere entonces Natividad González?, ¿al mismo que lo habría de exonerar a él de la corrupción y muerte que ha dejado a su paso por el gobierno?

Tiempos de neovidaurrismo.

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