http://red-ecomunidades.blogspot.com/
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El imprescindible descrecimiento urbano e industrial.
7 de octubre de 2007
La suspensión del proyecto de la Torre Bicentenario en Miguel Hidalgo y su posible construcción en alguna otra demarcación supuestamente interesada en aceptarla, revela que el Gobierno del DF, una parte de los políticos, empresarios, académicos y ciudadanos del DF, consideran que los obstáculos que enfrentó este proyecto fueron estrictamente locales y coyunturales, y no consecuencia del tamaño de la torre proyectada y de su concepción general, incluyendo su nombre. Ignoran o quieren ignorar que las grandes torres, al igual que todos los megaproyectos, producen excesivos daños urbanos, sociales y ambientales, por lo que producen bastante más perjuicios que beneficios a las localidades, municipios o estados que los aceptan; ignoran o quieren ignorar los efectos simbólicos de estas obras gigantescas.
Las grandes torres funcionan como si fueran bombas atómicas que explotaran en “cámara lenta” a lo largo de muchos años, debido a los daños que ocasionan al territorio en su proximidad, en un radio de varios kilómetros, de acuerdo con su altura. En algunos años: desquician el uso del suelo, deportan a los vecinos, eliminan la vivienda, disparan el uso del auto y el transporte urbano, multiplican el despilfarro de agua, energía y recursos naturales; acrecientan la inseguridad, los incendios, los accidentes, las explosiones, los atentados; elevan sustancialmente la producción de basura, residuos peligrosos, ruido, humo, olores y polvo; disparan el despilfarro de energía; encarecen radicalmente el costo de la vida en la zona y propician la construcción de más grandes torres en su cercanía. La ciudad se ve obligada a hacer grandes inversiones por muchos años, para mitigar los crecientes impactos urbanos, sociales y ambientales de estas edificaciones calamitosas.
LOS PEORES EMPLEOS
En el caso de la Torre Bicentenario, como en cualquier otro megaproyecto, los gobiernos alegan que estas grandes inversiones generan mucho empleo y otros beneficios económicos para las localidades. Nada más falso, los empleos que se crean con estas grandes inversiones son los peores empleos que pueden obtenerse hoy en día : “empleos deslocalizados”, “empleos caníbales” “empleos walmartizados“; es decir: empleos “deslocalizados” en beneficio de otras ciudades, naciones o continentes: se importan operadores de maquinaria, supervisores y técnicos extranjeros, con muy elevados sueldos; una parte importante de las torres sería fabricada en China; empleos “caníbales” que por su alta tecnificación eliminan empleos menos tecnificados en otra parte de la ciudad o del país. Los antiguos residentes de la localidad y de la región sólo consiguen empleos temporales de muy baja calidad: el “empleo walmartizado” a cambio de una escandalosa elevación de los costos de la vida ( deportación económica: migraciones). Los daños generados a la localidad y al estado son tan elevados que no compensan los muy escasos beneficios que consiguen.
DESPRECIO POR LOS SÍMBOLOS
El uso frívolo, mercantilista, mercadotécnico, del Bicentenario de la Independencia de México en la construcción de una gran torre privada, muestra que el Gobierno del DF y los diputados locales desconocen el enorme valor simbólico de esta celebración y de sus contenidos. Al permitir el mal uso del tema del Bicentenario, injuria y hace mofa de los ideales de independencia, soberanía y autonomía de los mexicanos; al avalar una enorme inversión española con este nombre, se burla de la lucha por la descolonización de México que está todavía lejos de conseguirse 200 años después del grito del Cura Hidalgo. Exhibe una desoladora falla cultural que le impide darse cuenta de que las grandes torres simbolizan el triunfo de la mundialización, del Imperio Mundial; es decir: el triunfo de los grandes inversionistas internacionales sobre las demandas locales de libertad, justicia y respeto por la Naturaleza; el triunfo de la uniformización y del pensamiento único que destruye al mundo. No por casualidad el edificio que fue por muchos años el más alto del mundo, se llama Empire State. Los megaproyectos simbolizan la derrota de la localidad, de la región y de la Nación y la victoria del gran capital que acaba con la vida en la Tierra.
NO EXISTEN LOS MEGAPROYECTOS BUENOS
No sólo las grandes torres resultan un pésimo negocio para los municipios y los estados, todos los megaproyectos producen daños urbanos, sociales y ambientales excesivos: son nocivos para el bienestar social y para la preservación de los dones nacionales de la Naturaleza. Desvalorizan, someten y desestructuran a México; deslocalizan la producción y el consumo. Fomentan las migraciones y el desarraigo. Despilfarran escandalosamente el agua, la energía y los dones de la Naturaleza.
Los megaproyectos pendientes en México, como las presas La Parota, Arcediano, la Yesca; los desarrollos turísticos en la Rivera Maya, el Tambora-Careyes en Jalisco y otros en Baja California y Colima; las instalaciones eólicas en el Istmo; las nuevas termoeléctricas privadas subrogadas de la CFE; las ampliaciones de PEMEX y CFE; las regasificadoras de Baja California; el aeropuerto en Tizayuca, Hgo.; el mega túnel en Morelia, la minera San Xavier, en SLP; el megacentro comercial en Mérida, Yuc.; las 50,000 viviendas tipo ARA, GEO y otras, al sur de Cuernavaca sobre campos agrícolas en Morelos y las 100, 000 viviendas en el corredor Chalco- Cocotitlán; las nuevas plantas de Leche Lala en La Laguna; el confinamiento de residuos peligrosos en Zimapan, Hgo; los rellenos sanitarios en el Estado de México; los trenes suburbanos del Valle de México; el Eje Troncal Metropolitano del DF; el puente de Hueyatlaco en Huizquilucan; los libramientos Arco Norte y Arco Poniente; las autopistas Chalco- Cuautla; La Venta- Colegio Militar; Colegio Militar- Chalco; las nuevas torres de más de 40 pisos anunciadas por Ebrard y otros megaproyectos más, contribuyen determinantemente a la devastación de los dones de la Naturaleza en la Cuenca del Valle de México y el resto del país y al debilitamiento y postración permanente de la sociedad mexicana.
Las nuevas presas, autopistas, plantas nucleares, termoeléctricas, explotaciones mineras, refinerías, fundidoras, plantas de celulosa y papel, químicas, automotrices, trenes suburbanos, ciudades industriales, ciudades con casas tipo GEO o ARA; los distribuidores viales, segundos pisos, viaductos y libramientos. Los grandes puertos, aeropuertos, terminales, marinas, puentes, drenajes, trasvases, canales, túneles, sistemas de riego, rellenos sanitarios, torres, bodegas. Los grandes centros comerciales, educativos o de investigación, hospitalarios, de diversión, de distribución. Las plantas de transferencia o reconversión, instalaciones eólicas y solares. Los desarrollos turísticos, residenciales, comerciales o de servicios; o los complejos militares, religiosos, gubernamentales, financieros, mercantiles, entre otros, son megaproyectos que tienen muchas características negativas en común: DESTRUYEN VALORES LOCALES QUE NO TIENEN PRECIO, como el arraigo de la población, la convivencia humana, la cultura, el equilibrio social y ecológico, la biodiversidad, la calidad del aire, del agua y del suelo.
DESCRECER PARA SOBREVIVIR
Los conceptos urbanísticos e industriales creados por las doctrinas del progreso o el desarrollo, incluyendo las que se denominan “desarrollo sustentable”, han demostrado su gran capacidad destructiva de los valores sociales y ecológicos; nunca antes la mayoría de la población había sido tan infeliz; nunca antes se había depredado el país en tan gran escala. Es la hora del Descrecimiento, para salvar la relación humana, la calidad del aire, del agua y del suelo, los valores fundamentales. La propuesta: Millones de micro proyectos en lugar de megaproyectos. Descrecer para sobrevivir.
Miguel Valencia Adriana Matalonga
ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México.
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El imprescindible descrecimiento urbano e industrial.
7 de octubre de 2007
La suspensión del proyecto de la Torre Bicentenario en Miguel Hidalgo y su posible construcción en alguna otra demarcación supuestamente interesada en aceptarla, revela que el Gobierno del DF, una parte de los políticos, empresarios, académicos y ciudadanos del DF, consideran que los obstáculos que enfrentó este proyecto fueron estrictamente locales y coyunturales, y no consecuencia del tamaño de la torre proyectada y de su concepción general, incluyendo su nombre. Ignoran o quieren ignorar que las grandes torres, al igual que todos los megaproyectos, producen excesivos daños urbanos, sociales y ambientales, por lo que producen bastante más perjuicios que beneficios a las localidades, municipios o estados que los aceptan; ignoran o quieren ignorar los efectos simbólicos de estas obras gigantescas.
Las grandes torres funcionan como si fueran bombas atómicas que explotaran en “cámara lenta” a lo largo de muchos años, debido a los daños que ocasionan al territorio en su proximidad, en un radio de varios kilómetros, de acuerdo con su altura. En algunos años: desquician el uso del suelo, deportan a los vecinos, eliminan la vivienda, disparan el uso del auto y el transporte urbano, multiplican el despilfarro de agua, energía y recursos naturales; acrecientan la inseguridad, los incendios, los accidentes, las explosiones, los atentados; elevan sustancialmente la producción de basura, residuos peligrosos, ruido, humo, olores y polvo; disparan el despilfarro de energía; encarecen radicalmente el costo de la vida en la zona y propician la construcción de más grandes torres en su cercanía. La ciudad se ve obligada a hacer grandes inversiones por muchos años, para mitigar los crecientes impactos urbanos, sociales y ambientales de estas edificaciones calamitosas.
LOS PEORES EMPLEOS
En el caso de la Torre Bicentenario, como en cualquier otro megaproyecto, los gobiernos alegan que estas grandes inversiones generan mucho empleo y otros beneficios económicos para las localidades. Nada más falso, los empleos que se crean con estas grandes inversiones son los peores empleos que pueden obtenerse hoy en día : “empleos deslocalizados”, “empleos caníbales” “empleos walmartizados“; es decir: empleos “deslocalizados” en beneficio de otras ciudades, naciones o continentes: se importan operadores de maquinaria, supervisores y técnicos extranjeros, con muy elevados sueldos; una parte importante de las torres sería fabricada en China; empleos “caníbales” que por su alta tecnificación eliminan empleos menos tecnificados en otra parte de la ciudad o del país. Los antiguos residentes de la localidad y de la región sólo consiguen empleos temporales de muy baja calidad: el “empleo walmartizado” a cambio de una escandalosa elevación de los costos de la vida ( deportación económica: migraciones). Los daños generados a la localidad y al estado son tan elevados que no compensan los muy escasos beneficios que consiguen.
DESPRECIO POR LOS SÍMBOLOS
El uso frívolo, mercantilista, mercadotécnico, del Bicentenario de la Independencia de México en la construcción de una gran torre privada, muestra que el Gobierno del DF y los diputados locales desconocen el enorme valor simbólico de esta celebración y de sus contenidos. Al permitir el mal uso del tema del Bicentenario, injuria y hace mofa de los ideales de independencia, soberanía y autonomía de los mexicanos; al avalar una enorme inversión española con este nombre, se burla de la lucha por la descolonización de México que está todavía lejos de conseguirse 200 años después del grito del Cura Hidalgo. Exhibe una desoladora falla cultural que le impide darse cuenta de que las grandes torres simbolizan el triunfo de la mundialización, del Imperio Mundial; es decir: el triunfo de los grandes inversionistas internacionales sobre las demandas locales de libertad, justicia y respeto por la Naturaleza; el triunfo de la uniformización y del pensamiento único que destruye al mundo. No por casualidad el edificio que fue por muchos años el más alto del mundo, se llama Empire State. Los megaproyectos simbolizan la derrota de la localidad, de la región y de la Nación y la victoria del gran capital que acaba con la vida en la Tierra.
NO EXISTEN LOS MEGAPROYECTOS BUENOS
No sólo las grandes torres resultan un pésimo negocio para los municipios y los estados, todos los megaproyectos producen daños urbanos, sociales y ambientales excesivos: son nocivos para el bienestar social y para la preservación de los dones nacionales de la Naturaleza. Desvalorizan, someten y desestructuran a México; deslocalizan la producción y el consumo. Fomentan las migraciones y el desarraigo. Despilfarran escandalosamente el agua, la energía y los dones de la Naturaleza.
Los megaproyectos pendientes en México, como las presas La Parota, Arcediano, la Yesca; los desarrollos turísticos en la Rivera Maya, el Tambora-Careyes en Jalisco y otros en Baja California y Colima; las instalaciones eólicas en el Istmo; las nuevas termoeléctricas privadas subrogadas de la CFE; las ampliaciones de PEMEX y CFE; las regasificadoras de Baja California; el aeropuerto en Tizayuca, Hgo.; el mega túnel en Morelia, la minera San Xavier, en SLP; el megacentro comercial en Mérida, Yuc.; las 50,000 viviendas tipo ARA, GEO y otras, al sur de Cuernavaca sobre campos agrícolas en Morelos y las 100, 000 viviendas en el corredor Chalco- Cocotitlán; las nuevas plantas de Leche Lala en La Laguna; el confinamiento de residuos peligrosos en Zimapan, Hgo; los rellenos sanitarios en el Estado de México; los trenes suburbanos del Valle de México; el Eje Troncal Metropolitano del DF; el puente de Hueyatlaco en Huizquilucan; los libramientos Arco Norte y Arco Poniente; las autopistas Chalco- Cuautla; La Venta- Colegio Militar; Colegio Militar- Chalco; las nuevas torres de más de 40 pisos anunciadas por Ebrard y otros megaproyectos más, contribuyen determinantemente a la devastación de los dones de la Naturaleza en la Cuenca del Valle de México y el resto del país y al debilitamiento y postración permanente de la sociedad mexicana.
Las nuevas presas, autopistas, plantas nucleares, termoeléctricas, explotaciones mineras, refinerías, fundidoras, plantas de celulosa y papel, químicas, automotrices, trenes suburbanos, ciudades industriales, ciudades con casas tipo GEO o ARA; los distribuidores viales, segundos pisos, viaductos y libramientos. Los grandes puertos, aeropuertos, terminales, marinas, puentes, drenajes, trasvases, canales, túneles, sistemas de riego, rellenos sanitarios, torres, bodegas. Los grandes centros comerciales, educativos o de investigación, hospitalarios, de diversión, de distribución. Las plantas de transferencia o reconversión, instalaciones eólicas y solares. Los desarrollos turísticos, residenciales, comerciales o de servicios; o los complejos militares, religiosos, gubernamentales, financieros, mercantiles, entre otros, son megaproyectos que tienen muchas características negativas en común: DESTRUYEN VALORES LOCALES QUE NO TIENEN PRECIO, como el arraigo de la población, la convivencia humana, la cultura, el equilibrio social y ecológico, la biodiversidad, la calidad del aire, del agua y del suelo.
DESCRECER PARA SOBREVIVIR
Los conceptos urbanísticos e industriales creados por las doctrinas del progreso o el desarrollo, incluyendo las que se denominan “desarrollo sustentable”, han demostrado su gran capacidad destructiva de los valores sociales y ecológicos; nunca antes la mayoría de la población había sido tan infeliz; nunca antes se había depredado el país en tan gran escala. Es la hora del Descrecimiento, para salvar la relación humana, la calidad del aire, del agua y del suelo, los valores fundamentales. La propuesta: Millones de micro proyectos en lugar de megaproyectos. Descrecer para sobrevivir.
Miguel Valencia Adriana Matalonga
ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México.
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