La existencia en el mundo en desarrollo de 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso, contrasta con la realidad de los infantes cubanos, reconocidos mundialmente por estar ajenos a ese mal social.
Esas preocupantes cifras aparecieron en un reciente reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo el título de Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición, divulgado en la sede de la ONU.
De acuerdo con el documento, los porcentajes de los niños con bajo peso son de 28 por ciento en Africa Subsahariana, 17 en Medio Oriente y Africa del Norte, 15 en Asia oriental y el Pacífico, y siete en Latinoamérica y el Caribe.
La tabla la completan Europa Central y del Este, con el cinco por ciento, y otros países en desarrollo, con 27 por ciento.
Cuba no tiene esos problemas, es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa, gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación del pueblo, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables.
Las crudas realidades del mundo muestran que 852 millones de personas padecen de hambre y que 53 millones de ellas viven en América Latina. Sólo en México hay cinco millones 200 mil personas desnutridas y en Haití tres millones 800 mil, mientras en todo el planeta mueren de hambre cada año más de cinco millones de niños.
De acuerdo con estimados de las Naciones Unidas, no sería muy costoso lograr salud y nutrición básica para todos los habitantes del Tercer Mundo.
Bastarían para alcanzar esa meta 13 mil millones de dólares anuales adicionales a lo que ahora se destina, una cifra que nunca se ha logrado y que es exigua si se compara con el millón de millones que cada año se destinan a publicidad comercial, los 400 mil millones en drogas estupefacientes o incluso los ocho mil millones que se gasta en Estados Unidos en cosméticos.
Para satisfacción de Cuba, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido que ésta es la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición.
El Estado cubano garantiza una canasta básica alimenticia que permite la nutrición de su población "al menos en los niveles básicos- mediante la red de distribución de productos normados.
De igual forma, se llevan a cabo reajustes económicos en otros mercados y servicios locales para mejorar la alimentación del pueblo cubano y atenuar el déficit alimentario.
Especialmente se mantiene una constante vigilancia sobre el sustento de los niños, las niñas y adolescentes. Así, la atención a la nutrición comienza con la promoción de una mejor y natural forma de alimentación de la especie humana.
Desde los primeros días de nacidos los incalculables beneficios de la lactancia materna justifican todos los esfuerzos realizados en Cuba en favor de la salud y el desarrollo de su infancia.
Ello le ha permitido elevar los porcentajes de recién nacidos que mantienen hasta el cuarto mes de vida la lactancia exclusiva y que incluso continúan consumiendo leche materna, complementada con otros alimentos, hasta los seis meses de edad.
Actualmente el 99 por ciento de los recién nacidos egresan de las maternidades con lactancia materna exclusiva, superior a la meta propuesta, que es del 95 por ciento, según datos oficiales, en los cuales se indica que todas las provincias del país cumplen esta meta.
A pesar de las difíciles condiciones económicas atravesadas por la Isla, se vela por la alimentación y nutrición de los infantes mediante la entrega diaria de un litro de leche fluida a todos los niños de cero a siete años de edad.
Se suma a ello la entrega de otros alimentos, por ejemplo compotas, jugos y viandas, que, en dependencia de las disponibilidades económicas del país, se distribuyen equitativamente en las edades más pequeñas de la infancia.
Hasta los 13 años de edad se prioriza la distribución subsidiada de productos complementarios como el yogurt de soya y en situaciones de desastres naturales se protege a la niñez mediante la entrega gratuita de alimentos de primera necesidad.
Los niños incorporados a los Círculos Infantiles (guarderías) y a las escuelas primarias con régimen de seminternado reciben, además, el beneficio del continuo esfuerzo por mejorar su alimentación en cuanto a componentes dietéticos lácteos y proteicos.
Con el apoyo de la producción agrícola -aún en condiciones de severa sequía- y una mayor importación de alimentos, se alcanza un consumo de nutrientes por encima de las normas establecidas por la FAO.
En Cuba ese indicador no es el promedio ficticio de sumar el consumo alimentario de los ricos y el de los hambrientos.
Adicionalmente, el consumo social incluye la merienda escolar que se reparte gratuitamente a cientos de miles de estudiantes y trabajadores de la educación, las cuotas especiales de alimentos a niños de hasta 15 años y personas de más de 60 en las provincias orientales.
En esa lista están contempladas las embarazadas, madres lactantes, ancianos y discapacitados, el suplemento alimentario para pequeños con bajo peso y talla y el suministro de alimentos a municipios de Pinar del Río, La Habana y a la Isla de la Juventud.
Dichas entidades fueron azotadas el año pasado por huracanes, mientras las provincias de Holguín, Las Tunas y cinco municipios de Camaguey sufren actualmente la sequía.
En ese empeño colabora el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el cual contribuye al mejoramiento del estado nutricional de la población más vulnerable en la región oriental, donde se benefician más de 631 mil personas.
La cooperación del PMA con Cuba data de 1963, cuando esa agencia brindó asistencia inmediata a las víctimas del huracán Flora. Hasta la fecha, ha consumado en el país cinco proyectos de desarrollo y 14 operaciones de emergencia.
Recientemente, Cuba pasó de ser un país receptor a donante.
El tema de la desnutrición cobra gran importancia en la campaña de la ONU para lograr en 2015 las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en 2000, y que tienen entre sus objetivos eliminar la pobreza extrema y el hambre para esa fecha.
Pero los cubanos afirman que esas metas no le quitan el sueño a nadie, la propia ONU sitúa al país a la vanguardia del cumplimiento de tales retos en materia de desarrollo humano.
No exenta de deficiencias, dificultades y serias limitaciones por un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, Cuba no muestra desesperantes ni alarmantes índices de desnutrición infantil.
Ninguno de los 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso que viven hoy en el mundo es cubano.
Esas preocupantes cifras aparecieron en un reciente reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo el título de Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición, divulgado en la sede de la ONU.
De acuerdo con el documento, los porcentajes de los niños con bajo peso son de 28 por ciento en Africa Subsahariana, 17 en Medio Oriente y Africa del Norte, 15 en Asia oriental y el Pacífico, y siete en Latinoamérica y el Caribe.
La tabla la completan Europa Central y del Este, con el cinco por ciento, y otros países en desarrollo, con 27 por ciento.
Cuba no tiene esos problemas, es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa, gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación del pueblo, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables.
Las crudas realidades del mundo muestran que 852 millones de personas padecen de hambre y que 53 millones de ellas viven en América Latina. Sólo en México hay cinco millones 200 mil personas desnutridas y en Haití tres millones 800 mil, mientras en todo el planeta mueren de hambre cada año más de cinco millones de niños.
De acuerdo con estimados de las Naciones Unidas, no sería muy costoso lograr salud y nutrición básica para todos los habitantes del Tercer Mundo.
Bastarían para alcanzar esa meta 13 mil millones de dólares anuales adicionales a lo que ahora se destina, una cifra que nunca se ha logrado y que es exigua si se compara con el millón de millones que cada año se destinan a publicidad comercial, los 400 mil millones en drogas estupefacientes o incluso los ocho mil millones que se gasta en Estados Unidos en cosméticos.
Para satisfacción de Cuba, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido que ésta es la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición.
El Estado cubano garantiza una canasta básica alimenticia que permite la nutrición de su población "al menos en los niveles básicos- mediante la red de distribución de productos normados.
De igual forma, se llevan a cabo reajustes económicos en otros mercados y servicios locales para mejorar la alimentación del pueblo cubano y atenuar el déficit alimentario.
Especialmente se mantiene una constante vigilancia sobre el sustento de los niños, las niñas y adolescentes. Así, la atención a la nutrición comienza con la promoción de una mejor y natural forma de alimentación de la especie humana.
Desde los primeros días de nacidos los incalculables beneficios de la lactancia materna justifican todos los esfuerzos realizados en Cuba en favor de la salud y el desarrollo de su infancia.
Ello le ha permitido elevar los porcentajes de recién nacidos que mantienen hasta el cuarto mes de vida la lactancia exclusiva y que incluso continúan consumiendo leche materna, complementada con otros alimentos, hasta los seis meses de edad.
Actualmente el 99 por ciento de los recién nacidos egresan de las maternidades con lactancia materna exclusiva, superior a la meta propuesta, que es del 95 por ciento, según datos oficiales, en los cuales se indica que todas las provincias del país cumplen esta meta.
A pesar de las difíciles condiciones económicas atravesadas por la Isla, se vela por la alimentación y nutrición de los infantes mediante la entrega diaria de un litro de leche fluida a todos los niños de cero a siete años de edad.
Se suma a ello la entrega de otros alimentos, por ejemplo compotas, jugos y viandas, que, en dependencia de las disponibilidades económicas del país, se distribuyen equitativamente en las edades más pequeñas de la infancia.
Hasta los 13 años de edad se prioriza la distribución subsidiada de productos complementarios como el yogurt de soya y en situaciones de desastres naturales se protege a la niñez mediante la entrega gratuita de alimentos de primera necesidad.
Los niños incorporados a los Círculos Infantiles (guarderías) y a las escuelas primarias con régimen de seminternado reciben, además, el beneficio del continuo esfuerzo por mejorar su alimentación en cuanto a componentes dietéticos lácteos y proteicos.
Con el apoyo de la producción agrícola -aún en condiciones de severa sequía- y una mayor importación de alimentos, se alcanza un consumo de nutrientes por encima de las normas establecidas por la FAO.
En Cuba ese indicador no es el promedio ficticio de sumar el consumo alimentario de los ricos y el de los hambrientos.
Adicionalmente, el consumo social incluye la merienda escolar que se reparte gratuitamente a cientos de miles de estudiantes y trabajadores de la educación, las cuotas especiales de alimentos a niños de hasta 15 años y personas de más de 60 en las provincias orientales.
En esa lista están contempladas las embarazadas, madres lactantes, ancianos y discapacitados, el suplemento alimentario para pequeños con bajo peso y talla y el suministro de alimentos a municipios de Pinar del Río, La Habana y a la Isla de la Juventud.
Dichas entidades fueron azotadas el año pasado por huracanes, mientras las provincias de Holguín, Las Tunas y cinco municipios de Camaguey sufren actualmente la sequía.
En ese empeño colabora el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el cual contribuye al mejoramiento del estado nutricional de la población más vulnerable en la región oriental, donde se benefician más de 631 mil personas.
La cooperación del PMA con Cuba data de 1963, cuando esa agencia brindó asistencia inmediata a las víctimas del huracán Flora. Hasta la fecha, ha consumado en el país cinco proyectos de desarrollo y 14 operaciones de emergencia.
Recientemente, Cuba pasó de ser un país receptor a donante.
El tema de la desnutrición cobra gran importancia en la campaña de la ONU para lograr en 2015 las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en 2000, y que tienen entre sus objetivos eliminar la pobreza extrema y el hambre para esa fecha.
Pero los cubanos afirman que esas metas no le quitan el sueño a nadie, la propia ONU sitúa al país a la vanguardia del cumplimiento de tales retos en materia de desarrollo humano.
No exenta de deficiencias, dificultades y serias limitaciones por un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, Cuba no muestra desesperantes ni alarmantes índices de desnutrición infantil.
Ninguno de los 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso que viven hoy en el mundo es cubano.
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