Represión de la PFP a normalistas de Ayotzinapa, Gro. (30/11/2007) PDF Imprimir E-Mail
escrito por Arquera
Monday, 10 de December de 2007
El siguiente es el testimonio de Hugo Cruz García, egresado de la Normal Rural de Ayotzinapa, de 24 años, originario de Marquelia, uno de los 57 detenidos por la Policía Federal Preventiva (PFP) el viernes 30 de noviembre en el desalojo de la caseta de La Venta de la Autopista del Sol, en Acapulco. Fue liberado el domingo 2 de diciembre por falta de elementos para acusarlo, en el segundo grupo, de 10 normalistas, y después de ellos aún se quedaron detenidos, hasta el martes, 18 jóvenes acusados de ataques a las vías de comunicación, motín y robo.
A bordo de dos autobuses nos trasladamos aquel caluroso día al puerto de Acapulco, íbamos leyendo los periódicos de circulación local, en ese trayecto pudimos observar que un auto Tsuru color rojo nos perseguía muy de cerca, sospechamos que aquel día viernes –cuando simultáneamente se realizarían actividades en las regiones del estado para exigir la salida del secretario de Educación en Guerrero– algo iba a pasar, algo, y horas más tarde eso ocurrió. Llegando a la caseta de La Venta formamos comisiones, algunos se dedicarían a hacer pintas, otros a volantear y un grupo menor a pedir cooperación a los automovilistas para el sustento del movimiento que comenzó en el mes de agosto.
A las 11:40, mientras se hacían pintas con aerosol en demanda de una audiencia resolutiva con el gobernador, comenzaron a llegar patrullas de la PFP (del sector caminos) custodiadas por un camión de Policías Federales (de las fuerzas federales de apoyo) con armas largas, toletes, escudos y gases lacrimógenos. Un individuo de tes morena se acercó y pregunto ¿cuántos vienen? Pocos, contestó uno de mis compañeros, mientras otro le cuestionaba de qué periódico o medio de comunicación era. “Soy de Gobernación” contestó mientras se regresaba donde estaban apostados los demás federales, que comenzaron a dispersarse alrededor de la caseta. Veinte minutos más tarde llegó otro camión de federales, mis compañeros decidieron evitar una confrontación, y en ese momento se decidió abordar los dos autobuses y regresar a la Normal de Ayotzinapa. Sin embargo, la decisión al parecer ya estaba tomada, la orden era golpearnos, los federales comenzaron a correr detrás de nosotros mientras uno de mis compañeros les gritaba, ya nos vamos no queremos problemas, pero en ese instante los policías estaban a 20 metros, y nosotros corriendo hacia los autobuses que avanzaban lentamente cien metros de la caseta rumbo a Chilpancingo, cuando observamos que la intención no era que dejáramos la caseta, si no encarcelarnos.
Alrededor de diez compañeros venían corriendo al último con Óscar Cotino alrededor del segundo autobús. Vi claramente cuando un policía federal que venía corriendo alrededor de una patrulla de la PFP, empujó a Óscar contra el autobús, el compañero gritó fuerte, cuando volví la mirada de nuevo, estaba tirado y los policías lo golpeaban. En ese momento escuché dos balazos, un compañero gritaba “mataron a uno hay que regresarnos”. Los policías gritaban “Ya ven por andar de guerrilleritos se los va a cargar la chingada pendejos”. Tres compañeros gritaban “disparen cobardes, aquí estamos”, mientras los demás eran sometidos con golpes y tirados en la plancha de la autopista. Cuando eso estaba pasando, seis federales a bordo de una camioneta apuntaban al primer autobús. Yo pensé que no dispararían, pero lo volvieron a hacer, tres disparos más mientras gritaban “aquí nadie los va a defender maestritos pendejos”. La camioneta le cerró el paso al primer autobús y los compañeros intentaron bajarse para huir, pero abajo ya los estaban esperando los federales para golpearlos.
Un compañero de primer grado fue recibido por un culatazo en la cabeza, mientras los demás eran golpeados salvajemente. Nos tiraron al piso, y comenzaron los insultos. “Por ustedes nos mandaron a Guerrero, bola de culeros”, “Bien estuvieran tomándose una cerveza, no que andan de revoltosos, pero ahora sí van a saber lo que es el gobierno, cabrones”. Un compañero que trató de ver la cara de uno de ellos fue sometido a golpes, “no me mires hijo de tu puta madre”, “quítate el pinche pañuelo guerrillerito de mierda”, y fue golpeado y pateado de nueva cuenta. Llegó un individuo, no pude observarle la cara, que dijo: “A ver pendejos, me van a decir quién es el líder”, y gritaba: “tú de la playera verde, me vas a decir o te rompo la madre”. “No sé”, contestaba el compañero, y fue golpeado de nueva cuenta. Después un policía federal pasó a darnos un toletazo a todos en la cabeza y advirtió que “al primero que mueva la cabeza me lo echo”, escuché que cerrojeó su fusil, mientras otro nos echaba polvo de extintor en la cara, sentí que me ahogaba, uno de los compañeros se comenzó a asfixiar y un granadero le gritaba: “Eso querían pendejos, andar de revoltosos, ahora aguántense, para que vean que con el gobierno no se juega”, y otra vez volvió a rocearnos con el extintor.
Nos quitaron nuestras pertenencias (celulares, cinturones, dinero, collares, gorras y pañuelos), mientras nos ponían las botas en la cabeza, y otros brincaban sobre la espalda de algunos compañeros y gritaban “este pendejo ya no repara” y los demás se reían. “¿Dónde dejaron a las viejas putos? las hubieran traído para que nos divirtiéramos”. Uno de ellos tomó del cuello a un compañero de primer grado y le preguntó “¿De dónde eres perro?”. “De Oaxaca”, contestó nervioso y asustado. Le dieron unos puñetazos en el estómago y le gritaron, “aquí no es Oaxaca pendejo, ni que APPO ni que nada ¿Eres de la APPO?”, volvió a ser cuestionado, “No, soy estudiante”. replicó el compañero, y uno de ellos gritaba, “tu vas a pagar lo que nos hicieron los pendejos de la APPO”, y lo volvieron a golpear.
Posteriormente nos subieron a los camiones, los federales nos prohibieron verlos a la cara y hablar, fuimos trasladados a una oficina que posteriormente me percaté que se trataba de la PGR, allá dentro volvieron los insultos mientras un policia federal filmaba nuestros rostros con una cámara de video. Y nos preguntaron ahí nuestros nombres, lugar de nacimiento, nombre de nuestros padres y por qué fuimos a la caseta. Todos los agentes de la AFI fuertemente armados se paseaban frente a nosotros, mientras pasaban a cada uno a una oficina, donde era cuestionado sobre sus datos personales, el nombre de los líderes y sobre quién financiaba el movimiento.
Horas más tarde llegaron los de Derechos Humanos, y los de la AFI le bajaron a los insultos. No pude saber la hora pero como cuatro horas después de pasar a ser cuestionado nos trasladaron a unas celdas que tenían alrededor de dos metros cuadrados, nos metieron a 16 en cada una, no podíamos acostarnos, obligadamente estábamos sentados o parados, nadie durmió bien esa noche, con el calor insoportable y la negación de salir al baño o tomar agua, que fue resuelto hasta que un representante de Derechos Humanos pidió que nos dieran agua. En la madrugada llegaron a la celda de al lado como siete personas a quienes se les identificaba como jefes, sacaron a un compañero y escuché que le dijeron, “a ver cabroncito te vamos a llevar aparte para enseñarte a no hacer desmadre”. Ese compañero ya no regresó a la celda el resto de la madrugada, a nosotros nos preocupaba que lo fueran a torturar, el compañero después comentó que en un cuarto le hicieron muchas preguntas sobre el movimiento, lo devolvieron a los separos a la una de la tarde del otro día.
Un comandante de la AFI que estaba haciendo guardia comentó que la orden era golpearnos y encarcelarnos, que Zeferino había mandado a pedir apoyo a la federación, porque estaba preocupado que en Guerrero pasara lo mismo que en Oaxaca, y decía “ojalá que con esto ya le bajen cabrones, porque el gobierno cuando quiere hasta puede desaparecerlos”.
Muchos han de pensar que con estas represiones en el Congreso y en La Venta nos debilitan o nos hacen frágiles. Lo que no ha analizado el gobierno, o sus asesores no han hecho reflexionar al gobernador, es que mientras más golpeen al acero éste se vuelve más sólido, más fuerte, y que cuando encierran a una persona que no es delincuente, sino por sus ideas, o por una causa legítimamente justa, trae repercusiones, porque le despiertan el ánimo de seguir adelante y que este ánimo más que alegría es una reacción para defender un ideal.
Hoy nos juzgan por nuestras ideas, nos encarcelan por luchar en defensa de la educación, nos reprimen porque ejercemos un derecho inalienable, nos critican por el camino de nuestro movimiento, pero no ven las causas que originan el conflicto. Tarde o temprano el gobernador tendrá su cosecha de todo lo que ha sembrado y no es Ayotzinapa la que lo enjuiciará, será la historia y nuestro heroico pueblo de Guerrero, que afortunadamente cuenta aún con esa gran cualidad de ser bronco, y Zeferino está a un hilo de despertarlo.
Gracias
Hugo Cruz García
escrito por Arquera
Monday, 10 de December de 2007
El siguiente es el testimonio de Hugo Cruz García, egresado de la Normal Rural de Ayotzinapa, de 24 años, originario de Marquelia, uno de los 57 detenidos por la Policía Federal Preventiva (PFP) el viernes 30 de noviembre en el desalojo de la caseta de La Venta de la Autopista del Sol, en Acapulco. Fue liberado el domingo 2 de diciembre por falta de elementos para acusarlo, en el segundo grupo, de 10 normalistas, y después de ellos aún se quedaron detenidos, hasta el martes, 18 jóvenes acusados de ataques a las vías de comunicación, motín y robo.
A bordo de dos autobuses nos trasladamos aquel caluroso día al puerto de Acapulco, íbamos leyendo los periódicos de circulación local, en ese trayecto pudimos observar que un auto Tsuru color rojo nos perseguía muy de cerca, sospechamos que aquel día viernes –cuando simultáneamente se realizarían actividades en las regiones del estado para exigir la salida del secretario de Educación en Guerrero– algo iba a pasar, algo, y horas más tarde eso ocurrió. Llegando a la caseta de La Venta formamos comisiones, algunos se dedicarían a hacer pintas, otros a volantear y un grupo menor a pedir cooperación a los automovilistas para el sustento del movimiento que comenzó en el mes de agosto.
A las 11:40, mientras se hacían pintas con aerosol en demanda de una audiencia resolutiva con el gobernador, comenzaron a llegar patrullas de la PFP (del sector caminos) custodiadas por un camión de Policías Federales (de las fuerzas federales de apoyo) con armas largas, toletes, escudos y gases lacrimógenos. Un individuo de tes morena se acercó y pregunto ¿cuántos vienen? Pocos, contestó uno de mis compañeros, mientras otro le cuestionaba de qué periódico o medio de comunicación era. “Soy de Gobernación” contestó mientras se regresaba donde estaban apostados los demás federales, que comenzaron a dispersarse alrededor de la caseta. Veinte minutos más tarde llegó otro camión de federales, mis compañeros decidieron evitar una confrontación, y en ese momento se decidió abordar los dos autobuses y regresar a la Normal de Ayotzinapa. Sin embargo, la decisión al parecer ya estaba tomada, la orden era golpearnos, los federales comenzaron a correr detrás de nosotros mientras uno de mis compañeros les gritaba, ya nos vamos no queremos problemas, pero en ese instante los policías estaban a 20 metros, y nosotros corriendo hacia los autobuses que avanzaban lentamente cien metros de la caseta rumbo a Chilpancingo, cuando observamos que la intención no era que dejáramos la caseta, si no encarcelarnos.
Alrededor de diez compañeros venían corriendo al último con Óscar Cotino alrededor del segundo autobús. Vi claramente cuando un policía federal que venía corriendo alrededor de una patrulla de la PFP, empujó a Óscar contra el autobús, el compañero gritó fuerte, cuando volví la mirada de nuevo, estaba tirado y los policías lo golpeaban. En ese momento escuché dos balazos, un compañero gritaba “mataron a uno hay que regresarnos”. Los policías gritaban “Ya ven por andar de guerrilleritos se los va a cargar la chingada pendejos”. Tres compañeros gritaban “disparen cobardes, aquí estamos”, mientras los demás eran sometidos con golpes y tirados en la plancha de la autopista. Cuando eso estaba pasando, seis federales a bordo de una camioneta apuntaban al primer autobús. Yo pensé que no dispararían, pero lo volvieron a hacer, tres disparos más mientras gritaban “aquí nadie los va a defender maestritos pendejos”. La camioneta le cerró el paso al primer autobús y los compañeros intentaron bajarse para huir, pero abajo ya los estaban esperando los federales para golpearlos.
Un compañero de primer grado fue recibido por un culatazo en la cabeza, mientras los demás eran golpeados salvajemente. Nos tiraron al piso, y comenzaron los insultos. “Por ustedes nos mandaron a Guerrero, bola de culeros”, “Bien estuvieran tomándose una cerveza, no que andan de revoltosos, pero ahora sí van a saber lo que es el gobierno, cabrones”. Un compañero que trató de ver la cara de uno de ellos fue sometido a golpes, “no me mires hijo de tu puta madre”, “quítate el pinche pañuelo guerrillerito de mierda”, y fue golpeado y pateado de nueva cuenta. Llegó un individuo, no pude observarle la cara, que dijo: “A ver pendejos, me van a decir quién es el líder”, y gritaba: “tú de la playera verde, me vas a decir o te rompo la madre”. “No sé”, contestaba el compañero, y fue golpeado de nueva cuenta. Después un policía federal pasó a darnos un toletazo a todos en la cabeza y advirtió que “al primero que mueva la cabeza me lo echo”, escuché que cerrojeó su fusil, mientras otro nos echaba polvo de extintor en la cara, sentí que me ahogaba, uno de los compañeros se comenzó a asfixiar y un granadero le gritaba: “Eso querían pendejos, andar de revoltosos, ahora aguántense, para que vean que con el gobierno no se juega”, y otra vez volvió a rocearnos con el extintor.
Nos quitaron nuestras pertenencias (celulares, cinturones, dinero, collares, gorras y pañuelos), mientras nos ponían las botas en la cabeza, y otros brincaban sobre la espalda de algunos compañeros y gritaban “este pendejo ya no repara” y los demás se reían. “¿Dónde dejaron a las viejas putos? las hubieran traído para que nos divirtiéramos”. Uno de ellos tomó del cuello a un compañero de primer grado y le preguntó “¿De dónde eres perro?”. “De Oaxaca”, contestó nervioso y asustado. Le dieron unos puñetazos en el estómago y le gritaron, “aquí no es Oaxaca pendejo, ni que APPO ni que nada ¿Eres de la APPO?”, volvió a ser cuestionado, “No, soy estudiante”. replicó el compañero, y uno de ellos gritaba, “tu vas a pagar lo que nos hicieron los pendejos de la APPO”, y lo volvieron a golpear.
Posteriormente nos subieron a los camiones, los federales nos prohibieron verlos a la cara y hablar, fuimos trasladados a una oficina que posteriormente me percaté que se trataba de la PGR, allá dentro volvieron los insultos mientras un policia federal filmaba nuestros rostros con una cámara de video. Y nos preguntaron ahí nuestros nombres, lugar de nacimiento, nombre de nuestros padres y por qué fuimos a la caseta. Todos los agentes de la AFI fuertemente armados se paseaban frente a nosotros, mientras pasaban a cada uno a una oficina, donde era cuestionado sobre sus datos personales, el nombre de los líderes y sobre quién financiaba el movimiento.
Horas más tarde llegaron los de Derechos Humanos, y los de la AFI le bajaron a los insultos. No pude saber la hora pero como cuatro horas después de pasar a ser cuestionado nos trasladaron a unas celdas que tenían alrededor de dos metros cuadrados, nos metieron a 16 en cada una, no podíamos acostarnos, obligadamente estábamos sentados o parados, nadie durmió bien esa noche, con el calor insoportable y la negación de salir al baño o tomar agua, que fue resuelto hasta que un representante de Derechos Humanos pidió que nos dieran agua. En la madrugada llegaron a la celda de al lado como siete personas a quienes se les identificaba como jefes, sacaron a un compañero y escuché que le dijeron, “a ver cabroncito te vamos a llevar aparte para enseñarte a no hacer desmadre”. Ese compañero ya no regresó a la celda el resto de la madrugada, a nosotros nos preocupaba que lo fueran a torturar, el compañero después comentó que en un cuarto le hicieron muchas preguntas sobre el movimiento, lo devolvieron a los separos a la una de la tarde del otro día.
Un comandante de la AFI que estaba haciendo guardia comentó que la orden era golpearnos y encarcelarnos, que Zeferino había mandado a pedir apoyo a la federación, porque estaba preocupado que en Guerrero pasara lo mismo que en Oaxaca, y decía “ojalá que con esto ya le bajen cabrones, porque el gobierno cuando quiere hasta puede desaparecerlos”.
Muchos han de pensar que con estas represiones en el Congreso y en La Venta nos debilitan o nos hacen frágiles. Lo que no ha analizado el gobierno, o sus asesores no han hecho reflexionar al gobernador, es que mientras más golpeen al acero éste se vuelve más sólido, más fuerte, y que cuando encierran a una persona que no es delincuente, sino por sus ideas, o por una causa legítimamente justa, trae repercusiones, porque le despiertan el ánimo de seguir adelante y que este ánimo más que alegría es una reacción para defender un ideal.
Hoy nos juzgan por nuestras ideas, nos encarcelan por luchar en defensa de la educación, nos reprimen porque ejercemos un derecho inalienable, nos critican por el camino de nuestro movimiento, pero no ven las causas que originan el conflicto. Tarde o temprano el gobernador tendrá su cosecha de todo lo que ha sembrado y no es Ayotzinapa la que lo enjuiciará, será la historia y nuestro heroico pueblo de Guerrero, que afortunadamente cuenta aún con esa gran cualidad de ser bronco, y Zeferino está a un hilo de despertarlo.
Gracias
Hugo Cruz García
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