Advierten sobre riesgos de trasgénicos que podrían ser sembrados en México
Con un ritual en la cuna del maíz, parte otra caravana contra TLCAN
Se reúnen activistas en Coxcatlán, donde se hallaron los vestigios más antiguos del grano
Jaime Avilés (Enviado)
Coxcatlán, Pue. 22 de enero. Con un ritual poético ante la gruta donde en 1966 fueron hallados los vestigios de maíz más antiguos que se conocen en el planeta –que datan de hace 8 mil años–, esta mañana arrancó la caravana Sin maíz no hay país, que recorrerá el sur de Puebla para llegar el sábado al Zócalo de la ciudad de México, donde exigirá la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para impedir el ingreso irrestricto de maíz y frijol estadunidenses.
"Después del descubrimiento del fuego, el descubrimiento del maíz fue quizá el acto de creación más importante de la humanidad", afirmó la actriz Jesusa Rodríguez en el sitio donde hace 42 años culminó la búsqueda del doctor Richard Makieniech, el científico que durante largo tiempo exploró la región del sur de Tehuacán tras los fósiles de los primeros elotes que fueron cosechados en Mesoamérica.
El maíz, explicó a su vez el antropólogo Julio Glockner, principal organizador de la caravana, "propició el inicio de la agricultura y tuvo que ver con el hecho de que los pueblos se volvieran sedentarios, pero curiosamente a medida que la planta evolucionaba se iba recubriendo de un mayor número de hojas para evitar que sus semillas cayeran a la tierra, es decir, para defenderse de los humanos, sus creadores".
Al término de una excursión por un territorio semidesértico, abundante en cactáceas de todo tipo, la caravana subió hasta la cima de una pequeña loma en la que había una enorme roca dorada, similar al grano de maíz amarillo, donde los caminantes aceptaron la exhortación de Jesusa de "recuperar el silencio mítico", esto es, el que, según la interpretación de Alfredo López Austin, existió en el mundo "antes de la humanidad".
Y mientras el grupo, en efecto, se ponía en contacto con la energía de la tierra –pese a los inoportunos timbrazos de algunos teléfonos celulares que de repente sí tenían señal–, el ex sacerdote católico Anastasio Hidalgo, a quien todos llaman aquí "el cura Hidalgo", pidió que todas y todos alzaran las manos y saludaran a los cuatro puntos cardinales gritando el nombre de Ometéotl, la deidad suprema que en Mesoamérica representa el principio creador de la vida.
Pero mientras esto sucedía una enorme hormiga arriera iba y venía, cayendo y levantándose, dando vueltas de campana incluso, aunque sin soltar un pétalo dos veces más grande que ella, con el que se dirigía tanto hacia el oriente como al sur, "los lugares en donde se origina la vida", como hacia el norte y el poniente, "de donde la muerte viene", lo que trajo a la memoria de Jesusa el mito de Quetzálcoatl, que un día "se convirtió en hormiga para arrastrar un cerro", y que otra de las participantes comparó con el esfuerzo que deberá realizar el pueblo de México para detener la invasión del maíz trasgénico de la poderosísima transnacional Monsanto, que al amparo del TLCAN puede ya sembrar "semillas suicidas, que no se reproducen y matan las variedades de nuestro maíz original".
Después de practicarle una limpia con piedras y ramas a la persona que tuvieran más cerca, en ese imponente escenario que es la gruta los caminantes improvisaron una ofrenda con tortillas, velas de cebo y copal, y terminaron el ritual gritando muchas veces, y cada vez más fuerte, hacia el valle que devolvía con el eco las palabras del poeta zapoteco Ak Abal: "Nuestro maíz morirá el día que muera el sol".
La expedición comenzó muy temprano en San José Miahuatlán, un municipio del sur del estado de Puebla donde la pobreza y el abandono de las autoridades priístas se expresa en las ruinas del kiosco, restaurado en 1986 sin recibir mantenimiento desde entonces. Luego de sembrar maíz blanco en los cuatro costados del zocalito "para que cuando las matas crezcan permanezcan como recordatorio de nuestra lucha", como señaló Julio Glockner, la columna de vehículos se traslado a Coxcatlán, para celebrar un mitin relámpago en la plaza del pueblo, pese a las intentonas del alcalde, también priísta, Héctor López Macluf, de disolver el acto porque, según su secretario particular, tenía "tintes partidistas".
Ello en referencia a los carteles de la Convención Nacional Democrática y a las fotos de Andrés Manuel López Obrador que sostenían personas venidas de Orizaba, Veracruz.
Por la tarde, la caravana llegó a San Diego Chalco, donde las maquiladoras de pantalones de mezclilla que lavan sus telas a toda hora han contaminado las milpas con una perniciosa "agua azul", a ciencia y paciencia del gobierno estatal, que nada hace para detener la agresión ecológica.
Pasadas las ocho de la noche, la caravana llegó a la ciudad de Tehuacán, de donde partirá hacia Puebla pasando por Cuayucatepec, Tepanco, Tlacotepec, Tecamachalco, Cuapiaxtla, Tepeaca, Tecali y Totimehuacán. Esta actividad forma parte del Foro Social Mundial, que se inauguró ayer en el Zócalo capitalino.
En la Cueva del Maíz inició la caravana para la defensa del granoDesde la Cueva del Maíz, el sitio donde pudo haberse originado la humanidad, según la mitología prehispánica, un puñado de hombres y mujeres iniciaron este lunes la caravana por la defensa de este grano mexicano para recordar que las implicaciones de la mazorca trascienden el mero ámbito alimenticio y repercuten en nuestra definición como pueblo y como individuos. | |
Puebla, Pue. Desde la cavidad, ubicada en un cerro del desierto de Coxcatlán, en la región tehuacanense de Puebla, la actriz Jesusa Rodríguez, una de las organizadoras de esta marcha, comparó el ímpetu de quienes hoy abogan por el maíz generado en los cultivos tradicionales con el de "una hormiga que quiere jalar un cerro". La tarea, apuntó, se configura titánica, pero bien puede horadarse el cerro para derrumbarlo La equiparación con el himenóptero fue una de las muchas alusiones al imaginario de los pueblos indígenas que ayer se fusionaron con demandas vigentes del mundo actual. Porque los apologistas del maíz dijeron que no se oponen sólo al consumo de transgénicos, sino a todos los avasallamientos que perpetra día con día el capital y sus beneficiarios: la explotación del hombre por el hombre, la eliminación sistemática del derecho a la diferencia, la desaparición de la historia y cultura comunitarias, el ecocidio, la corrupción, la injusticia y la alienación, por mencionar algunos. "¡Es tiempo de recuperar el mito, de dirigir nuestros esfuerzos hacia la defensa de nuestros cuerpos y de nuestra inteligencia!", exclamó Rodríguez ante un grupo plural, de no más de 100 personas, integrado por agricultores, intelectuales, obreras, académicos, periodistas, activistas y comerciantes que caminaron de buen talante dos kilómetros de un terreno inhóspito, abundante en cactáceas de formas y colores espeluznantes, para llegar hasta la cueva. Sembrar maíz Los contingentes de la caravana provenientes del Distrito Federal y Puebla tuvieron su primera parada en San José Miahuatlán, o San José Espigas del Maíz –que eso significa Miahuatlán en náhuatl–; cuya vinculación con el grano está detallada en el techo del deteriorado kiosco de la plaza principal. La mazorca aparece pintada junto a otros elementos de vital importancia para la comunidad, como el guajolote y el tomate. Ahí, el antropólogo Julio Glockner, quien diseñó la ruta, con altavoz en mano invitó a los miahuatlences a unirse a la marcha, mientras Jesusa Rodríguez y otros activistas repartieron paquetes de un kilo de tortillas a los transeúntes. Al llegar a Coxcatlán, en cuya entrada existe un monumento al grano con la inscripción "cuna del maíz", ya esperaban a la caravana algunos reporteros de medios editados en Tehuacán y al menos nueve empleados de los servicios de inteligencia gubernamental, entre quienes destacaban los enviados del Centro de Información y Seguridad Nacional, que desde ese momento no se separaron un instante de los marchistas. Jesusa Rodríguez tomó el altavoz y subió a la fuente del zócalo, que en ese momento no tenía agua, para iniciar su discurso. Un par de policías municipales se apresuró para impedírselo gritándole que no tenía "permiso" para manifestarse, pero la actriz no se detuvo. Luego, mientras ella invitaba a los pobladores a unirse a la causa y hablaba sobre el efecto nocivo de los transgénicos, la televisión, los perjuicios del Tratado de Libre Comercio, la desigualdad económica, los malos gobiernos y la administración ilegítima que ocupa el panista Felipe Calderón, los uniformados se trenzaron en una discusión con alguno activistas para hacerlos desistir, sin lograrlo, mientras Glockner y otros sembraban granos de maíz en los jardines de la plaza de armas. El antropólogo pidió a los presentes que cuidaran el desarrollo de las mazorcas y anunció que en cada pueblo donde se detenga la caravana, se sembrarán más granos en los zócalos para recordar la importancia que la planta tiene en las vidas de los mexicanos. Para ese momento ya habían arribado al sitio el presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, Martín Amaru Barrios Hernández, acompañado de obreras del Sindicato 19 de Septiembre que litigan su permanencia en la maquiladora Vaqueros Navarra. También llegó el teólogo de la liberación, Anastasio Hidalgo, quien fue párroco de Coxcatlán por muchos años y encabezó la lucha por los derechos de los pueblos indios. Ambos tomaron el micrófono e insistieron sobre la relevancia de la mazorca. En una plática informal Hidalgo –conocido en la región como el padre Tacho– y Barrios dijeron que mestizos de la cabecera municipal de Coxcatlán discriminan a los indígenas, y dijeron que una prueba de ello es que permanece impune el asesinato de dos militantes del PRD, sucedido en 1993 e imputado al entonces alcalde de extracción priista, Leobardo Armas Mauro. Un campesino de unos 70 años se acercó al reportero para decirle que concordaba con lo que decían los oradores y sugería que también se hablara de la importación de otros productos agrícolas. Explicó que en ese momento no había muchos labriegos en la cabecera municipal porque estaban en la zafra. En el origen del mundo La caravana se enfiló hacia la Cueva del Maíz, localizada en un cerro que se distingue por una letra "M" gigante trazada en uno de sus costados y donde fueron hallados entre 1960 y 1963 por el arqueólogo Richard Mc Neish, los restos fósiles más antiguos del grano. Hoy el sitio está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que lo ha rodeado con un endeble barandal y una cubierta de cemento que recubre el lugar exacto donde se encontraban los vestigios. Ese sitio ha sido considerado desde entonces como el origen del mundo, siguiendo la mitología prehispánica que cuenta que el maíz fue obsequiado a los hombres para sustentar su existencia. El grano –uno de los tres más importantes para la humanidad–, señaló Glockner, ha estado tan ligado a la especie que ahora prácticamente no puede sobrevivir sin la intervención nuestra. En la cavidad, Jesusa Rodríguez insistió en que el movimiento de defensa del maíz tiene una importancia vital para los mexicanos, "porque no sólo constituye un alimento para nuestros cuerpos, sino para nuestros espíritus, para nuestra cultura, para nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro". Pidió entonces que quienes estaban en la cueva dejaran de lado sus preocupaciones ciudadanas; "la chatarra que nos consume a diario", para retornar al tiempo del mito, el tiempo de la convergencia entre los hombres y reflexionar sobre el punto degradante hasta el que ha sido capaz de llegar la humanidad. Informó que mientras en la cueva se rendía homenaje a la mazorca, estaba iniciando el Foro Social Mundial México 2008 y que al mismo tiempo centenas de agricultores del norte del país estaban en tránsito hacia la capital del país para coincidir ahí el 31 de enero y clamar por la renegociación del Tratado de Libre Comercio para Norte América. La actriz pidió que cada uno de los presentes tomara una piedra e hiciera "una limpia" –a la manera de los chamanes– a sus compañeros, para luego colocar los minerales en una ofrenda construida con tortillas, velas y una planta retorcida parecida a la sábila que, colocada en el centro, parecía un sol. Casi todos participaron en el improvisado ritual, hasta los reporteros y espías del gobierno poco habituados a incluirse en los actos públicos a los que son convocados. El padre Tacho dirigió luego un saludo colectivo a los cuatro puntos cardinales y después Jesusa Rodríguez pidió que los presentes compartieran las tortillas frías que estaban en el suelo y formaran un círculo para expresar sus pensamientos. Las manifestaciones fueron variadas: desde quienes hicieron un reconocimiento a los organizadores de la caravana y agradecieron al maíz por sus bondades, hasta quienes pidieron castigo para lo malos gobiernos, lucidez y humildad para los investigadores e intelectuales, entereza para enfrentar al sistema. Una mujer que, con otros, había estado protegiendo a una hormiga para que no fuera aplastada por los visitantes, abogó por la defensa del medio ambiente. Jesusa Rodríguez se refirió a un mito indígena en el que un dios observa a las hormigas negras que transportan maíz y decide convertirse en una hormiga roja para intentar jalar un cerro. Creo, abundó, que esas historias de nuestros antepasados tienen muchos mensajes para la actualidad, aseveró. Para terminar, la actriz pidió que todos repitieran con la voz baja hasta llegar al máximo volumen la sentencia de una poesía zapoteca: "¡Nuestro maíz morirá cuando muera el sol!". Los gritos fueron estremecedores. |
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Argelia Arriaga García
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