Por Antonio Peredo Leigue
Enero de 2009
¡Tan lejos en la geografía y tan cerca en el sufrimiento! El pueblo palestino ha sido víctima, desde antes de la creación del Estado de Israel, de la guerra que desataron los sionistas. Estos reclamaban como suya aquella tierra, haciendo befa de la hospitalidad con que fueron recibidos cuando fugaban de los progroms nazis. Los jefes de las bandas que quemaban poblados palestinos y asesinaban a sus habitantes, luego gobernaron el Estado que reconocieron las potencias que ganaron la Segunda Guerra Mundial.
No fue suficiente que se apropiaran de un territorio, expulsaran a los propietarios de la tierra y construyeran su patria. La construyeron sobre territorio que no les pertenecía, pues esa extensión nada tiene que ver con el reino hebreo al que se refiere la Biblia. Que allí están Jerusalén, Nazaret y Belén. Aquellas ciudades fueron reconstruidas por los árabes en los tiempos de Solimán, vueltas a remodelar por los cruzados cristianos y convertidas en ciudades habitables por los abuelos de los palestinos.
Terminada la guerra mundial, la política expansionista del sionismo, enfrentó a los países árabes vecinos a los que ha mantenido sometidos a las acciones de terror de sus generales. De sus gobernantes y de sus militares. Otra cosa es el pueblo judío que se ha expresado, en manifestaciones públicas, contra los criminales ataques que el gobierno ha desatado contra la Franja de Gaza.
Con la complicidad de los estados que propician al de Israel, incluso con la tolerancia y permiso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los sionistas que manejaron desde Tel Aviv y ahora desde Jerusalén la política guerrerista de ese país, invirtieron la mayor parte de sus recursos en potenciar sus ejércitos para dominar toda la extensión a la que puede llegar el largo brazo de su codicia.
Un Estado de esas características fue insertado allí para mantener, a los países vecinos, en una suerte de amenaza constante. Líbano, Siria, Jordania e incluso Egipto, han sido víctimas de ese ejército moldeado a imagen y semejanza de los ejércitos hitlerianos. ¡Qué macabra contradicción!
Del mismo modo que Washington se atribuye el derecho de calificar qué gobierno latinoamericano es bueno y cuál es malo, los gobernantes israelíes determinan quién y como debe conformarse la Autoridad Palestina. Ni uno ni otro tienen ese atributo. Es más: nadie tiene el valor de decir que, del mismo modo que el pueblo judío tiene derecho a un país, los palestinos tienen tantos méritos como ellos, además que reivindican su territorio arrebatado por las pandillas sionistas.
¿Qué hace la ONU?, ¿cómo puede ser que haya “cascos azules” en Congo, en Haití y otros lugares, mientras ni siquiera se intenta proteger a los palestinos? Por encima de los gobiernos cómplices del sionismo, los organismos de Naciones Unidas tienen la obligación de actuar en este caso. Pero, por supuesto, para que lo haga debe democratizarse. No es posible que, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, los cinco con derecho a veto (si puede llamarse derecho a esa arbitrariedad) decidan que Israel puede perpetrar la matanza sin que no se tome ninguna acción contra el genocidio, un crimen de lesa humanidad, calificado expresamente en los documentos de la ONU, pero sin ningún efecto práctico.
Mientras subsista el estado sionista, no habrá paz en el Cercano Oriente. Sólo un país que reconozca los mismos derechos a todos sus habitantes, un país en el que puedan convivir palestinos y judíos, una nación que condene el racismo sionista, que lo juzgue penalmente, será el mensaje de pacificación. Entonces y sólo entonces podrá decirse que la Organización de Naciones Unidas está cumpliendo su papel pacificador. Entonces y sólo entonces, los países industrializados tendrán autoridad moral al nivel de cualquiera de nuestras naciones. Mientras tanto, mientras disfracen la matanza de Gaza como si fuese una contienda en igualdad de contrincantes, serán cómplices del delito de genocidio.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Enviado por
Revista Koeyú Latinoamericano
revistakoeyulatinoamericano@gmail.com
Tel. (58 212) 481 7740
Cel. (58) 412 7332730
Caracas. Venezuela
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Enero de 2009
¡Tan lejos en la geografía y tan cerca en el sufrimiento! El pueblo palestino ha sido víctima, desde antes de la creación del Estado de Israel, de la guerra que desataron los sionistas. Estos reclamaban como suya aquella tierra, haciendo befa de la hospitalidad con que fueron recibidos cuando fugaban de los progroms nazis. Los jefes de las bandas que quemaban poblados palestinos y asesinaban a sus habitantes, luego gobernaron el Estado que reconocieron las potencias que ganaron la Segunda Guerra Mundial.
No fue suficiente que se apropiaran de un territorio, expulsaran a los propietarios de la tierra y construyeran su patria. La construyeron sobre territorio que no les pertenecía, pues esa extensión nada tiene que ver con el reino hebreo al que se refiere la Biblia. Que allí están Jerusalén, Nazaret y Belén. Aquellas ciudades fueron reconstruidas por los árabes en los tiempos de Solimán, vueltas a remodelar por los cruzados cristianos y convertidas en ciudades habitables por los abuelos de los palestinos.
Terminada la guerra mundial, la política expansionista del sionismo, enfrentó a los países árabes vecinos a los que ha mantenido sometidos a las acciones de terror de sus generales. De sus gobernantes y de sus militares. Otra cosa es el pueblo judío que se ha expresado, en manifestaciones públicas, contra los criminales ataques que el gobierno ha desatado contra la Franja de Gaza.
Con la complicidad de los estados que propician al de Israel, incluso con la tolerancia y permiso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los sionistas que manejaron desde Tel Aviv y ahora desde Jerusalén la política guerrerista de ese país, invirtieron la mayor parte de sus recursos en potenciar sus ejércitos para dominar toda la extensión a la que puede llegar el largo brazo de su codicia.
Un Estado de esas características fue insertado allí para mantener, a los países vecinos, en una suerte de amenaza constante. Líbano, Siria, Jordania e incluso Egipto, han sido víctimas de ese ejército moldeado a imagen y semejanza de los ejércitos hitlerianos. ¡Qué macabra contradicción!
Del mismo modo que Washington se atribuye el derecho de calificar qué gobierno latinoamericano es bueno y cuál es malo, los gobernantes israelíes determinan quién y como debe conformarse la Autoridad Palestina. Ni uno ni otro tienen ese atributo. Es más: nadie tiene el valor de decir que, del mismo modo que el pueblo judío tiene derecho a un país, los palestinos tienen tantos méritos como ellos, además que reivindican su territorio arrebatado por las pandillas sionistas.
¿Qué hace la ONU?, ¿cómo puede ser que haya “cascos azules” en Congo, en Haití y otros lugares, mientras ni siquiera se intenta proteger a los palestinos? Por encima de los gobiernos cómplices del sionismo, los organismos de Naciones Unidas tienen la obligación de actuar en este caso. Pero, por supuesto, para que lo haga debe democratizarse. No es posible que, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, los cinco con derecho a veto (si puede llamarse derecho a esa arbitrariedad) decidan que Israel puede perpetrar la matanza sin que no se tome ninguna acción contra el genocidio, un crimen de lesa humanidad, calificado expresamente en los documentos de la ONU, pero sin ningún efecto práctico.
Mientras subsista el estado sionista, no habrá paz en el Cercano Oriente. Sólo un país que reconozca los mismos derechos a todos sus habitantes, un país en el que puedan convivir palestinos y judíos, una nación que condene el racismo sionista, que lo juzgue penalmente, será el mensaje de pacificación. Entonces y sólo entonces podrá decirse que la Organización de Naciones Unidas está cumpliendo su papel pacificador. Entonces y sólo entonces, los países industrializados tendrán autoridad moral al nivel de cualquiera de nuestras naciones. Mientras tanto, mientras disfracen la matanza de Gaza como si fuese una contienda en igualdad de contrincantes, serán cómplices del delito de genocidio.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Enviado por
Revista Koeyú Latinoamericano
revistakoeyulatinoamericano@gmail.com
Tel. (58 212) 481 7740
Cel. (58) 412 7332730
Caracas. Venezuela
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
No hay comentarios.:
Publicar un comentario