Desaparecido

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO, A LAS 11:30 DE LA NOCHE

GABRIEL GOMEZ CAÑA, POR ULTIMA VEZ SE LE VIO EL SABADO 25 DE MARZO PASADO,  A LAS 11:30 DE LA NOCHE Orizaba, Veracruz.- Llevaba una playera negra, pantalon de mezclilla, es de complexion delgado y piel morena...Es militante del Frente Popular Revolucionario y activista de Organizaciones Sociales.

28 febrero 2007

Aun con los muertos el abuso no cesa

La desgracia que nada cambió en las minas

Los nuevos trabajadores tienen prohibido hablar del asunto. Obligatorio, salir con vida, aun cuando ellos deben costear su equipo. Cobran 500 pesos semanales por arriesgar la vida


Francisco Reséndiz/enviado
El Universal

Miércoles 28 de febrero de 2007

SAN JUAN DE SABINAS, Coah.- En las cercanías de Pasta de Conchos se oyen algunas máquinas que generan luz y otras que alimentan de aire a algunos mineros que trabajan sin descanso a 200 metros bajo tierra.

Ha pasado más de un año del accidente que mató a 65 obreros de Minera México. Los trabajadores dicen que todo sigue igual, que las medidas de seguridad no se han reforzado y que habrán de morir así... la Mina 8 se ha vuelto parte de la cotidianidad y poco a poco comienza a ser anécdota.

Con salarios semanales que van de 350 a mil 200 pesos, los mineros se visten y calzan solos. Usan ropa vieja, de la que se puede ensuciar sin volver a lavar, para entrar a los túneles. Al final del día, llenos de polvo de carbón, dicen, "estamos con vida para morir viviendo".

"Todo sigue igual... la tragedia no sirvió para nada... nos pagan poco y si hacemos escándalo nos corren. A veces sólo cuando hay inspectores nos prestan el equipo, pero al poco rato de que se van se recoge... de servicios de salud, ni hablar", dice Ignacio Ortiz.

Los mineros que hoy realizan la excavación en Pasta de Conchos en busca de sus compañeros no son parte del sindicato. Han sido empleados a través de las empresas contratistas, principalmente de Industrial Minera Agujita y en menor escala General de Hullua.

Dicen que la empresa les ha prohibido hablar con cualquier extraño sobre cómo es su vida dentro de la mina, con la advertencia de que si lo hacen serán despedidos de inmediato. La mayoría rechaza ser entrevistados, pero algunos mineros se arriesgan.

La profesora Maribel Rico, hermana de Gil Rico Montelongo, minero atrapado en Pasta de Conchos, afirma: "Los mineros siguen igual, sin mejoras salariales, sobreviviendo día a día, a veces sin comer, muchos empleados sin servicio de seguridad social y menos para pensar en el retiro".

Esta mujer, que ha sido una de las principales activistas a favor de las familias de los mineros muertos narra:

"A mi hermano a veces teníamos que completarle para la Navidad, para los Reyes, teníamos que juntarnos como familia. Él decidió ser minero pese a todo y lo apoyamos, pero las cosas siguen igual. En cada minero veo a mi hermano, en cada uno de ellos veo cómo mueren en vida por lo pobres que son".

José Manuel Pérez es un muchacho de 22 años. Alto y delgado, le gusta la música grupera de Liberación y echarle ganas al trabajo de la mina para ir los viernes de fiesta a Piedras Negras. Cuando hay baile en Nueva Rosita se queda. Usa camisa sin mangas y botas piteadas.

Luego se sincera frente a otros mineros: "No siento nada. Cuando entro a la mina sé que hay amigos ahí dentro, muertos, pero la verdad no me importa, hay que seguir viviendo. Sólo es un trabajo y tengo que ayudar a mantener mi casa. Al final Dios dirá si regreso o no".

Los mineros llegan al banco del centro de Nueva Rosita. Entran al cajero automático y sacan su dinero.

Ahí, en la puerta está un hombre. Tendrá como 45 años.

Es moreno y de escaso cabello. Tiene dos tatuajes; uno en cada brazo, uno es el rostro de un Cristo y el otro una calavera con telarañas.

Se llama José Luis Gutiérrez. Es minero y trabaja para Agujita sólo dos días a la semana por 300 pesos.

En un sitio de taxis se sienta, espera a que salgan sus compañeros y los aborda, es prestamista. "Pagan lo mismo y las medidas de seguridad son iguales, hay que buscar otra forma de vida", comenta.

Los trabajadores de Agujita ganan 300 pesos diarios para mil 800 a la semana y los de la otra empresa ganan hasta mil 400 pesos semanales y tienen la orden de no decir nada de lo que ocurre dentro de la mina a familiares, organizaciones no gubernamentales o a periodistas.

"Sólo nos dicen que quieren que salgamos de la mina como entramos: vivos, pero el equipo de seguridad es el mismo, a algunos les han dado lentes o guantes, botas, pero sólo es una vez, con la advertencia de que en adelante cada quien comprará su propio equipo", comenta Luis Manuel Hernández.

El recibo de nómina 123, de Minera México, a nombre de Fermín Tavares Garza, uno de los mineros atrapados en la Mina 8 de Pasta de Conchos, muestra que su viuda recibe 2 mil 366 pesos a la semana por tres turnos de trabajo.

La familia del minero recibirá 112 pesos por cada turno de ocho horas hasta que recuperen sus restos.

Pero la última hoja de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social, que tiene en su poder la familia del trabajador, muestra que la empresa lo tenía dado de alta con un sueldo de 42.49 pesos.

"Nos dieron unas botas, unos guantes y unos lentes, pero hay que compartirlos, dijeron que iba a ser una sola vez y que luego los tenemos que comprar nosotros, nada de ropa especial, nada. A veces prestan el equipo y cuando se van los inspectores lo recogen", comenta Ignacio Ortiz.

Este hombre vino a los pozos de libramiento norte de Nueva Rosita, operados por la empresa Bruma, a pasear una chiva y atender un corralito que lo han dejado tener aquí desde hace más de 30 años. Con botas industriales viejas, camisa roída por el tiempo y gorra pasea de un lado a otro al animal.

"Los muertos no ayudaron a que los vivos estuviéramos mejor... nos pagan bien poco, menos a los que trabajamos en pozos, yo tengo a tres de mis hijos aquí, trabajando, pero ni todos juntos sacamos suficiente para vivir mejor", dice.

En este campo de extracción rústica de carbón hay movimiento para ser domingo, cuando nadie trabaja. Un pequeño grupo de 15 trabajadores hace ruido en el último punto de explotación, pegado al tajo de Minera México... quieren sacar la cuota del turno: 35 toneladas.

El capataz del complejo minero anda en una camioneta blanca. Espera a que salgan los 10 mineros que están abajo, que baje el ganchero y que los tres hombres que muelen a marrazos los pedazos de carbón se acerquen para pagarles: 320 al que menos y 750 al que más por una semana.

San Juanita Maldonado, esposa de Ignacio, también viste humilde y se ve feliz pero se queja de que no alcanza lo que ganan, que es triste exponer todos los días la vida "por 500 pesos" y que es impensable considerar el retiro de su marido, aunque ya tiene 67 años. "Igual nos vamos a morir", acepta con visos de resignación.

En uno de los pozos, el último, el que está pegado al borde donde una empresa ha abierto un tajo en la tierra para sacar carbón, un par de muchachos se recuesta sobre un montón de este material. Esperan que sus compañeros abajo manden otro tanto para luego molerlo a marrazos.

Uno de camisa azul se pone nervioso al ver una pequeña cámara fotográfica. Otro posa para que lo tomen, pero de inmediato recibe un regaño del más viejo de los tres: "Déjennos trabajar, aquí si queremos comer tenemos que moler 35 toneladas del material en un día, ya váyase", dice.

Y así. Los mineros siguen trabajando bajo las condiciones que les dé la empresa, sea Minera México, Mimosa o cualquiera de las pequeñas que operan pozos de carbón, buenas o malas, por salarios que apenas les dan para sobrevivir y todos los días sin la certeza de que volverán a casa.

No hay comentarios.: