Porque se ha vuelto importante la reforma fiscal en el tema político, porque es la siguiente reforma estructural que intenta ingresar el Fondo Monetario Internacional. Hoy la llamada reforma fiscal, como lo ha dicho el Secretario Mario di Costanzo, no es más que una burda reforma que intenta golpear más a un sector de la sociedad y dejar a otro pequeño sector con enormes privilegios.
No llega ni a miscelánea fiscal
Magdalena Galindo
Lo primero que hay que decir de la reforma fiscal propuesta por el equipo de Felipe Calderón es que no existe.
A la introducción de un impuesto dirigido al comercio ambulante y la sustitución del impuesto al activo por el de Contribución Empresarial de Tasa Unica (CETU), que son las modificaciones relevantes, no se le puede llamar reforma tributaria. Otro cambio es el impuesto a los aerosoles, cuyo objetivo es inhibir la práctica de los grafiteros. Pero ése realmente no merecería mencionarse, pues ya es francamente infantil que una política hacendaria tenga que, por fin, combatir los letreros que pintan los jóvenes; quienes por otra parte, como parece obvio, no compran los aerosoles en tiendas establecidas, por lo que no les afectará el impuesto de Carstens.
Ciertamente, como cualquier economista o cualquier político sabe, el presupuesto federal, esto es los ingresos y el gasto del gobierno es el más poderoso instrumento con que cuenta el Estado para influir en el comportamiento de la economía y en la distribución del ingreso de la sociedad.
Una reforma tributaria tiene necesariamente que considerar esos dos aspectos, puesto que son los que justifican no sólo el cobro de impuestos, sino la propia acción del Estado. Los dos cambios propuestos por Carstens-Calderón no están dirigidos a ninguno de estos aspectos.
La CETU es un invento que pretende combatir la elusión fiscal, pues sólo aplica cuando sea mayor que el Impuesto Sobre la Renta (ISR). O sea, está pensado para los casos (muy frecuentes) en que las empresas, gracias a las deducciones que les permite la ley y a otras trampas contables, reducen sus obligaciones en el ISR a muy poco o nada.
En esos casos, se aplicará la CETU, aunque ciertamente a una tasa moderada de 16 por ciento ahora y de 19 por ciento a partir de 2009. No se trata, pues, de un nuevo impuesto, sino sólo del establecimiento de un mínimo para aquellos empresarios que eluden el ISR. No les sale tan caro, porque el ISR, después de varias reducciones se sitúa ahora en una tasa del 29 por ciento, mientras la CETU en sólo 16 por ciento.
En lo que atañe el otro cambio, está dirigido -esa es la obsesión de los empresarios y en consecuencia de este gobierno empresarial- contra el comercio ambulante.
Se establece que quien deposite en efectivo 20 mil pesos mensuales o más, y no esté registrado como contribuyente en activo, los bancos le cobrarán un impuesto del 2 por ciento.
No se necesita mucha malicia para imaginar que el efecto será la desintermediación financiera, o dicho de otro modo, los comerciantes ambulantes preferirán no depositar sus ingresos en un banco a fin de no pagar el 2 por ciento.
Como se ve, es una exageración llamar a estos cambios una reforma tributaria, y la más desaforada demagogia anunciar que la tal reforma busca combatir la pobreza en el país.
http://siempre.com.mx/economia.htm
Magdalena Galindo
Lo primero que hay que decir de la reforma fiscal propuesta por el equipo de Felipe Calderón es que no existe.
A la introducción de un impuesto dirigido al comercio ambulante y la sustitución del impuesto al activo por el de Contribución Empresarial de Tasa Unica (CETU), que son las modificaciones relevantes, no se le puede llamar reforma tributaria. Otro cambio es el impuesto a los aerosoles, cuyo objetivo es inhibir la práctica de los grafiteros. Pero ése realmente no merecería mencionarse, pues ya es francamente infantil que una política hacendaria tenga que, por fin, combatir los letreros que pintan los jóvenes; quienes por otra parte, como parece obvio, no compran los aerosoles en tiendas establecidas, por lo que no les afectará el impuesto de Carstens.
Ciertamente, como cualquier economista o cualquier político sabe, el presupuesto federal, esto es los ingresos y el gasto del gobierno es el más poderoso instrumento con que cuenta el Estado para influir en el comportamiento de la economía y en la distribución del ingreso de la sociedad.
Una reforma tributaria tiene necesariamente que considerar esos dos aspectos, puesto que son los que justifican no sólo el cobro de impuestos, sino la propia acción del Estado. Los dos cambios propuestos por Carstens-Calderón no están dirigidos a ninguno de estos aspectos.
La CETU es un invento que pretende combatir la elusión fiscal, pues sólo aplica cuando sea mayor que el Impuesto Sobre la Renta (ISR). O sea, está pensado para los casos (muy frecuentes) en que las empresas, gracias a las deducciones que les permite la ley y a otras trampas contables, reducen sus obligaciones en el ISR a muy poco o nada.
En esos casos, se aplicará la CETU, aunque ciertamente a una tasa moderada de 16 por ciento ahora y de 19 por ciento a partir de 2009. No se trata, pues, de un nuevo impuesto, sino sólo del establecimiento de un mínimo para aquellos empresarios que eluden el ISR. No les sale tan caro, porque el ISR, después de varias reducciones se sitúa ahora en una tasa del 29 por ciento, mientras la CETU en sólo 16 por ciento.
En lo que atañe el otro cambio, está dirigido -esa es la obsesión de los empresarios y en consecuencia de este gobierno empresarial- contra el comercio ambulante.
Se establece que quien deposite en efectivo 20 mil pesos mensuales o más, y no esté registrado como contribuyente en activo, los bancos le cobrarán un impuesto del 2 por ciento.
No se necesita mucha malicia para imaginar que el efecto será la desintermediación financiera, o dicho de otro modo, los comerciantes ambulantes preferirán no depositar sus ingresos en un banco a fin de no pagar el 2 por ciento.
Como se ve, es una exageración llamar a estos cambios una reforma tributaria, y la más desaforada demagogia anunciar que la tal reforma busca combatir la pobreza en el país.
http://siempre.com.mx/economia.htm
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