Marcela Gomez Zalce
¿El complot mongol?
• La conexión organizada
• La ruta del dinero...
Érase una vez, mi estimado, un político llamado Andrés Manuel López Obrador que, siendo jefe de gobierno, catapultó su figura al implementar importantes programas sociales estando atento a las necesidades de los más desprotegidos y con un sentido de justicia social que perturbó a la oligarquía que desencadenó una tormenta perfecta.
Érase una vez, my friend, un narcotraficante llamado Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, quien logró un divertido escape de un penal de alta seguridad con la evidente complicidad de las autoridades federales.
El travieso Chapo, líder del cártel de Sinaloa, incursionó en el mercado de las drogas sintéticas y en poco tiempo logró, amparado y coludido por the usual suspects de la administración de Vicente Fox, armar una entretenida red internacional que desde sus orígenes prendió los focos rojos en el tablero de varias de las agencias norteamericanas que, por la gravedad del asunto, quizá decidieron infiltrar a su personaje dentro del peligroso bajo mundo del narcotráfico.
Érase una vez, querido lector, que había un hombre de origen chino llamado, Zhenli Ye Gon –quien tiene una hermana, casada con un hombre propietario de un conocido restaurante chino aquí en la capital, quien trabajó como intérprete del... FBI y después fue ubicada en la estación de migración en Iztapalapa donde prestaba sus servicios de traducción amén de elaborar seductores briefings— que en tiempo récord fue nacionalizado mexicano durante la administración de Vicente Fox, y quizá por recomendación de alguna de esas agencias norteamericanas, que logró colarse entre la clase política —empresarial— farmacéutica desarrollando a su vez una maravillosa red en el mundo de la delincuencia organizada. El destino... y las cuidadosas circunstancias lo terminaron acercando con el líder del cártel de Sinaloa con quien cerró jugosos negocios en el tráfico de las drogas sintéticas que entraron desparpajadamente a nuestro país.
Había una vez una oligarquía que, ante el peligro inminente de la llegada al poder de una izquierda como la encabezada por López Obrador, decidieron aventarle los tres poderes encima y ante el fracaso de la estrategia resolvieron que el entonces candidato, Felipe Calderón Hinojosa, sería entronizado en Los Pinos... costara lo que costara.
Para llegar al Plan B, se debía tener una coartada sólida para que, al tocar el techo de los topes de campaña establecidos, el dinero fluyera sin laboriosos problemas para pagar los servicios requeridos que incluyeron el aberrante espoteo mediático, la campaña de miedo y odio, inesperados viajes al extranjero, la compra de todos los protagonistas imaginables el día de los comicios y durante el largo conflicto poselectoral. El fondo era impedir la llegada de ese peligro para sus intereses.
Haciendo el distintivo trabajo sucio en el rinconcito tenebrosón de la PGR, quizá se toparon con la simpática figura de Zhenli Ye Gon a quien ya le seguían la huella por originales motivos, entre otros la extorsión, y se juntó el hambre con las ganas de comer.
El travieso chino se vio súbitamente envuelto, en su de por sí complicada doble (¿o triple?) vida, en una tenebra electoral donde los ríos de lana llegaron a su casa transportados ocasionalmente —según vecinos de la zona– en camionetas de valores y otras, por personajes involucrados en la campaña de Felipe Calderón... que le dijeron coopelas ¡o cuelo!
El peligroso engrudo se hizo bolas al recibir instrucciones Ye Gon... y su hermana... de poner pies en polvorosa ante la inminencia del pitazo. Hoy está prófugo pero, indiscutiblemente, protegido por poderosas manos en Estados Unidos que tienen un muy, pero muy especial interés en su información. Las mismas que saben, de sobra, mover las aguas pese a fichas rojas whatever.
Zhenli ha enviado dos explosivos avisos al gobierno mexicano que ha demostrado torpeza y soberbia (combinación letal) en su manejo político. Uno en papel y otro anunciado para dentro de seis días... en un claro good will? de dar márgenes de maniobra para alcanzar un acuerdo... donde los intereses... de todos... coincidan... y estén... a salvo.
Habrá que dar para recibir, pues. O sea, todos ponen.
Los dos oscuros caminos de este chinogate tendrán efectos y daños colaterales. Uno, en el ámbito internacional —entre la delincuencia organizada—, y otro doméstico donde el misil aún no estalla. ¿Por qué? Simple.
Falta el pleito, my friend, de los verdaderos dueños del billete...
¿El complot mongol?
• La conexión organizada
• La ruta del dinero...
Érase una vez, mi estimado, un político llamado Andrés Manuel López Obrador que, siendo jefe de gobierno, catapultó su figura al implementar importantes programas sociales estando atento a las necesidades de los más desprotegidos y con un sentido de justicia social que perturbó a la oligarquía que desencadenó una tormenta perfecta.
Érase una vez, my friend, un narcotraficante llamado Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, quien logró un divertido escape de un penal de alta seguridad con la evidente complicidad de las autoridades federales.
El travieso Chapo, líder del cártel de Sinaloa, incursionó en el mercado de las drogas sintéticas y en poco tiempo logró, amparado y coludido por the usual suspects de la administración de Vicente Fox, armar una entretenida red internacional que desde sus orígenes prendió los focos rojos en el tablero de varias de las agencias norteamericanas que, por la gravedad del asunto, quizá decidieron infiltrar a su personaje dentro del peligroso bajo mundo del narcotráfico.
Érase una vez, querido lector, que había un hombre de origen chino llamado, Zhenli Ye Gon –quien tiene una hermana, casada con un hombre propietario de un conocido restaurante chino aquí en la capital, quien trabajó como intérprete del... FBI y después fue ubicada en la estación de migración en Iztapalapa donde prestaba sus servicios de traducción amén de elaborar seductores briefings— que en tiempo récord fue nacionalizado mexicano durante la administración de Vicente Fox, y quizá por recomendación de alguna de esas agencias norteamericanas, que logró colarse entre la clase política —empresarial— farmacéutica desarrollando a su vez una maravillosa red en el mundo de la delincuencia organizada. El destino... y las cuidadosas circunstancias lo terminaron acercando con el líder del cártel de Sinaloa con quien cerró jugosos negocios en el tráfico de las drogas sintéticas que entraron desparpajadamente a nuestro país.
Había una vez una oligarquía que, ante el peligro inminente de la llegada al poder de una izquierda como la encabezada por López Obrador, decidieron aventarle los tres poderes encima y ante el fracaso de la estrategia resolvieron que el entonces candidato, Felipe Calderón Hinojosa, sería entronizado en Los Pinos... costara lo que costara.
Para llegar al Plan B, se debía tener una coartada sólida para que, al tocar el techo de los topes de campaña establecidos, el dinero fluyera sin laboriosos problemas para pagar los servicios requeridos que incluyeron el aberrante espoteo mediático, la campaña de miedo y odio, inesperados viajes al extranjero, la compra de todos los protagonistas imaginables el día de los comicios y durante el largo conflicto poselectoral. El fondo era impedir la llegada de ese peligro para sus intereses.
Haciendo el distintivo trabajo sucio en el rinconcito tenebrosón de la PGR, quizá se toparon con la simpática figura de Zhenli Ye Gon a quien ya le seguían la huella por originales motivos, entre otros la extorsión, y se juntó el hambre con las ganas de comer.
El travieso chino se vio súbitamente envuelto, en su de por sí complicada doble (¿o triple?) vida, en una tenebra electoral donde los ríos de lana llegaron a su casa transportados ocasionalmente —según vecinos de la zona– en camionetas de valores y otras, por personajes involucrados en la campaña de Felipe Calderón... que le dijeron coopelas ¡o cuelo!
El peligroso engrudo se hizo bolas al recibir instrucciones Ye Gon... y su hermana... de poner pies en polvorosa ante la inminencia del pitazo. Hoy está prófugo pero, indiscutiblemente, protegido por poderosas manos en Estados Unidos que tienen un muy, pero muy especial interés en su información. Las mismas que saben, de sobra, mover las aguas pese a fichas rojas whatever.
Zhenli ha enviado dos explosivos avisos al gobierno mexicano que ha demostrado torpeza y soberbia (combinación letal) en su manejo político. Uno en papel y otro anunciado para dentro de seis días... en un claro good will? de dar márgenes de maniobra para alcanzar un acuerdo... donde los intereses... de todos... coincidan... y estén... a salvo.
Habrá que dar para recibir, pues. O sea, todos ponen.
Los dos oscuros caminos de este chinogate tendrán efectos y daños colaterales. Uno, en el ámbito internacional —entre la delincuencia organizada—, y otro doméstico donde el misil aún no estalla. ¿Por qué? Simple.
Falta el pleito, my friend, de los verdaderos dueños del billete...
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