7 de abril del 2003
Irak y la crisis de las bolsas
Emilio J. Corbière
Argenpress
George W. Bush libra dos guerras, una, la invasión y anexión de Irak; la otra, en Wall Street, donde se refleja en la Bolsa la profunda crisis de la economía basada en el capitalismo financiero. Jaqueado por el déficit fiscal, la deflación y la recesión económica, el modelo neoliberal elige la guerra como una 'fuga hacia delante'.
Mientras el poderío bélico anglonorteamericano masacra a los iraquíes y se apoderan de los pozos petroleros, el interrogante que se plantean los observadores es sobre qué repercusión tendrá la guerra en la economía norteamericana y mundial.
Esta es la pregunta que se formula Rob Lever desde las páginas del 'The New York Times'. Dice que la recesión es ya un hecho. El crecimiento norteamericano es endeble y en Japón y otros países europeos, la tasa de crecimiento de la economía mundial podría caer debajo de la barrera del 2,5% considerada por varios analistas como el umbral a una recesión.
Stephen Roach, economista jefe de la Morgan Stanley dice que 'la guerra, la incertidumbre y la epidemia de neumonía constituyen un cóctel complicado para toda la economía' acotando: 'una recaída de la economía mundial en la recesión parece cercana'. Lo mismo repite David Rosenberg, de la firma de inversiones Merril Lynch.
En Estados Unidos se reducen los puestos de empleo, se debilitan los gastos de consumo y las inversiones de empresas y retrocede la actividad en el sector de los servicios.
Los halcones están eufóricos
Sin embargo, los halcones de Washington están eufóricos. Creen que la invasión de Irak confirma la hegemonía norteamericana, consideran que el Mercado Común Europea se debilitará y tendrá que ir al pie de los Estados Unidos. Consideran que la transferencia de 400 mil millones de dólares del presupuesto norteamericano -que pagará todo el mundo- al 'complejo militar-industrial' reactivará la economía y piensan que el Mercado Común Asiático sufrirá las consecuencias de la próxima confrontación con Corea del Norte. Estados Unidos quieren hacer caer su crisis bursátil y de los fondos de inversión, en otros países. Las políticas de créditos generadas por la FED y las 'burbujas financieras' no alcanzan para superar la situación. Por eso el neoliberalismo ha comenzado una nueva etapa en una fuga hacia delante. La guerra e invasión de Irak se sitúa en este contexto.
El crack bursátil
Pero las leyes de la economía son inexorables. Desde el verano boreal, acompañando a Wall Street y al Nasdaq (primer mercado electrónico del mundo desde 1971), se mantiene la caída de las bolsas del mundo. El valor nominal de las acciones (la capitalización bursátil) cayó un 30%. 'Más de 8 billones de dólares se hicieron humo en Wall Street desde mediados de 2000', sostuvo 'Le Monde' el 22 de octubre pasado. Luego vinieron los mecafraudes de una docena de multinacionales, fraudes encabezados por Enron Com y la Halliburton. Las acciones, entonces, panaceas en los tiempos de bonanzas y símbolos del capitalismo bursátil, se transforman de la noche a la mañana en 'pedazos de papel', desnudando el carácter ficticio de los activos financieros. De todas maneras, repercuten en la paralización de la producción, el tráfico de los ferrocarriles y canales o la paralización de obras o el lanzamiento de capital a empresas carentes positivamente de valor. Uno de los canales de la propagación de los efectos de los crack bursátiles en la actualidad es la desaparición del ahorro-jubilación. La amenaza pende en Estados Unidos sobre 40 millones de asalariados que tienen un plan de ahorro y cuyos retiros y jubilaciones están amenazados.
La fragilidad en que se mueve el capitalismo especulativo financiero se basa en la fragilidad financiera sistemática de los fondos de inversión. Los efectos altamente desestabilizadores y socialmente debilitantes nacidos de la captación y centralización de las riquezas a favor de las formas contemporáneas del capital rentista se hacen sentir ahora en el corazón del sistema. En Wall Street se manifiesta el choque entre las pretensiones de este capital y los límites inherentes al proceso de producción y realización del valor y del plusvalor. Finalmente, las multinacionales terminaron falsificando en gran escala las cuentas de las empresas.
Los Estados Unidos son el único país que puede financiar sus gastos estatales, militares y privados, atrayendo lo esencial de la liquidez financiera disponible mundialmente. Por eso quiere consolidar su hegemonía mediante una 'dictadura mundial' y la guerra es el escape a las contradicciones.
Déficit norteamericano
Hay tres déficits que desequilibran la economía de la superpotencia y ese es uno de los aspectos más críticos que golpea a sus intentos hegemónicos:
a) déficit de la cuenta exterior corriente de flujos de capital (la que registra las transacciones financieras) que ha colmado en este momento lo que los economistas llaman 'tasa de ahorro negativa';
b) un endeudamiento privado muy alto permitido por los mecanismos crediticios a las empresas y a los hogares y
c) un déficit de la balanza exterior corriente que va aumentando, año a año, hasta alcanzar niveles que ningún país industrial ha conocido durante tanto tiempo. Para paliar la crisis, ya no sirven las medidas de la FED tendientes a crear crédito. Sólo la guerra puede permitirles asegurarse, según creen los halcones de Washington, una salida a la crisis. No es nuevo que el capitalismo recurra a la guerra. Parecería que la historia se repite en estos días trágicos para la humanidad.
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