Por Germinal
Para Patto con mi admiración y respeto.
Al llegar a la explanada de la plaza de la república para asistir a la feria del fraude, organizado por ese torbellino de creatividad artística que es Jesusa Rodríguez, me enfrenté a una situación de escoger preferencias.
Siempre me ha costado mucho trabajo tomar decisiones para la adquisición de cualquier bien para mi consumo propio, pero tratándose de libros, la cosa adquiere tintes dramáticos, al grado de desquiciar el mecanismo interno encargado de producir decisiones, así que al ver que se me ofrecían dos libros recién salidos de la imprenta, y que prometían dos deliciosas y hasta irresponsables noches en vela, me puso en una situación rayana en la parálisis mental.
Como muchos de los que militamos en la izquierda, no me distingo precisamente por gozar de una posición económica holgada, y en ese momento solo me alcanzaba para adquirir uno de los dos libros; la disyuntiva era, pues, verdaderamente dolorosa, ¡O Elenita, o Andrés Manuel!
El factor de decisión podría radicar en lo más grosero de las limitaciones, ...¡los chelines!, 180 ó100 pesos.
El factor político estaba resuelto, los dos son de izquierda, los dos son honestos, los dos aman entrañablemente a México, los le dan voz a los mas marginados y desposeídos, y los dos, cada quien a su manera, le saben llegar en lo mas profundo del corazón, a quienes tiene la suerte de tener, aunque sea lejano, un contacto con su carisma.
Así que quedaba el factor principal que hace que un lector se decida por un libro o por otro, el oficio del autor, así que me decidí por Elena y su libro cuyo formato me hizo evocar “La Noche de Tlatelolco”, además Ella iba a estar ahí, con Jesusa y el Fisgón, para presentar su libro, y después, en un descuido y hasta me lo firma.
¿Y por que hablo de “Amanecer en el Zócalo” si esta reunión es para presentar el libro de Andrés Manuel?
Primero porque las circunstancias políticas y yo diría históricas, unieron a estas dos almas deslumbrantes, y segundo, porque debo confesarles que en ese proceso de toma de decisión, pesó mucho la perspectiva de encontrarme con un texto plañidero, o en el mejor de los casos, panfletario. (Parece que el “peje” tiene como sino, concitar los prejuicios clasemedieros)
Pero la sorpresa no se hizo esperar desde la lectura de las primeras páginas, Andrés Manuel posee la gran cualidad de la sencillez del lenguaje. Y ese mismo lenguaje que le ha reportado millones de simpatizantes, está siempre presente en todo el discurso del libro.
A su modo, sin ostentaciones, nos describe su infancia y su adolescencia y con ellas, sus orígenes muy modestos, casi pobres. Y a así, sencillito, sin pretensiones, nos narra sus afanes de universitario y sus pininos al lado de ese maravilloso poeta de la “Piedra de sacrificios”, Don Carlos Pellicer.
Hay momentos del libro en que mas que describir o narrar, charla con el lector y reflexiona con el, nos descubre las cualidades de un líder, y platica los miedos y las inseguridades en el proceso de negociación con los poderosos, o la toma de decisiones para nunca arriesgar una vida humana.
Nos habla de alianzas, de anhelos, de estrategias, de equivocaciones y de derrotas. Nos transmite la ira y la incordia por el abuso, la explotación y la corrupción de los poderosos.
Y deja, sin querer, el testimonio de un buen hombre, que ama a sus hijos y no repara en mientes para reconocer la generosidad del pueblo que lo apoya, porque se funde en el, que es pueblo.
La lectura, pues, de “La mafia nos robó la Presidencia”, me reafirma la impresión que, desde antes del desafuero, tenía de Andrés Manuel López Obrador, y es que es poseedor de un lenguaje tan sencillo, que muchas veces no reparamos en la gran profundidad de sus propuestas, todas ellas, preñadas de la enseñanza invaluable que da un sólido conocimiento de nuestra historia.
Y un comentario final, López Obrador, demuestra una vez mas, su profundo respeto por la gente que cree en el, en ningún momento en sus 301 paginas, se encuentra un dislate politiquero, o el expediente tan socorrido en la literatura política, de usar el chisme o el denuesto procaz, en contra de quienes lo atacaron tan arteramente durante cuatro años, enarbolando la bandera de la “decencia”.
Se limita a presentar los hechos desde una perspectiva privilegiada, que seguramente será lectura obligada en los programas de estudio de la historia de las nuevas generaciones.
Tlalpan, D,F. a 15 de agosto de 2007
Para Patto con mi admiración y respeto.
Al llegar a la explanada de la plaza de la república para asistir a la feria del fraude, organizado por ese torbellino de creatividad artística que es Jesusa Rodríguez, me enfrenté a una situación de escoger preferencias.
Siempre me ha costado mucho trabajo tomar decisiones para la adquisición de cualquier bien para mi consumo propio, pero tratándose de libros, la cosa adquiere tintes dramáticos, al grado de desquiciar el mecanismo interno encargado de producir decisiones, así que al ver que se me ofrecían dos libros recién salidos de la imprenta, y que prometían dos deliciosas y hasta irresponsables noches en vela, me puso en una situación rayana en la parálisis mental.
Como muchos de los que militamos en la izquierda, no me distingo precisamente por gozar de una posición económica holgada, y en ese momento solo me alcanzaba para adquirir uno de los dos libros; la disyuntiva era, pues, verdaderamente dolorosa, ¡O Elenita, o Andrés Manuel!
El factor de decisión podría radicar en lo más grosero de las limitaciones, ...¡los chelines!, 180 ó100 pesos.
El factor político estaba resuelto, los dos son de izquierda, los dos son honestos, los dos aman entrañablemente a México, los le dan voz a los mas marginados y desposeídos, y los dos, cada quien a su manera, le saben llegar en lo mas profundo del corazón, a quienes tiene la suerte de tener, aunque sea lejano, un contacto con su carisma.
Así que quedaba el factor principal que hace que un lector se decida por un libro o por otro, el oficio del autor, así que me decidí por Elena y su libro cuyo formato me hizo evocar “La Noche de Tlatelolco”, además Ella iba a estar ahí, con Jesusa y el Fisgón, para presentar su libro, y después, en un descuido y hasta me lo firma.
¿Y por que hablo de “Amanecer en el Zócalo” si esta reunión es para presentar el libro de Andrés Manuel?
Primero porque las circunstancias políticas y yo diría históricas, unieron a estas dos almas deslumbrantes, y segundo, porque debo confesarles que en ese proceso de toma de decisión, pesó mucho la perspectiva de encontrarme con un texto plañidero, o en el mejor de los casos, panfletario. (Parece que el “peje” tiene como sino, concitar los prejuicios clasemedieros)
Pero la sorpresa no se hizo esperar desde la lectura de las primeras páginas, Andrés Manuel posee la gran cualidad de la sencillez del lenguaje. Y ese mismo lenguaje que le ha reportado millones de simpatizantes, está siempre presente en todo el discurso del libro.
A su modo, sin ostentaciones, nos describe su infancia y su adolescencia y con ellas, sus orígenes muy modestos, casi pobres. Y a así, sencillito, sin pretensiones, nos narra sus afanes de universitario y sus pininos al lado de ese maravilloso poeta de la “Piedra de sacrificios”, Don Carlos Pellicer.
Hay momentos del libro en que mas que describir o narrar, charla con el lector y reflexiona con el, nos descubre las cualidades de un líder, y platica los miedos y las inseguridades en el proceso de negociación con los poderosos, o la toma de decisiones para nunca arriesgar una vida humana.
Nos habla de alianzas, de anhelos, de estrategias, de equivocaciones y de derrotas. Nos transmite la ira y la incordia por el abuso, la explotación y la corrupción de los poderosos.
Y deja, sin querer, el testimonio de un buen hombre, que ama a sus hijos y no repara en mientes para reconocer la generosidad del pueblo que lo apoya, porque se funde en el, que es pueblo.
La lectura, pues, de “La mafia nos robó la Presidencia”, me reafirma la impresión que, desde antes del desafuero, tenía de Andrés Manuel López Obrador, y es que es poseedor de un lenguaje tan sencillo, que muchas veces no reparamos en la gran profundidad de sus propuestas, todas ellas, preñadas de la enseñanza invaluable que da un sólido conocimiento de nuestra historia.
Y un comentario final, López Obrador, demuestra una vez mas, su profundo respeto por la gente que cree en el, en ningún momento en sus 301 paginas, se encuentra un dislate politiquero, o el expediente tan socorrido en la literatura política, de usar el chisme o el denuesto procaz, en contra de quienes lo atacaron tan arteramente durante cuatro años, enarbolando la bandera de la “decencia”.
Se limita a presentar los hechos desde una perspectiva privilegiada, que seguramente será lectura obligada en los programas de estudio de la historia de las nuevas generaciones.
Tlalpan, D,F. a 15 de agosto de 2007
No hay comentarios.:
Publicar un comentario