Regina Martínez BOCA DEL RÍO, VER.- Al igual que la estrepitosa caída de la imagen mediática de Vicente Fox, la estatua del expresidente colocada en Boca del Río, Veracruz, fue vapuleada y derribada por una turba que hizo escarnio de ella.
Cuando el alcalde panista Francisco Gutiérrez de Velasco planeaba develar la efigie el domingo 14 de octubre, para rendir homenaje al exmandatario, un grupo de inconformes, sobre todo priistas, se reunió ante el monumento el sábado 13 y, entre gritos e insultos, sus integrantes escupieron la figura, le lanzaron huevos y jitomates podridos hasta que algunos de los presentes, provistos de una cuerda, la derribaron.
Al estrellarse en el suelo, la estatua de Vicente Fox perdió su mano derecha, que insinuaba la “V” de la Victoria, mientras los manifestantes, jubilosos, gritaban que así había caído Sadam Hussein, brincaban sobre ella o se sentaban en el tronco para tomarse la foto del recuerdo.
Pese a la oposición de diversos sectores sociales, incluidas agrupaciones empresariales –calificaban como imprudente el homenaje–, el alcalde Gutiérrez de Velasco mandó colocar en su pedestal la estatua de bronce de tres metros de altura, presuntamente donada por el escultor Bernardo Luis López Artasánchez.
Pero horas antes de que el presidente municipal pudiera pronunciar el discurso preparado, ante la figura de Fox se oyeron otras palabras: “¡Un ratero no merece una estatua!”, gritaba una muchedumbre en la que se hallaban los legisladores priistas Adolfo Mota Hernández y Gerardo Lagunes Gallina, el diputado local electo por ese distrito Raúl Zarrabal, así como los funcionarios del gobierno estatal Salvador Manzur y Alfredo Ferrari.
Todo esto ocurría cerca de las 11 horas del sábado 13, justamente en el bulevar “Vicente Fox” –rebautizado así por el propio ayuntamiento–, hasta donde habían llegado jóvenes, mujeres y taxistas, así como funcionarios del ayuntamiento ligados al PRI.
“Aquí no es Bagdad, pero se tira a los indeseados”, coreaba la turba ante la estatua caída, que fue arrastrada a lo largo de varios metros hasta que una persona se puso a saltar encima de ella cantando: “…Y tú que te creías el rey de todo el mundo…”.
La escena, retransmitida innumerables veces por las cadenas nacionales de televisión y del extranjero, fue comparada con la caída de la estatua del dictador de Irak, Sadam Hussein, quien fue ejecutado en la horca tras ser enjuiciado por una corte bajo control del gobierno de Estados Unidos.
Cuando ya estaba por los suelos el Vicente Fox de bronce, alguien le arrojó agua sucia sobre el rostro y, enseguida, los reunidos dejaron la efigie abandonada con un letrero que decía: “Monumento a la corrupción”.
Un día después, en respuesta, el alcalde de Boca del Río, acompañado por la directiva estatal del PAN –encabezada por Alejandro Vázquez Cuevas–, diputados federales, locales, militantes y autoridades panistas de municipios vecinos, levantaron la efigie hueca del expresidente, pero sobre el piso, ya no en su pedestal, para homenajear al primer presidente panista de la historia.
Bajo los candentes rayos del sol, los panistas que participaron como oradores para encomiar el sexenio foxista tacharon de “ignorantes, cobardes, incultos, intolerantes y represores” a quienes participaron en la protesta del sábado, y responsabilizaron de ello directamente al gobernador Fidel Herrera Beltrán…
Pero también este supuesto acto de desagravio quedó ensombrecido, pues aunque se desarrolló en medio de vallas de metal que protegían a la cúpula panista, un grupo de perredistas y representantes del denominado “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador irrumpió en el área y lanzó consignas contra el exmandatario federal.
“¡Ratero, corrupto, traidor a la democracia...!”, coreaban los perredistas tras las vallas metálicas, desde donde mostraban un muñeco de cartón con la imagen de un burro que representaba al expresidente Vicente Fox.
“¡Tírenlo al mar..., tírenlo al mar...!”, ordenaban. “¡Intolerante, represor, corrupto!”, añadían, y exigían a los panistas mandar aquella estatua hasta el rancho de La Estancia, en Guanajuato, “¡pues aquí no lo queremos por ratero!”.
En el acto, el alcalde panista defendió el derecho del ayuntamiento de Boca del Río a reconocer su gestión, “pues no hay pruebas de que el expresidente se haya enriquecido con el erario”, y aunque existe una investigación, reconoció, eso “no significa que sea culpable de antemano”.
A raíz de los hechos, el ayuntamiento panista decidió interponer una denuncia ante la PGR por los actos de “vandalismo”, pero el miércoles 17 el gobernador Fidel Herrera Beltrán y el presidente municipal de Boca del Río no descartaron la posibilidad de volver a colocar la controvertida estatua, aunque antes, advirtieron, “se consultará a la sociedad veracruzana”.
Sin embargo, a juicio del coordinador de la bancada del PRD en el Congreso local, Uriel Flores Aguayo, si otra vez se impone la actitud necia y soberbia del alcalde panista de Boca del Río, lo único que va a lograr es que la esfinge de Fox se convierta en “La Estatua del Escarnio”. l
21 octubre 2007
La Estatua del Escarnio
Etiquetas:
Foxilandia
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