José Gil Olmos
ACTEAL, CHIS.- El padre Pedro Arriaga, vicario de la diócesis de San Cristóbal de las Casas para la región tztotzil, afirma que la matanza de 45 indígenas el 22 de diciembre de 1997 en esta comunidad fue una acción premeditada por el Estado, como parte de un plan de contrainsurgencia para debilitar al EZLN.
Diez años después de esa matanza, el sacerdote jesuita sostiene que Felipe Calderón tiene el reto de seguir las investigaciones y castigar a los responsables intelectuales, entre ellos al expresidente Ernesto Zedillo, pues como jefe del Ejército no intervino para impedirlo.
El párroco de Chenalhó, municipio en el que se ubica Acteal, destaca un dato que, dice, podría explicar los intentos del escritor Héctor Aguilar Camín por exonerar al expresidente Ernesto Zedillo con sus artículos publicados recientemente en la revista Nexos:
“El caso de Acteal ya está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la posibilidad de que se dicte una resolución en contra de algunos personajes políticos importantes es quizá la razón de los escritos de Aguilar Camín. Si no hay justicia en un país, están los tribunales internacionales, que pueden juzgar a los responsables de matanzas o a dictadores, como fue el caso de Pinochet.”
El caso de Acteal volvió a ser objeto de debate en los medios durante las últimas semanas. Tras aquella masacre –perpetrada durante siete horas el 22 de diciembre de 1997– se implicó a 124 personas, pero sólo 83 fueron detenidas y sometidas a proceso. De ellas, seis quedaron exoneradas, una murió en prisión y otra más está confesa. Hasta la fecha solamente se les ha dictado sentencia condenatoria de 36 años a 24 de los presos.
En noviembre de 2006 un grupo de investigadores del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) e integrantes de la agrupación política nacional Alternativa Ciudadana 21, así como el historiador Aguilar Camín, anunciaron que defenderían a la mayoría de los presos porque, dijeron, hay pruebas de su inocencia.
Y aunque las autoridades no hablan de ningún autor intelectual implicado en la matanza, la agrupación civil Las Abejas, a la que pertenecían los indígenas sacrificados, señala como principal responsable al expresidente Zedillo.
Así, en un comunicado leído poco antes de la misa del pasado 22 de noviembre en la ermita de Acteal, construida sobre el terreno donde cayeron los indígenas asesinados, integrantes de Las Abejas exclaman:
“Qué vergonzoso que hasta ahora no se haya hecho justicia contra los autores intelectuales de la masacre de Acteal y que (éstos) gocen de total impunidad; algunos de ellos están en el poder, unos más en otros países mostrándose decentes u honestos. Un ejemplo es Ernesto Zedillo, autor intelectual de la masacre de Acteal que dijo en España que se investigó a fondo y que lamenta lo que pasó.”
–¿Hay una responsabilidad del entonces presidente Ernesto Zedillo por omisión? –se le pregunta al padre Arriaga.
–¡Claro! Es el jefe de las Fuerzas Armadas. A dos kilómetros de Acteal estaba el Ejército acampado. La masacre empezó a las diez y cuarto de la mañana y terminó a las 5 de la tarde. ¿Por qué no actuó? Esto estaba planeado, se organizaron para actuar. La existencia de los paramilitares evidenció la ayuda que tuvieron del Ejército.
“Que se haga justicia”
El padre Arriaga, quien llegó a Chiapas en 1997, trabajó durante la década de los ochenta en los campamentos de refugiados centroamericanos en Campeche. Entrevistado en la ermita de Acteal, el párroco critica los artículos de Aguilar Camín publicados en las ediciones de octubre, noviembre y diciembre de la revista Nexos bajo el título Regreso a Acteal:
“Me parece que es un escrito indignante; la argucia intelectual para camuflar o confundir con datos los hechos que ocurrieron es indignante. No son escritos hechos con sinceridad, con claridad; además, están reflejando en gran parte la postura que han ido teniendo los evangélicos de querer liberar a los presos y de ‘borrón y cuenta nueva’, de olvidarnos de Acteal.”
Y se explaya: “Nuestra postura es que primero se haga justicia. Después viene la paz. Un ejemplo que damos es que cuando el Papa Juan Pablo II sufrió un atentado fue a la cárcel a perdonar a su agresor, pero no a pedir que lo dejaran libre. Aquí es lo mismo, no por un sentido de venganza, sino de que se aplique la justicia. De no hacerlo, estaríamos consintiendo la impunidad.”
El vicario explica que mientras en México no se ha hecho justicia, el caso de Acteal ya fue aceptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y es probable que se reconozca la culpabilidad de algunos personajes políticos importantes.
“Por eso tal vez puede haber cierto temor en México de que la Corte emita una resolución y por eso quieren aplacar las cosas aparentando que ya se hizo justicia. Las indemnizaciones, los programas de ayuda que están proponiendo para Las Abejas, las ofertas económicas para la cooperativa de café, todas estas acciones intentan aplacar las demandas de justicia. La propia creación de una fiscalía por parte del gobernador Juan Sabines lleva esa intención”, sostiene Arriaga.
Considera que lo anterior apunta hacia la renovada defensa de los presos implicados en la masacre, y afirma que incluso existe la versión de que el presidente Calderón se comprometió con la Iglesia evangélica a poner en libertad a algunos de los indígenas presos que profesan esa religión y que presuntamente son inocentes.
Según Arriaga, la interpretación de la matanza como un conflicto interreligioso es falsa. Recuerda que en 1998 hubo un evento ecuménico en el templo evangélico de Yabteclum, lo que “prueba que había buenas relaciones entre católicos y presbiterianos. Lamentablemente muchos de los acusados de la masacre son evangélicos, pero también hay algunos católicos; es decir, no había una selección sólo de evangélicos en ese grupo”.
Otra versión indicaba que con esa matanza se trató de aterrorizar a los pueblos indígenas para que renunciaran a sus organizaciones, y una tercera mencionaba que el golpe tuvo como propósito amedrentar a la Iglesia católica, en particular a la diócesis de San Cristóbal, porque entre las personas sacrificadas había algunos catequistas.
Sin embargo, afirma el religioso, lo único claro es que la matanza fue un hecho planeado: duró cinco horas, y cuando se avisó a las autoridades, éstas respondieron que sólo eran “disparos al aire”.
–A 10 años de ocurrida la matanza ¿sigue considerándose como una maniobra montada por el Estado?
–Sí, cada vez es más claro. Los testigos están confirmando que fue una estrategia de Estado. Hay incluso testimonios que señalan que el gobernador Julio César Ruiz Ferro ya sabía que él iba a caer al siguiente día. Ese tipo de testimonios nos dicen que ya había algo planeado… No fue una acción inesperada. Hubo un plan, y quienes tendrían mayor responsabilidad son los oficiales de la policía y del Ejército.
Arriaga insiste en que si bien el golpe fue brutal para los indígenas feligreses, se revirtió desde la fe, pues ahora Acteal es una fuente de fuerza espiritual.
“Para nosotros los católicos ha sido una fuente de espiritualidad, de retiros, encuentros de la diócesis, peregrinaciones a pie hasta la Basílica de Guadalupe. Es una fuente de fuerza y un sentido de espiritualidad.”
El vicario de la diócesis de San Cristóbal asegura que, para evitar que el gobierno estatal divida a la cooperativa Las Abejas haciendo ofertas de indemnización a sus líderes, es el momento de esclarecer los hechos, de aplicar la justicia y encontrar a los culpables.
“El trasfondo de Acteal es la injusticia social, de marginación y pobreza. Eso está inscrito en la gran lucha indígena zapatista y de todos los pueblos indígenas y campesinos rezagados, marginados.”
–¿Felipe Calderón tiene la responsabilidad de reiniciar la investigación e ir hasta las últimas consecuencias?
–De alguna manera sí. Él es el representante del Ejecutivo federal, pero llevamos un sexenio en que la causa indígena está en el olvido. El comisionado Luis H. Álvarez no hace nada, mientras que la fiscalía que creó el gobernador Juan Sabines no tiene resultados. l
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