La “sugerencia” de Beltrones
Jenaro Villamil
Para amarrar los votos del PT y de Convergencia en la aprobación de la reforma electoral, el líder del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, “sugirió” al senador perredista Carlos Navarrete la fusión, en un solo organismo político, de los partidos agrupados en el Frente Amplio Progresista. Proceso recogió en el Senado información que apuntala esta versión. Pero el perredista no supo manejar la situación, lo que provocó la división entre los legisladores de su partido. Por eso, Andrés Manuel López Obrador acusa a sus compañeros de partido de “hacerle el juego” al binomio PAN-PRI.
En el último tramo de la reforma electoral, las diferencias entre los legisladores perredistas que apoyan la redacción del nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), en especial los integrantes de Nueva Izquierda, conocidos como Los Chuchos, y los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, derivaron en un enfrentamiento público que augura un reacomodo de fuerzas al interior del PRD y del Frente Amplio Progresista (FAP).
En menos de una semana, esas disputas se ventilaron públicamente y escalaron a tal grado que del descontento del PT y de Convergencia ante las nuevas reglas para la formación de coaliciones se pasó a un enfrentamiento entre López Obrador, quien apoyó a sus dos aliados en el FAP, y la corriente Nueva Izquierda, cuyos integrantes apoyaron las reformas al Cofipe y propusieron que el FAP se fusione en un solo partido.
Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD e integrante de la corriente de Los Chuchos, fue quien propuso el miércoles 5, el mismo día que el Senado votó la nueva ley electoral, que los tres partidos del FAP se fusionaran en un nuevo organismo y que éste fuera encabezado por López Obrador.
Versiones internas del Senado confirmaron a Proceso que la propuesta de la fusión le fue sugerida a Navarrete por Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada del PRI y principal negociador de la reforma electoral, en un último intento por evitar el voto en contra del PT y Convergencia. Sin embargo, Navarrete no la consultó previamente con los principales implicados: los propios integrantes del FAP.
Las respuestas de los partidos y del propio López Obrador a la propuesta de Navarrete fueron inmediatas: “Es una ocurrencia”, dijo Dante Delgado, coordinador de Convergencia, una “cortina de humo”. Y se lanzó contra los legisladores del PRD que votaron a favor de la reforma electoral.
López Obrador fue más directo: “No renunciaré al PRD ni formaré otro partido”, advirtió, y destacó que no puede dirigir otro partido porque su compromiso es como “presidente legítimo”. Pero aprovechó una ronda de entrevistas para deslindarse de la reforma electoral y acusar a los legisladores del PRD de “hacerle el juego” al binomio PAN-PRI.
En medio de este debate, Cuauhtémoc Cárdenas, excandidato presidencial y fundador del PRD, desestimó la propuesta de la fusión, tal como la presentó Navarrete, y subrayó que su partido no puede desaparecer.
“Ficción noticiosa”
Para Porfirio Muñoz Ledo, expresidente nacional del PRD y consejero en el Senado para la reforma del Estado, “se están confundiendo tres problemas distintos: la discusión de subordinar a los partidos emergentes mediante la supresión de las coaliciones; la propuesta de última hora de abrir el régimen de fusiones, que es buena, y la intencionalidad política de quienes promueven la fusión”
En entrevista con Proceso, asegura que le parece extraño que “la misma voz que atacó las coaliciones proponga ahora la fusión”. Y resume, irónico: “Lo que resulta paradójico es que el mismo personaje que cortó a la novia, ahora le ofrece casa, aunque no sabemos si la dejará pasar de la cocina.”
El también asesor de López Obrador califica de “ficción noticiosa” el debate sobre la supuesta desaparición del PRD. Y explica que “lo que está en el debate es el futuro de la izquierda y de las coaliciones”.
En contraste, el senador Arturo Núñez, uno de los redactores de la reforma del Cofipe, afirma que la nueva ley electoral sí hace más flexibles las reglas para formar alianzas y coaliciones, pero admite que “el tema de disputa es cómo deben aparecer en la boleta”, ya que el dictamen aprobado por el Senado ordena que sea a través de emblemas separados.
Y el senador Ricardo Monreal, así como los legisladores del PT y Convergencia, propusieron que los partidos coaligados y no la ley electoral sean los que definan si basta un solo emblema o son necesarios los logotipos de los partidos. Núñez indica que esta posibilidad era la mejor, pero fue rechazada por PRI, PAN y PRD.
“Los tres grandes se movieron en la llamada cláusula de vida eterna. Para mí es una aberración y es anticonstitucional porque el voto ciudadano es intransferible”, dice Núñez en entrevista con Proceso.
De acuerdo con el dictamen del Cofipe, en las coaliciones se “tomará” de la votación de los partidos el porcentaje de votos necesario para que cada uno de los coaligados mantenga el registro. Es decir, los partidos más grandes “transferirán” votos a los de menor tamaño.
Muñoz Ledo considera que esa es una “cláusula jíbara” porque, arguye, perpetúa la “satelización y la subordinación de los partidos emergentes”. Y describe el panorama de los intereses de cada partido: “el PAN se ha opuesto siempre a las coaliciones. El PRI prefiere que no las haya, pero es más pragmático. Es a un sector del PRD al que le interesaba que no hubiera coaliciones”.
“Han confundido lo que para la izquierda han significado las coaliciones. Se ha tratado siempre de un proyecto de nación. Además, es una falacia pensar que se puede saber cuántos votos tiene cada partido coaligado porque siempre depende del candidato al que apoyen”, advierte Muñoz Ledo, impulsor de la coalición del Frente Democrático Nacional que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y que apoyó también a Vicente Fox en 2000 y a López Obrador en 2006.
Y agrega: “Los votos son de los ciudadanos y no de los partidos. No están tomando en cuenta que muchos ciudadanos votan por el candidato”.
“¿Por qué lo hicieron?”, se pregunta Muñoz Ledo. Y él mismo responde: “Porque los promotores de esto no quieren depender de ningún candidato fuerte. Están suponiendo que ellos son el eje del mundo. Se olvidan que las coaliciones se hacen en torno a candidatos y a proyectos comunes de cambio. Todo cambio histórico supone coaliciones”.
Los reproches de López Obrador
Las diferencias entre el sector del PRD que negoció la reforma electoral y López Obrador se agudizaron la víspera de la última asamblea informativa de la Convención Nacional Democrática, realizada en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado 18 de noviembre.
En una reunión previa, realizada en sus oficinas de la calle de San Luis Potosí, en la colonia Roma, López Obrador le reprochó a Jesús Ortega, entonces coordinador del FAP, que buscara la dirigencia nacional del PRD y al mismo se reuniera con Juan Camilo Mouriño, el operador de Felipe Calderón.
Testigos de aquella reunión, en la que estuvieron los coordinadores legislativos del PRD en la Cámara de Diputados y en el Senado, recuerdan que López Obrador les reclamó por haber recibir recursos de Los Pinos para negociar posiciones políticas a cambio de la reforma electoral y del presupuesto. Ortega negó que hubiera alguna traición.
El 19 de noviembre se rompieron las pláticas en el seno del grupo plural que negociaba la redacción del nuevo Cofipe, entre los partidos pequeños (PT, Convergencia, Partido Verde) y los tres grandes (PAN, PRI y PRD).
Arturo Núñez recuerda que el motivo de distanciamiento fue la propuesta de la “cláusula de la vida eterna”.
“Hubo un apagón, un interregno en el seno de las negociaciones”, precisa Núñez, uno de los principales redactores del grupo plural. Recuerda que el tema de las coaliciones ya no dependió de la mecánica de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos (CENCA), la instancia formada para crear los consensos necesarios en torno de la reforma de Estado, de la cual depende la reforma electoral.
“PT y Convergencia presionaron mucho a Andrés Manuel y éste decidió enviar una carta para llamar a votar en contra de la reforma electoral”, asegura Núñez.
Casi al mismo tiempo, Jesús Ortega anunció que dejaba de coordinar el FAP, argumentando que su candidatura a la dirigencia del PRD no le permitía continuar con aquella labor.
A su vez, Porfirio Muñoz Ledo precisa que durante la discusión del Cofipe “hubo un engaño”. Del seno de la CENCA se sacó un texto “encorchetado” que incluía un capítulo de coaliciones muy distinto al aprobado, que preveía que los partidos coaligados figuraran en un solo emblema.
–¿Quién redactó entonces el texto final? –se le pregunta.
–Es un misterio. Creemos que fue Jorge Alcocer. Lo cierto es que fue un proyecto que trabajaron los partidos fuera de la CENCA.
Contra la simulación
El lunes 3, López Obrador dio a conocer una carta pública a los coordinadores del PRD en el Senado, Carlos Navarrete, y en la Cámara de Diputados, Javier González Garza, en la que exhorta a votar en contra de la reforma electoral a la cual calificó de “maniobra antidemocrática”.
“Considero que sería un acto de simulación votar a favor en lo general y hacerlo en contra en lo particular para seguir cubriendo las apariencias”, decía López Obrador al final de su misiva.
Dos días después, la sesión para discutir y aprobar en lo general y en lo particular las reformas al Cofipe estuvo dominada por los reproches del PT y de Convergencia al PRD. Siete senadores perredistas (Rosalinda López, María Rojo, Rosario Ibarra, Ricardo Monreal, Yeidckol Polevnsky, Salomón Jara y Lázaro Mazón) votaron contra la ley, al igual que otros nueve del PT y de Convergencia.
Alejandro González Yáñez, del PT, afirmó en tribuna que “pretenden castigar a los partidos emergentes, a los que somos leales a Andrés Manuel López Obrador. Es el supuesto pecado que hemos cometido y estamos dispuestos a pagarlo”.
En respuesta a los reclamos de los partidos emergentes, a nombre del PRI, Pedro Joaquín Coldwell declaró que ya era tiempo de que “sobrevivan las fuerzas que consigan cuando menos 1% de la votación”. E ironizó con uno de los lemas de la coalición que defendió el triunfo de López Obrador en 2006: “Quienes estamos a favor de un esquema de coaliciones queremos que efectivamente se cuente voto por voto y casilla por casilla, pero también partido por partido y candidato por candidato”.
El senador perredista Ricardo Monreal, quien propuso desde el 30 de noviembre dejar abierta la posibilidad de que los partidos coaligados mantuvieran un emblema único, dependiendo del convenio de coalición, afirmó que el régimen de coaliciones aprobado “tendrá efectos perniciosos estructurales” sobre la vida pública del país. Acusó la existencia de una “coalición de facto”, formada por el PAN, PRI y un sector del PRD que decidió acabar con las coaliciones de jure.
En tribuna, Arturo Núñez argumentó en contra del PT y Convergencia señalando que el texto del nuevo Cofipe sí hacía más flexible el régimen de coaliciones porque ya no era necesario presentar una declaración de principios, programa de acción y estatutos, porque no se trataba de una fusión.
Sin embargo, Núñez votó en contra del ordenamiento que indicaba que los partidos coaligados deben aparecer con emblemas separados en la boleta. “No le hubiera costado nada a los partidos grandes dejar abiertas las dos opciones. Prefirieron la ruta del enfrentamiento”, dice Núñez a Proceso.
En la discusión en lo particular, el senador Graco Ramírez propuso una adición al artículo 100, relativo a las fusiones de partidos, para aclarar cómo se distribuirán las prerrogativas y los tiempos en radio y televisión. El PRI apoyó esta modificación a cambio de que se incluyera un transitorio para que esta norma se aplicara hasta después de 2009. La bancada del PAN también la respaldó.
El CCE y AMLO
A la rebelión de López Obrador contra la reforma electoral se sumó el rechazo del Consejo Coordinador Empresarial y de la Coparmex, los mismos organismos que financiaron spots de guerra sucia contra el tabasqueño.
El jueves 6 ambos organismos anunciaron que buscarán ampararse contra la reforma por la supuesta violación a sus derechos de libertad de expresión, ya que no podrán comprar tiempo-aire en radio y televisión para promover o criticar a algún candidato.
Esa situación sorprendió al coordinador de la bancada panista en el Senado, Santiago Creel Miranda, quien expresó: “El Consejo Coordinador Empresarial unido a López Obrador para tratar de echar abajo la reforma electoral… Es algo realmente sorprendente”.
Sin embargo, afirmó que la posición del CCE es “aberrante” porque no existe posibilidad de amparo contra ninguna reforma constitucional, menos aún si ésta es de índole electoral. “Hasta un estudiante de primer año de derecho sabe perfectamente que no se puede pedir amparo contra la Constitución”, puntualizó.
El viernes 7 un juez federal rechazó el amparo, pero Creel ofreció entablar un diálogo con los empresarios para explicarles la mecánica de la reforma. Pero el diálogo se abrió ese mismo día, cuando diputados del PAN comenzaron a ventilar la posibilidad de que el Cofipe permitiera al IFE comprar espacios en radio y televisión. De manera paralela, un grupo de 40 legisladores del PRD cercanos a López Obrador afirmaron que votarán en contra de la reforma electoral por el asunto de las coaliciones.
Jenaro Villamil
Para amarrar los votos del PT y de Convergencia en la aprobación de la reforma electoral, el líder del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, “sugirió” al senador perredista Carlos Navarrete la fusión, en un solo organismo político, de los partidos agrupados en el Frente Amplio Progresista. Proceso recogió en el Senado información que apuntala esta versión. Pero el perredista no supo manejar la situación, lo que provocó la división entre los legisladores de su partido. Por eso, Andrés Manuel López Obrador acusa a sus compañeros de partido de “hacerle el juego” al binomio PAN-PRI.
En el último tramo de la reforma electoral, las diferencias entre los legisladores perredistas que apoyan la redacción del nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), en especial los integrantes de Nueva Izquierda, conocidos como Los Chuchos, y los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, derivaron en un enfrentamiento público que augura un reacomodo de fuerzas al interior del PRD y del Frente Amplio Progresista (FAP).
En menos de una semana, esas disputas se ventilaron públicamente y escalaron a tal grado que del descontento del PT y de Convergencia ante las nuevas reglas para la formación de coaliciones se pasó a un enfrentamiento entre López Obrador, quien apoyó a sus dos aliados en el FAP, y la corriente Nueva Izquierda, cuyos integrantes apoyaron las reformas al Cofipe y propusieron que el FAP se fusione en un solo partido.
Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD e integrante de la corriente de Los Chuchos, fue quien propuso el miércoles 5, el mismo día que el Senado votó la nueva ley electoral, que los tres partidos del FAP se fusionaran en un nuevo organismo y que éste fuera encabezado por López Obrador.
Versiones internas del Senado confirmaron a Proceso que la propuesta de la fusión le fue sugerida a Navarrete por Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada del PRI y principal negociador de la reforma electoral, en un último intento por evitar el voto en contra del PT y Convergencia. Sin embargo, Navarrete no la consultó previamente con los principales implicados: los propios integrantes del FAP.
Las respuestas de los partidos y del propio López Obrador a la propuesta de Navarrete fueron inmediatas: “Es una ocurrencia”, dijo Dante Delgado, coordinador de Convergencia, una “cortina de humo”. Y se lanzó contra los legisladores del PRD que votaron a favor de la reforma electoral.
López Obrador fue más directo: “No renunciaré al PRD ni formaré otro partido”, advirtió, y destacó que no puede dirigir otro partido porque su compromiso es como “presidente legítimo”. Pero aprovechó una ronda de entrevistas para deslindarse de la reforma electoral y acusar a los legisladores del PRD de “hacerle el juego” al binomio PAN-PRI.
En medio de este debate, Cuauhtémoc Cárdenas, excandidato presidencial y fundador del PRD, desestimó la propuesta de la fusión, tal como la presentó Navarrete, y subrayó que su partido no puede desaparecer.
“Ficción noticiosa”
Para Porfirio Muñoz Ledo, expresidente nacional del PRD y consejero en el Senado para la reforma del Estado, “se están confundiendo tres problemas distintos: la discusión de subordinar a los partidos emergentes mediante la supresión de las coaliciones; la propuesta de última hora de abrir el régimen de fusiones, que es buena, y la intencionalidad política de quienes promueven la fusión”
En entrevista con Proceso, asegura que le parece extraño que “la misma voz que atacó las coaliciones proponga ahora la fusión”. Y resume, irónico: “Lo que resulta paradójico es que el mismo personaje que cortó a la novia, ahora le ofrece casa, aunque no sabemos si la dejará pasar de la cocina.”
El también asesor de López Obrador califica de “ficción noticiosa” el debate sobre la supuesta desaparición del PRD. Y explica que “lo que está en el debate es el futuro de la izquierda y de las coaliciones”.
En contraste, el senador Arturo Núñez, uno de los redactores de la reforma del Cofipe, afirma que la nueva ley electoral sí hace más flexibles las reglas para formar alianzas y coaliciones, pero admite que “el tema de disputa es cómo deben aparecer en la boleta”, ya que el dictamen aprobado por el Senado ordena que sea a través de emblemas separados.
Y el senador Ricardo Monreal, así como los legisladores del PT y Convergencia, propusieron que los partidos coaligados y no la ley electoral sean los que definan si basta un solo emblema o son necesarios los logotipos de los partidos. Núñez indica que esta posibilidad era la mejor, pero fue rechazada por PRI, PAN y PRD.
“Los tres grandes se movieron en la llamada cláusula de vida eterna. Para mí es una aberración y es anticonstitucional porque el voto ciudadano es intransferible”, dice Núñez en entrevista con Proceso.
De acuerdo con el dictamen del Cofipe, en las coaliciones se “tomará” de la votación de los partidos el porcentaje de votos necesario para que cada uno de los coaligados mantenga el registro. Es decir, los partidos más grandes “transferirán” votos a los de menor tamaño.
Muñoz Ledo considera que esa es una “cláusula jíbara” porque, arguye, perpetúa la “satelización y la subordinación de los partidos emergentes”. Y describe el panorama de los intereses de cada partido: “el PAN se ha opuesto siempre a las coaliciones. El PRI prefiere que no las haya, pero es más pragmático. Es a un sector del PRD al que le interesaba que no hubiera coaliciones”.
“Han confundido lo que para la izquierda han significado las coaliciones. Se ha tratado siempre de un proyecto de nación. Además, es una falacia pensar que se puede saber cuántos votos tiene cada partido coaligado porque siempre depende del candidato al que apoyen”, advierte Muñoz Ledo, impulsor de la coalición del Frente Democrático Nacional que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y que apoyó también a Vicente Fox en 2000 y a López Obrador en 2006.
Y agrega: “Los votos son de los ciudadanos y no de los partidos. No están tomando en cuenta que muchos ciudadanos votan por el candidato”.
“¿Por qué lo hicieron?”, se pregunta Muñoz Ledo. Y él mismo responde: “Porque los promotores de esto no quieren depender de ningún candidato fuerte. Están suponiendo que ellos son el eje del mundo. Se olvidan que las coaliciones se hacen en torno a candidatos y a proyectos comunes de cambio. Todo cambio histórico supone coaliciones”.
Los reproches de López Obrador
Las diferencias entre el sector del PRD que negoció la reforma electoral y López Obrador se agudizaron la víspera de la última asamblea informativa de la Convención Nacional Democrática, realizada en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado 18 de noviembre.
En una reunión previa, realizada en sus oficinas de la calle de San Luis Potosí, en la colonia Roma, López Obrador le reprochó a Jesús Ortega, entonces coordinador del FAP, que buscara la dirigencia nacional del PRD y al mismo se reuniera con Juan Camilo Mouriño, el operador de Felipe Calderón.
Testigos de aquella reunión, en la que estuvieron los coordinadores legislativos del PRD en la Cámara de Diputados y en el Senado, recuerdan que López Obrador les reclamó por haber recibir recursos de Los Pinos para negociar posiciones políticas a cambio de la reforma electoral y del presupuesto. Ortega negó que hubiera alguna traición.
El 19 de noviembre se rompieron las pláticas en el seno del grupo plural que negociaba la redacción del nuevo Cofipe, entre los partidos pequeños (PT, Convergencia, Partido Verde) y los tres grandes (PAN, PRI y PRD).
Arturo Núñez recuerda que el motivo de distanciamiento fue la propuesta de la “cláusula de la vida eterna”.
“Hubo un apagón, un interregno en el seno de las negociaciones”, precisa Núñez, uno de los principales redactores del grupo plural. Recuerda que el tema de las coaliciones ya no dependió de la mecánica de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos (CENCA), la instancia formada para crear los consensos necesarios en torno de la reforma de Estado, de la cual depende la reforma electoral.
“PT y Convergencia presionaron mucho a Andrés Manuel y éste decidió enviar una carta para llamar a votar en contra de la reforma electoral”, asegura Núñez.
Casi al mismo tiempo, Jesús Ortega anunció que dejaba de coordinar el FAP, argumentando que su candidatura a la dirigencia del PRD no le permitía continuar con aquella labor.
A su vez, Porfirio Muñoz Ledo precisa que durante la discusión del Cofipe “hubo un engaño”. Del seno de la CENCA se sacó un texto “encorchetado” que incluía un capítulo de coaliciones muy distinto al aprobado, que preveía que los partidos coaligados figuraran en un solo emblema.
–¿Quién redactó entonces el texto final? –se le pregunta.
–Es un misterio. Creemos que fue Jorge Alcocer. Lo cierto es que fue un proyecto que trabajaron los partidos fuera de la CENCA.
Contra la simulación
El lunes 3, López Obrador dio a conocer una carta pública a los coordinadores del PRD en el Senado, Carlos Navarrete, y en la Cámara de Diputados, Javier González Garza, en la que exhorta a votar en contra de la reforma electoral a la cual calificó de “maniobra antidemocrática”.
“Considero que sería un acto de simulación votar a favor en lo general y hacerlo en contra en lo particular para seguir cubriendo las apariencias”, decía López Obrador al final de su misiva.
Dos días después, la sesión para discutir y aprobar en lo general y en lo particular las reformas al Cofipe estuvo dominada por los reproches del PT y de Convergencia al PRD. Siete senadores perredistas (Rosalinda López, María Rojo, Rosario Ibarra, Ricardo Monreal, Yeidckol Polevnsky, Salomón Jara y Lázaro Mazón) votaron contra la ley, al igual que otros nueve del PT y de Convergencia.
Alejandro González Yáñez, del PT, afirmó en tribuna que “pretenden castigar a los partidos emergentes, a los que somos leales a Andrés Manuel López Obrador. Es el supuesto pecado que hemos cometido y estamos dispuestos a pagarlo”.
En respuesta a los reclamos de los partidos emergentes, a nombre del PRI, Pedro Joaquín Coldwell declaró que ya era tiempo de que “sobrevivan las fuerzas que consigan cuando menos 1% de la votación”. E ironizó con uno de los lemas de la coalición que defendió el triunfo de López Obrador en 2006: “Quienes estamos a favor de un esquema de coaliciones queremos que efectivamente se cuente voto por voto y casilla por casilla, pero también partido por partido y candidato por candidato”.
El senador perredista Ricardo Monreal, quien propuso desde el 30 de noviembre dejar abierta la posibilidad de que los partidos coaligados mantuvieran un emblema único, dependiendo del convenio de coalición, afirmó que el régimen de coaliciones aprobado “tendrá efectos perniciosos estructurales” sobre la vida pública del país. Acusó la existencia de una “coalición de facto”, formada por el PAN, PRI y un sector del PRD que decidió acabar con las coaliciones de jure.
En tribuna, Arturo Núñez argumentó en contra del PT y Convergencia señalando que el texto del nuevo Cofipe sí hacía más flexible el régimen de coaliciones porque ya no era necesario presentar una declaración de principios, programa de acción y estatutos, porque no se trataba de una fusión.
Sin embargo, Núñez votó en contra del ordenamiento que indicaba que los partidos coaligados deben aparecer con emblemas separados en la boleta. “No le hubiera costado nada a los partidos grandes dejar abiertas las dos opciones. Prefirieron la ruta del enfrentamiento”, dice Núñez a Proceso.
En la discusión en lo particular, el senador Graco Ramírez propuso una adición al artículo 100, relativo a las fusiones de partidos, para aclarar cómo se distribuirán las prerrogativas y los tiempos en radio y televisión. El PRI apoyó esta modificación a cambio de que se incluyera un transitorio para que esta norma se aplicara hasta después de 2009. La bancada del PAN también la respaldó.
El CCE y AMLO
A la rebelión de López Obrador contra la reforma electoral se sumó el rechazo del Consejo Coordinador Empresarial y de la Coparmex, los mismos organismos que financiaron spots de guerra sucia contra el tabasqueño.
El jueves 6 ambos organismos anunciaron que buscarán ampararse contra la reforma por la supuesta violación a sus derechos de libertad de expresión, ya que no podrán comprar tiempo-aire en radio y televisión para promover o criticar a algún candidato.
Esa situación sorprendió al coordinador de la bancada panista en el Senado, Santiago Creel Miranda, quien expresó: “El Consejo Coordinador Empresarial unido a López Obrador para tratar de echar abajo la reforma electoral… Es algo realmente sorprendente”.
Sin embargo, afirmó que la posición del CCE es “aberrante” porque no existe posibilidad de amparo contra ninguna reforma constitucional, menos aún si ésta es de índole electoral. “Hasta un estudiante de primer año de derecho sabe perfectamente que no se puede pedir amparo contra la Constitución”, puntualizó.
El viernes 7 un juez federal rechazó el amparo, pero Creel ofreció entablar un diálogo con los empresarios para explicarles la mecánica de la reforma. Pero el diálogo se abrió ese mismo día, cuando diputados del PAN comenzaron a ventilar la posibilidad de que el Cofipe permitiera al IFE comprar espacios en radio y televisión. De manera paralela, un grupo de 40 legisladores del PRD cercanos a López Obrador afirmaron que votarán en contra de la reforma electoral por el asunto de las coaliciones.
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