En riesgo, el Frente Amplio
Rosalía Vergara
La aprobación de la reforma electoral atizó los desencuentros entre las corrientes que se disputan la dirigencia nacional del PRD. Sin embargo, las consecuencias pueden ser mayores, ya que los partidos chicos que integran el Frente Amplio Progresista resintieron la decisión. Además, la propuesta de Nueva Izquierda para la fusión de partidos, lejos de favorecer la unidad, sólo ha contribuido a agitar las aguas.
La inconformidad que generó la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en el tema de las coaliciones estuvo a punto de provocar la ruptura entre el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y Convergencia, que conforman el Frente Amplio Progresista (FAP).
De acuerdo con el expresidente del Consejo Consultivo del FAP, Agustín Basave; con Eduardo Huchim, miembro de la comisión de la reforma electoral del mismo órgano tripartidista; y con Jesús Ortega, quien recientemente renunció a la coordinación del FAP para buscar la presidencia del PRD, estas diferencias pueden profundizarse hasta el grado de romper el frente.
En esta circunstancia, coinciden los entrevistados, la propuesta del coordinador de los senadores perredistas, Carlos Navarrete, de fusionar a los tres partidos en uno solo es una oportunidad para refundar a la izquierda.
Por el contrario, el secretario de Relaciones Políticas del “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador, José Agustín Ortiz Pinchetti, rechaza que la fusión sea la medida adecuada para mermar las “superables” desaveniencias en el FAP, porque no existen condiciones políticas para ello.
Izquierda “enyesada”
El FAP fue creado en febrero pasado por los tres partidos que durante la elección presidencial de 2006 integraron la coalición Por el Bien de Todos, para “buscar por la vía política e institucional el acceso al poder”.
En julio pasado, en el marco de la reforma hacendaria, el debate desembocó en serios desencuentros entre el FAP y el “gobierno legítimo”. Cinco meses más tarde, el PT y Convergencia anunciaron que irán solos a las elecciones intermedias de 2009.
Contra sus propósitos iniciales, el FAP no ha podido concretar acuerdos para participar como tal en los procesos electorales de los estados, con candidaturas comunes. Sólo en Michoacán los tres partidos apoyaron a Leonel Godoy, junto con el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina.
Pero en Yucatán, el PRD primero intentó postular a la expanista Ana Rosa Payán, luego se arrepintió y mermó su presencia electoral en la entidad. Pese a las diferencias ideológicas, Payán fue cobijada por Convergencia.
Los partidos del frente tampoco fueron juntos en Baja California, Durango, Zacatecas, Oaxaca, Aguascalientes y Veracruz. En Puebla sólo se unieron el PRD y Convergencia; y en Tamaulipas el PRD y el PT.
“Hay quienes dicen que la izquierda mexicana tiene una fractura, pero no se ve porque está enyesada. En este contexto, sería una ingenuidad o una hipocresía decir que el FAP no está frente a una situación crítica y que no tiene riesgos de fractura”, expresa Agustín Basave.
Eduardo Huchim, comisionado para la reforma electoral del FAP, opina que ese tema fue “la gota que derramó el vaso” de las diferencias internas en el frente, que antes había evidenciado el debate de la reforma hacendaria.
“Es un principio de ruptura que, de llegar al extremo, lanzaría al PRD a un posición difícil en las elecciones de 2009. Y aunque se espera no trascienda, en realidad están yendo hacia el quiebre”, asegura.
Al respecto, Jesús Ortega acusa a los dirigentes del PT y Convergencia de sólo cuestionar la reforma electoral para velar por sus intereses, sin fijarse en el avance democrático que implica. “Los partidos del frente no deberían pelearse por ese asunto”, dice.
Dirigentes a prueba
El miércoles 5, el senador Carlos Navarrete propuso públicamente fusionar al PRD, PT y Convergencia en un nuevo partido, planteamiento contemplado en el nuevo Cofipe, pero no en los estatutos de las tres organizaciones:
“Démosle al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador unidad plena, un solo partido, un solo emblema, un solo programa y una sola lista de candidatos a diputados federales en 2009.
“Hagamos lo que hicimos en 1989 después de la gran lucha del Frente Democrático Nacional de donde surgió el PRD. No hay razón para que mantengan diferencias públicas como las planteadas en los últimos días”, dijo el senador de Nueva Izquierda.
Y aunque previó que su propuesta podría causar una ruptura en el FAP, enfatizó que la ganancia sería justamente la fusión de la izquierda en un partido. “Vamos a dejar que la propuesta siga caminando”, agregó.
Pero la propuesta no caminó. El PRD, el PT y Convergencia la rechazaron, e incluso las corrientes internas perredistas la convirtieron en otro de sus temas de confrontación, en el marco de su lucha por la presidencia nacional del partido.
El senador Dante Delgado, dirigente de Convergencia, la calificó como una “cortina de humo” y “ocurrencia”.
El viernes 7, en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui en W Radio, López Obrador rechazó encabezar dicho proyecto porque ya tiene un compromiso con la Convención Nacional Democrática.
Ese mismo día, la secretaria de Planeación del PRD, Dolores Padierna, aseguró que Navarrete “le está haciendo el juego a Felipe Calderón” al proponer que López Obrador encabece un nuevo partido, ya que esto implicaría la desaparición de la figura del “presidente legítimo”.
Más tarde el secretario general del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, en alusión al tabasqueño, señaló que el partido no debe estar al servicio de una corriente “ni de un solo hombre”.
Con todo, para Basave, Huchim y Ortega, la posibilidad de fusión debe analizarse como una forma de refundar a la izquierda “con una visión clara del rumbo a seguir”, como lo habían señalado perredistas “radicales y moderados” en meses anteriores.
Consideran que sería una forma de neutralizar el divisionismo, pues de lo contrario la izquierda perderá la oportunidad de ganar la elección presidencial de 2012 y las posteriores.
“Una eventual fractura del FAP se salvaría asumiendo la propuesta de Navarrete. Habrá que ver las visiones de los partidos coaligados. Pero sería la única forma de salvar al FAP”, expresa Huchim, aunque descarta que el PT y Convergencia la acepten porque sus dirigentes “serían cola de león después de haber sido cabeza de ratón”.
Para ello, añade, “se requiere lograr la concertación para una acción común dentro de los grupos de izquierda”, que “por historia es divisionista”.
En eso está de acuerdo Ortega, quien atribuye a la propuesta de Navarrete la virtud de evidenciar quiénes sí y quiénes no quieren participar en un gran movimiento de izquierda. De entrada, critica al PT y Convergencia porque su rechazo, dice, muestra “su preocupación por la sobrevivencia de un pequeño coto de poder”.
Sin embargo, para el secretario de Relaciones Políticas del “gobierno legítimo”, José Agustín Ortiz Pinchetti, esta propuesta “no es sistémica” porque no existen condiciones políticas para llevarla a cabo. Además, el PT y Convergencia no aceptarían porque, opina, “no quieren perder su autonomía (...) Hasta ahora han sido aliados, pero no pueden subsumirse en esa estructura perredista”.
No obstante, considera que “es una idea que puede funcionar, sólo hay que esperar la coyuntura apropiada”. Por lo pronto celebra que se haya abierto la puerta a la fusión entre partidos en el Cofipe.
Desencuentros por carta
En el marco de la aprobación de la reforma electoral, en el Senado, el lunes 3, López Obrador envió una misiva a los coordinadores perredistas en el Senado, Carlos Navarrete, y en la Cámara de Diputados, Javier González Garza. Les pidió que votaran en contra de las reformas al Cofipe.
El excandidato presidencial les expresó su “absoluto desacuerdo” con la reforma electoral porque el proyecto “afianza el predominio ilegítimo del bloque conservador que nos robó la elección presidencial de 2006”.
Calificó de antidemocrática la reforma porque “impide la formación de coaliciones, postura contraria a lo que ha venido defendiendo el PRD desde sus orígenes”. Además, expresó López Obrador, persiste el contubernio del PRI y el PAN para subordinar al IFE, “tal como lo hicieron cuando nombraron a los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.
Al día siguiente, el Comité Ejecutivo Nacional del PRD se reunió para debatir el punto. Sin la presencia de su presidente nacional, Leonel Cota Montaño –de quien Acosta Naranjo dijo que estaba en Cuba atendiéndose de una enfermedad –, el órgano de dirección del partido aprobó que sus diputados y senadores votaran a favor de la reforma electoral.
Sobre la petición de López Obrador, el CEN perredista dijo que la respetaba pero no la compartía, lo cual no significaba distanciamiento o ruptura con él. Los dirigentes aseguraron que habían consensuado la decisión con los gobernadores de Guerrero, Zeferino Torreblanca; de Zacatecas, Amalia García, y el electo de Michoacán, Leonel Godoy.
En una actitud más moderada, Ortega respondió a la carta con un boletín en el que aseguró que no había ruptura con el tabasqueño. En entrevista con Proceso, comenta que “fue una respuesta a la declaración de Felipe Calderón, quien dijo que la reforma electoral era una ‘reconciliación política’, y no, no lo es”.
Para Gerardo Fernández Noroña, secretario de Comunicación del PRD que dio una conferencia de prensa la tarde del miércoles 5, el voto perredista por la reforma electoral significa romper con el FAP y afectar los intereses de sus aliados, “lo que no había logrado la derecha”. “Esto –agregó– confronta al partido con nuestro liderazgo político fundamental”, Andrés Manuel López Obrador.
A título personal, acusó a Ortega de “fracturar al FAP” por tomar decisiones que benefician a Nueva Izquierda, su corriente dentro del PRD, y afirmó que la intención de Ortega, precandidato a la dirigencia perredista, “es hacer a un lado a López Obrador, a los partidos aliados, para tener comunicación con Felipe Calderón, y eso no fue un acuerdo del Congreso Nacional”.
Ante ello, Acosta Naranjo salió en defensa de su compañero de corriente y, tras acusar a Fernández Noroña de “porro y provocador”, dijo que “cada que habla daña al movimiento de la izquierda, parece ser un enviado de Calderón. Ojalá esto sirva para que el señor se modere, no nos va a dividir con López Obrador. Si lo que Gerardo quiere es que el PRD se pelee con López Obrador, se va a quedar con un palmo de narices”.
José Agustín Ortiz Pinchetti asegura que el debate en el FAP y dentro del PRD responde a las tensiones en el PRD por la cercanía de las elecciones internas de marzo: “No debemos preocuparnos por esta agitación natural. Pareciera inminente la fractura, pero no”.
Añade que el FAP podrá seguir trabajando en conjunto, no sólo en cuestiones electorales “sino en otras causas”, ya que “el FAP es el inicio de un gran foro de centro izquierda capaz de luchar por el poder en 2009, 2012, y también de ofrecer un proyecto alternativo de nación a través de una asociación. Es una gran esperanza para México”.
En julio del año pasado, miembros del FAP negaron que la izquierda estuviera dividida y admitían sus diferencias, pero advirtieron que si el gobierno legítimo no embonaba sus acciones con el trabajo legislativo y, sobre todo, si no concentraban su atención en el aspecto electoral, la izquierda estaría perdiendo fuerza ante la derecha, pues plazas llenas no son urnas llenas (Proceso 1600).
Rosalía Vergara
La aprobación de la reforma electoral atizó los desencuentros entre las corrientes que se disputan la dirigencia nacional del PRD. Sin embargo, las consecuencias pueden ser mayores, ya que los partidos chicos que integran el Frente Amplio Progresista resintieron la decisión. Además, la propuesta de Nueva Izquierda para la fusión de partidos, lejos de favorecer la unidad, sólo ha contribuido a agitar las aguas.
La inconformidad que generó la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en el tema de las coaliciones estuvo a punto de provocar la ruptura entre el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y Convergencia, que conforman el Frente Amplio Progresista (FAP).
De acuerdo con el expresidente del Consejo Consultivo del FAP, Agustín Basave; con Eduardo Huchim, miembro de la comisión de la reforma electoral del mismo órgano tripartidista; y con Jesús Ortega, quien recientemente renunció a la coordinación del FAP para buscar la presidencia del PRD, estas diferencias pueden profundizarse hasta el grado de romper el frente.
En esta circunstancia, coinciden los entrevistados, la propuesta del coordinador de los senadores perredistas, Carlos Navarrete, de fusionar a los tres partidos en uno solo es una oportunidad para refundar a la izquierda.
Por el contrario, el secretario de Relaciones Políticas del “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador, José Agustín Ortiz Pinchetti, rechaza que la fusión sea la medida adecuada para mermar las “superables” desaveniencias en el FAP, porque no existen condiciones políticas para ello.
Izquierda “enyesada”
El FAP fue creado en febrero pasado por los tres partidos que durante la elección presidencial de 2006 integraron la coalición Por el Bien de Todos, para “buscar por la vía política e institucional el acceso al poder”.
En julio pasado, en el marco de la reforma hacendaria, el debate desembocó en serios desencuentros entre el FAP y el “gobierno legítimo”. Cinco meses más tarde, el PT y Convergencia anunciaron que irán solos a las elecciones intermedias de 2009.
Contra sus propósitos iniciales, el FAP no ha podido concretar acuerdos para participar como tal en los procesos electorales de los estados, con candidaturas comunes. Sólo en Michoacán los tres partidos apoyaron a Leonel Godoy, junto con el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina.
Pero en Yucatán, el PRD primero intentó postular a la expanista Ana Rosa Payán, luego se arrepintió y mermó su presencia electoral en la entidad. Pese a las diferencias ideológicas, Payán fue cobijada por Convergencia.
Los partidos del frente tampoco fueron juntos en Baja California, Durango, Zacatecas, Oaxaca, Aguascalientes y Veracruz. En Puebla sólo se unieron el PRD y Convergencia; y en Tamaulipas el PRD y el PT.
“Hay quienes dicen que la izquierda mexicana tiene una fractura, pero no se ve porque está enyesada. En este contexto, sería una ingenuidad o una hipocresía decir que el FAP no está frente a una situación crítica y que no tiene riesgos de fractura”, expresa Agustín Basave.
Eduardo Huchim, comisionado para la reforma electoral del FAP, opina que ese tema fue “la gota que derramó el vaso” de las diferencias internas en el frente, que antes había evidenciado el debate de la reforma hacendaria.
“Es un principio de ruptura que, de llegar al extremo, lanzaría al PRD a un posición difícil en las elecciones de 2009. Y aunque se espera no trascienda, en realidad están yendo hacia el quiebre”, asegura.
Al respecto, Jesús Ortega acusa a los dirigentes del PT y Convergencia de sólo cuestionar la reforma electoral para velar por sus intereses, sin fijarse en el avance democrático que implica. “Los partidos del frente no deberían pelearse por ese asunto”, dice.
Dirigentes a prueba
El miércoles 5, el senador Carlos Navarrete propuso públicamente fusionar al PRD, PT y Convergencia en un nuevo partido, planteamiento contemplado en el nuevo Cofipe, pero no en los estatutos de las tres organizaciones:
“Démosle al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador unidad plena, un solo partido, un solo emblema, un solo programa y una sola lista de candidatos a diputados federales en 2009.
“Hagamos lo que hicimos en 1989 después de la gran lucha del Frente Democrático Nacional de donde surgió el PRD. No hay razón para que mantengan diferencias públicas como las planteadas en los últimos días”, dijo el senador de Nueva Izquierda.
Y aunque previó que su propuesta podría causar una ruptura en el FAP, enfatizó que la ganancia sería justamente la fusión de la izquierda en un partido. “Vamos a dejar que la propuesta siga caminando”, agregó.
Pero la propuesta no caminó. El PRD, el PT y Convergencia la rechazaron, e incluso las corrientes internas perredistas la convirtieron en otro de sus temas de confrontación, en el marco de su lucha por la presidencia nacional del partido.
El senador Dante Delgado, dirigente de Convergencia, la calificó como una “cortina de humo” y “ocurrencia”.
El viernes 7, en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui en W Radio, López Obrador rechazó encabezar dicho proyecto porque ya tiene un compromiso con la Convención Nacional Democrática.
Ese mismo día, la secretaria de Planeación del PRD, Dolores Padierna, aseguró que Navarrete “le está haciendo el juego a Felipe Calderón” al proponer que López Obrador encabece un nuevo partido, ya que esto implicaría la desaparición de la figura del “presidente legítimo”.
Más tarde el secretario general del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, en alusión al tabasqueño, señaló que el partido no debe estar al servicio de una corriente “ni de un solo hombre”.
Con todo, para Basave, Huchim y Ortega, la posibilidad de fusión debe analizarse como una forma de refundar a la izquierda “con una visión clara del rumbo a seguir”, como lo habían señalado perredistas “radicales y moderados” en meses anteriores.
Consideran que sería una forma de neutralizar el divisionismo, pues de lo contrario la izquierda perderá la oportunidad de ganar la elección presidencial de 2012 y las posteriores.
“Una eventual fractura del FAP se salvaría asumiendo la propuesta de Navarrete. Habrá que ver las visiones de los partidos coaligados. Pero sería la única forma de salvar al FAP”, expresa Huchim, aunque descarta que el PT y Convergencia la acepten porque sus dirigentes “serían cola de león después de haber sido cabeza de ratón”.
Para ello, añade, “se requiere lograr la concertación para una acción común dentro de los grupos de izquierda”, que “por historia es divisionista”.
En eso está de acuerdo Ortega, quien atribuye a la propuesta de Navarrete la virtud de evidenciar quiénes sí y quiénes no quieren participar en un gran movimiento de izquierda. De entrada, critica al PT y Convergencia porque su rechazo, dice, muestra “su preocupación por la sobrevivencia de un pequeño coto de poder”.
Sin embargo, para el secretario de Relaciones Políticas del “gobierno legítimo”, José Agustín Ortiz Pinchetti, esta propuesta “no es sistémica” porque no existen condiciones políticas para llevarla a cabo. Además, el PT y Convergencia no aceptarían porque, opina, “no quieren perder su autonomía (...) Hasta ahora han sido aliados, pero no pueden subsumirse en esa estructura perredista”.
No obstante, considera que “es una idea que puede funcionar, sólo hay que esperar la coyuntura apropiada”. Por lo pronto celebra que se haya abierto la puerta a la fusión entre partidos en el Cofipe.
Desencuentros por carta
En el marco de la aprobación de la reforma electoral, en el Senado, el lunes 3, López Obrador envió una misiva a los coordinadores perredistas en el Senado, Carlos Navarrete, y en la Cámara de Diputados, Javier González Garza. Les pidió que votaran en contra de las reformas al Cofipe.
El excandidato presidencial les expresó su “absoluto desacuerdo” con la reforma electoral porque el proyecto “afianza el predominio ilegítimo del bloque conservador que nos robó la elección presidencial de 2006”.
Calificó de antidemocrática la reforma porque “impide la formación de coaliciones, postura contraria a lo que ha venido defendiendo el PRD desde sus orígenes”. Además, expresó López Obrador, persiste el contubernio del PRI y el PAN para subordinar al IFE, “tal como lo hicieron cuando nombraron a los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.
Al día siguiente, el Comité Ejecutivo Nacional del PRD se reunió para debatir el punto. Sin la presencia de su presidente nacional, Leonel Cota Montaño –de quien Acosta Naranjo dijo que estaba en Cuba atendiéndose de una enfermedad –, el órgano de dirección del partido aprobó que sus diputados y senadores votaran a favor de la reforma electoral.
Sobre la petición de López Obrador, el CEN perredista dijo que la respetaba pero no la compartía, lo cual no significaba distanciamiento o ruptura con él. Los dirigentes aseguraron que habían consensuado la decisión con los gobernadores de Guerrero, Zeferino Torreblanca; de Zacatecas, Amalia García, y el electo de Michoacán, Leonel Godoy.
En una actitud más moderada, Ortega respondió a la carta con un boletín en el que aseguró que no había ruptura con el tabasqueño. En entrevista con Proceso, comenta que “fue una respuesta a la declaración de Felipe Calderón, quien dijo que la reforma electoral era una ‘reconciliación política’, y no, no lo es”.
Para Gerardo Fernández Noroña, secretario de Comunicación del PRD que dio una conferencia de prensa la tarde del miércoles 5, el voto perredista por la reforma electoral significa romper con el FAP y afectar los intereses de sus aliados, “lo que no había logrado la derecha”. “Esto –agregó– confronta al partido con nuestro liderazgo político fundamental”, Andrés Manuel López Obrador.
A título personal, acusó a Ortega de “fracturar al FAP” por tomar decisiones que benefician a Nueva Izquierda, su corriente dentro del PRD, y afirmó que la intención de Ortega, precandidato a la dirigencia perredista, “es hacer a un lado a López Obrador, a los partidos aliados, para tener comunicación con Felipe Calderón, y eso no fue un acuerdo del Congreso Nacional”.
Ante ello, Acosta Naranjo salió en defensa de su compañero de corriente y, tras acusar a Fernández Noroña de “porro y provocador”, dijo que “cada que habla daña al movimiento de la izquierda, parece ser un enviado de Calderón. Ojalá esto sirva para que el señor se modere, no nos va a dividir con López Obrador. Si lo que Gerardo quiere es que el PRD se pelee con López Obrador, se va a quedar con un palmo de narices”.
José Agustín Ortiz Pinchetti asegura que el debate en el FAP y dentro del PRD responde a las tensiones en el PRD por la cercanía de las elecciones internas de marzo: “No debemos preocuparnos por esta agitación natural. Pareciera inminente la fractura, pero no”.
Añade que el FAP podrá seguir trabajando en conjunto, no sólo en cuestiones electorales “sino en otras causas”, ya que “el FAP es el inicio de un gran foro de centro izquierda capaz de luchar por el poder en 2009, 2012, y también de ofrecer un proyecto alternativo de nación a través de una asociación. Es una gran esperanza para México”.
En julio del año pasado, miembros del FAP negaron que la izquierda estuviera dividida y admitían sus diferencias, pero advirtieron que si el gobierno legítimo no embonaba sus acciones con el trabajo legislativo y, sobre todo, si no concentraban su atención en el aspecto electoral, la izquierda estaría perdiendo fuerza ante la derecha, pues plazas llenas no son urnas llenas (Proceso 1600).
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