Por Juan Gelman
Los hay de variado tipo y el multimillonario George Soros acaba de identificar uno: el fundamentalismo del mercado, al que atribuye la grave crisis financiera que sacude a las bolsas de valores del mundo entero. Se originó en EE.UU., la superpotencia que en el 2008 ya no será el país más rico del mundo: su PBI per cápita será inferior al de la Unión Europea por primera vez desde el siglo XIX (CIA, “World Factbbok”, www.cia.gov/li brary, 17-1-08) y al de Gran Bretaña en particular por primera vez en 94 años (Oxford Economics, www.oef.com, 7-1-08). Las políticas de la Casa Blanca han logrado que los fantasmas de los suicidados por la Gran Depresión del ’30 vuelvan a pasear por Wall Street.
Hace más de 60 años que los gobiernos estadounidenses aplican lo que Chalmers Johnson, profesor emérito de la Universidad de California, califica de “keynesianismo militar” (“Nemesis: The Last Days of the American Republic”, Metropolitan Books, Nueva York, 2007). Consiste en la falacia de que las políticas públicas basadas en las guerras frecuentes, los gastos enormes en armas y municiones que aquéllas exigen y el mantenimiento de fuerzas armadas numerosas pueden sostener indefinidamente la salud de una economía capitalista. El gobierno Truman estableció oficialmente esta doctrina en 1950, durante la Guerra Fría, y ocurre exactamente lo contrario.
El valor del armamento, de los equipos y de las fábricas que producen para el Pentágono ascendía al 83 por ciento de todo el parque industrial estadounidense en la década de los ’90. Esa proporción es hoy seguramente mayor y, además, la fuente de esos intereses creados, económicos y políticos, que el general Eisenhower definió como el complejo militar–industrial. Los presupuestos militares sumados de 1947 a 1990 alcanzaron la friolera de 8,7 billones de dólares, es decir, 8,7 millones de millones de dólares. “La mayoría de los modelos económicos muestra que el gasto militar desvía fondos que podrían destinarse a fines productivos y a la inversión, y su efecto último es frenar el crecimiento económico y aumentar el desempleo” (Center for Economic and Policy Research, Washington, D.C., www.cepr.net, 1-5-07).
Y ahora EE.UU. ocupa el primer puesto en rubros varios.
Desde luego, en lo que hace al presupuesto militar: el del año fiscal 2008 ascenderá a más de un billón de dólares y será con creces el doble de la cifra correspondiente a los de las nueve naciones del mundo que más gastan en armamentos. También va primero en deuda pública: el Tesoro de EE.UU. anunció el 7 de noviembre pasado que ésta había roto la barrera de los 9 billones de dólares por primera vez en la historia del país. Aumentó en un 45 por ciento desde que G. W. Bush asumió la presidencia en el 2001 y la deuda externa raya en los 700 billones de dólares. Hace 15 años, EE.UU. no tenía un déficit comercial con China. Hoy es de 200 mil millones de dólares y el acreedor pekinés posee un billón de dólares en bonos del Tesoro estadounidense, es decir, financia buena parte de las deudas del gobierno de Bush (www.alter net.org, 23-1-08). Qué curiosa situación.
EE.UU. ha perdido la supremacía económica del planeta, es el país que más debe y su influencia se sostiene merced a sus notorias “proezas” bélicas. Mantiene más de 800 bases militares en todo el mundo, invierte sin cesar en la obtención de nuevos armamentos y procura establecer un escudo antimisiles no se sabe contra qué enemigo. Es el keynesianismo militar que, de hecho, incrementa la desocupación y mutila los fondos de los servicios públicos. Habrá más de todo esto: “Washington debe enfrentar el hecho de que casi cinco años de guerra (en Irak y Afganistán) han dejado a las fuerzas armadas de EE.UU. peor de lo que han estado en una generación, sí, desde Vietnam, y recomponerlas exigirá un presupuesto sin antecedente”, señala un editorial de la revista Aviation Week & Space Technology (www.aviationweek.com, 21-12-07). El Pentágono ya piensa cómo hacerlo: se propone alistar a 90 mil nuevos efectivos en los próximos cinco años a un costo de casi 11.000 millones de dólares (www.msnbc.com, 11-1-08).
Hay 13 estados norteamericanos al borde de la quiebra: Arizona, California, Carolina del Sur, Florida, Kentucky, Maine, Massachusetts, Minnesota, Nevada, New Jersey, Nueva York y Rhode Island, que acumularán un déficit de 23.000 millones de dólares el año que viene. Otros 11 estados padecerán lo mismo en el 2010 (www.voltaire net.org, 20-12-07). ¿A dónde irá a parar esta estrategia de guerra permanente que alienta al fundamentalismo del mercado, mejor dicho, la libertad de mercado –para pocos– y acelera la crisis económica de EE.UU. y sus repercusiones en el mundo entero? ¿No presagia acaso el fin de los sueños imperiales que G. W. Bush repasa en sus conversaciones con Dios?
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