Daniel Lizárraga No sólo hubo alternancia en el poder, sino que el PAN ya tuvo su continuidad, y es igual que la priista: el presidente Felipe Calderón encubre a su antecesor
Fox, lo exonera en los hechos, y se cumple así la tradición de la complicidad por omisión o por comisión. Y es que ya las fastuosas propiedades de la entonces pareja presidencial estaban bajo sospecha cuando Calderón y su familia las visitaron el año pasado. Sin embargo, Calderón no sólo evitó auditar los gastos e ingresos de los Fox, sino que incluso se declaró “orgulloso” de haber pertenecido a su gobierno.
El presidente Felipe Calderón sabe cuán grandes y ostentosas son las fincas de Vicente Fox y Marta Sahagún, pues el domingo 8 de octubre de 2006, aún en su calidad de presidente electo, visitó el rancho San Cristóbal –cuyo notorio cambio fue expuesto por la revista Quién en su edición de este mes– y recorrió La Estancia, una propiedad que el guanajuatense ocultó durante su sexenio y que abarca más de 300 hectáreas, el equivalente a la mitad del bosque de Chapultepec.
Aquel domingo, un helicóptero del Estado Mayor Presidencial (EMP) llevó a Calderón y su esposa Margarita Zavala, con sus hijos María, Luis Felipe y Juan Pablo, hasta las afueras del poblado La Gorda Atorada, Guanajuato.
Al atravesar los cientos de hectáreas sembradas con agave azul, papa, cebolla y ajo en los alrededores de La Estancia, la familia Calderón pudo constatar lo que un año y tres meses antes –en julio de 2005– habían publicado las reporteras Anabel Hernández y Arelí Quintero en su libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción (Editorial Grijalbo).
En este amplio trabajo de investigación, las periodistas revelaron la existencia de esa finca, en la cual el matrimonio Fox-Sahagún construyó un lago artificial y ocupó parte del terreno para criar centenares de reses, venados, llamas, avestruces y borregos, además de caballos pura sangre.
A 53 días de rendir protesta como presidente de la República, Felipe Calderón visitó La Estancia, aquel rancho que, en su momento, el vocero de la Presidencia foxista, Rubén Aguilar, dijo que “sólo existía en la mente de dos reporteras”.
La Estancia, que no es el rancho exhibido en Quién, nunca fue reportado como tal en las declaraciones patrimoniales de Vicente Fox. En 2004 el entonces mandatario sólo incluyó la compra de un terreno, conocido como La Estancia, por un monto de 311 mil pesos. Nada reportó sobre los cultivos, las cabañas diseñadas al estilo de Los Pinos, los caballos pura sangre y el lago artificial.
Calderón, “agradecido”
Existen dos fotografías de aquel encuentro entre las parejas Fox-Sahagún y Calderón-Zavala; el diario La Jornada las publicó el lunes 9 de octubre del año pasado.
En una de ellas se apreció por primera vez una parte del interior del rancho San Cristóbal, ya remodelado. Al terminar la reunión privada, Fox hizo un breve comentario al corresponsal Martín Diego Rodríguez:
“Estamos conviviendo las dos familias, platicando, estando a gusto; vamos a comer aquí carne asada y frijolitos charros. Estimo mucho que haya venido Felipe con su familia aquí, con sus tres hijos, con Margarita; todo muy bonito, es familiar, vamos a estar a gusto.”
Calderón comentó: “Me siento contento, muy satisfecho y desde luego muy honrado con estar aquí. Desde luego, hay que seguir trabajando en todos los proyectos y esfuerzos que ha hecho el presidente de la República”.
Cuando se le preguntó si habían tratado asuntos de gobierno, el presidente electo respondió: “No, ninguno, simplemente estamos como amigos, como gente que se estima, y agradezco mucho que nos hayan invitado”.
Cuando Felipe Calderón agradecía la invitación de Fox, el libro de Anabel Hernández y Arelí Quintero había vendido más de 20 mil copias y la segunda reimpresión ya estaba en las librerías.
Y aunque el tema no fue retomado en su momento por la mayoría de los medios de comunicación, la aparición del libro ocupó la portada de Proceso (edición 1500) y las ocho columnas de Diario Monitor, así como una larga entrevista a las autoras en el noticiario radiofónico de Ricardo Rocha.
Felipe Calderón no pudo ignorar esa información. Por ese entonces, en julio de 2005, competía con Santiago Creel y Alberto Cárdenas por la candidatura del PAN a la Presidencia de la República y ya contaba con un equipo de prensa que elaboraba diariamente carpetas informativas y diseñaba estudios de opinión.
De acuerdo con la crónica de La Jornada –que nunca fue objetada por la Presidencia–, luego de visitar el rancho San Cristóbal, Fox y Calderón recorrieron parte de La Estancia, la finca hasta entonces negada por Los Pinos.
“Ahí, en la exhacienda San Cristóbal –escribió el corresponsal del periódico– los esperaba la familia Fox en pleno, a excepción de Juan Pablo Fox Quesada, con quienes comieron y después Calderón salió a la Ciudad de México.”
En la otra fotografía publicada al día siguiente del encuentro, Fox y Calderón aparecen sonrientes, con sombrero de palma y camisa azul. Atrás de ellos, una camioneta Hummer gris. En las declaraciones patrimoniales de Vicente Fox (2001, 2002, 2003, 2004, 2005 y 2006) no hay registro de ese vehículo, cuyo precio en el mercado oscila entre 43 mil y 78 mil 500 dólares.
Sin embargo, Calderón y su familia abordaron esa camioneta. En su crónica, Martín Diego Rodríguez relata:
“Poco después del mediodía, un convoy llamó la atención de quienes circulaban sobre la carretera León-Cuerámaro. Vicente Fox conducía su vehículo, una camioneta Hummer color gris placas de circulación LYF-60-71 del Estado de México. Su copiloto era Felipe Calderón, quien cargaba en las piernas a su hijo menor en el asiento delantero, pese a estar prohibido por la Dirección de Tránsito y Transporte del estado.
“En la parte trasera viajaban Marta Sahagún y Margarita Zavala de Calderón; sólo eran acompañados por los hijos de la pareja Calderón Zavala y de Vicente Fox tercero. Los seguía de cerca una camioneta Hummer con al menos cinco elementos del Estado Mayor Presidencial.”
Continúa el relato: “Los vehículos enfilaron al camino que conduce a la comunidad de Nuevo Jesús del Monte y luego ingresaron al rancho de La Gorda Atorada (La Estancia), en donde permanecieron dos horas, aproximadamente. A lo lejos, y por una loma contigua, se observó a las parejas caminar por los prados de la finca de los Fox”.
Durante el trayecto, el entonces presidente fue mostrando sus propiedades a quien lo sucedería en el cargo. Señalaba con insistencia el cultivo de agave a las faldas del cerro.
Ese mismo domingo, la dirección de Comunicación Social de la Presidencia de la República emitió un comunicado en el cual mencionó que Vicente Fox y Felipe Calderón acudirían al rancho San Cristóbal:
“El presidente de la República, Vicente Fox Quesada, y el presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, se reunieron este medio día en el rancho San Cristóbal, municipio de San Francisco del Rincón, Guanajuato.
“El primer mandatario invitó al presidente electo y a su familia a convivir en las instalaciones de su rancho, encuentro que transcurrió en un ambiente de concordia.
“El presidente electo estuvo acompañado de su esposa, Margarita Zavala, y sus tres menores hijos, en tanto que el Presidente de la República lo estuvo de su esposa Marta Sahagún de Fox y su nieto.
“Durante una reunión previa a la comida ofrecida, el presidente de la República y el presidente electo platicaron en privado respecto de los avances en los trabajos de entrega-recepción de la administración.”
No se aludió a La Estancia. Y es que entonces, pese a la información publicada, la reconstrucción del rancho San Cristóbal y el sigiloso desarrollo de La Estancia no eran motivo de investigación para el equipo calderonista.
“Orgullosamente” foxista
Uno de los principales miembros del equipo de transición, muy cercano a Calderón y actual secretario de la Función Pública, exoneró por adelantado a Vicente Fox. En una entrevista con el reportero Álvaro Delgado, de Proceso, Martínez aseguró que el presidente era una persona honesta y dijo estar dispuesto a meter las manos al fuego por él.
“–¿El de Fox fue un gobierno honesto?
“–Sí –respondió Germán Martínez.
“–¿No hay ningún acto de corrupción que pueda ser sancionado por el gobierno de Calderón?
“–¡Metería las manos al fuego por Vicente Fox!
“–¿Y por su mujer?
“–Yo sólo meto las manos al fuego por la honestidad de Vicente Fox.
“–¿Para ti es irrelevante el trasiego de recursos para su rancho?
“–Para mí son relevantes las pruebas que se presenten. Yo, públicamente, desde la tribuna, reté al PRD a presentar pruebas y yo las iba a presentar con ellos.
“Había golpeteo político, no lo neguemos. Que se presenten (las pruebas) en las instituciones. Si hay delitos ahí están. Yo creo que Fox es un hombre que tiene las manos limpias y yo metería la manos al fuego sólo por Vicente Fox.”
Esta entrevista fue difundida por la agencia de noticias Apro el 19 de septiembre de 2006, alrededor de tres semanas antes de que Felipe Calderón visitara los dos ranchos de la que se hacía llamar pareja presidencial.
La misma postura asumió Calderón, ya como presidente de la República. El 26 de enero de 2007, al concluir su participación en el Foro Económico de Davos, Suiza, dijo en una rueda de prensa: “No voy a emitir juicios sobre el gobierno anterior, del cual, además, orgullosamente formé parte”.
El tono del presidente fue cortante. Había tenido un ríspido debate con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sobre las tendencias políticas que deben prevalecer en América Latina. Habían pasado ya tres meses de su visita a los dominios de Fox, pero lo que vio desde la Hummer y en sus paseos no había sido suficiente para iniciar una auditoría a los gastos de la Presidencia.
Hasta la fecha Calderón ha mantenido esa actitud, aun cuando a menudo lo incomodan los comentarios de Fox. Fue el caso de aquella conferencia que el expresidente dio en el Centro de las Artes John F. Kennedy, de Washington, donde reconoció su intromisión en el de por sí cuestionado proceso electoral:
“Pagué el costo político (del desafuero contra López Obrador), pero 18 meses más tarde yo tuve la victoria. El día de la elección, el candidato de mi partido ganó”, dijo Fox el 12 de febrero, frotándose las manos y con una sonrisa socarrona.
Felipe Calderón aguantó. Y sigue callado ahora, pese a que se reavivó el escándalo por el lujo del rancho San Cristóbal, exhibido por Fox y Sahagún en la revista Quién de forma “cínica y descarada” (en palabras de su excolaborador Lino Korrodi).
Inacción oficial
Mientras la prensa ha retomado el asunto y desde hace 13 días coloca frecuentemente en sus portadas distintas fotografías de los dos ranchos de Fox, ni el secretario de la Función Pública, Germán Martínez, ni el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, dan señales de que se esté considerando abrir una investigación.
Los legisladores de oposición han demandado que las indagaciones oficiales comiencen ya y promueven la integración de una comisión especial que se ocupe del asunto.
El gobierno de Fox quedó marcado por el despilfarro, la desaparición de recursos públicos en una de las cuentas personales del propio exmandatario y las violaciones al marco legal.
Las pruebas documentales de estas presuntas irregularidades provienen de los archivos oficiales y han sido obtenidas por periodistas de distintos medios a través de la Ley Federal de Transparencia.
Un ejemplo: Fox dejó Los Pinos sin explicar cómo fue que el gobierno de Ernesto Zedillo depositó en una de sus cuentas personales 25 millones 150 mil pesos. El dinero provino del erario y formaba parte de la bolsa destinada al equipo de transición que trabajó de julio a noviembre del año 2000.
El gobierno federal hizo seis depósitos al fideicomiso F/084, abierto en Inbursa por Vicente Fox. Proceso obtuvo copias de las transferencias 032, 033, 034, 035, 046 y 051, en poder de la Secretaría de Hacienda (edición 1581).
Por otro lado, Fox aceptó más de 3 mil 560 regalos, muchos de los cuales debieron enviarse al Nacional Monte de Piedad o donarse a alguna organización de asistencia social, toda vez que su valor supera los 485 pesos estipulados en la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos.
No obstante, Vicente Fox y Marta Sahagún se llevaron todos los obsequios, de acuerdo con el resultado de una investigación de este reportero (Proceso 1574).
Luego de dos prolongados litigios ante el IFAI se obtuvieron documentos de la Secretaría de la Función Pública –ahora bajo el mando de Germán Martínez– en los cuales consta que durante el gobierno de Fox sólo se regresó un teléfono celular originalmente obsequiado a Alfonso Durazo, quien fue secretario particular de Fox.
Según las listas oficiales de regalos, el expresidente consintió que le dieran cinco sillas de montar cuyo precio en el mercado oscila entre 3 mil 500 y más de 250 mil pesos (si cuentan con incrustaciones de oro o plata).
En una visita a la tienda El Caballo Mexicano –ubicada en el centro de la Ciudad de México–, este reportero comprobó que cualquier persona puede mandar a fabricar una silla al gusto de la persona a la que piensa regalarla.
En una de las fotografías tomadas por Quién dentro del rancho San Cristóbal se aprecian al menos tres sillas de montar.
En su libro más reciente, La terca memoria, el fundador de Proceso Julio Scherer García concluye así el capítulo al que tituló “Daniel Cosío Villegas”:
“No ha habido uno que se haya atrevido, en serio, con el pasado, y hasta ahora tampoco el presidente panista. Unos y otros se han cubierto, cómplices, culpables por omisión o por comisión. Uno a uno han sabido del país abatido que les ha entregado su antecesor y han guardado silencio. Uno a uno han sabido de violaciones a la ley, de tráfico de influencias en Los Pinos, extendido el saqueo a la república y han sellado sus labios, medrosos, víctimas de sus propias culpas. La nación ha aparecido en las medias palabras de los discursos y los informes oficiales, relegada la tragedia esencial: la muerte que crece y sesenta millones de mexicanos en la pobreza, inmensamente lejos, distantes años luz de los mandatos de la Constitución.”
05 septiembre 2007
La complicidad del silencio
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