Francisco Castellanos La violencia electoral también dejó su impronta en
el estado de Michoacán. Sobre el comando que incendió papelería electoral en la ciudad de Zamora, este semanario obtuvo documentos y testimonios que obligan a investigar si el propósito era eliminar rastros de anomalías favorables al PAN…
ZAMORA, MICH.- El pasado viernes 16, a las 3:30 de la madrugada, unas 10 personas vestidas de negro y azul, con botas tipo militar, armas largas y pistolas automáticas, asaltaron las oficinas del Instituto Electoral de Michoacán (IEM) en esta ciudad y prendieron fuego a la bodega, donde se guardaban las urnas y boletas electorales de los comicios realizados el domingo 11.
Mientras en la tierra de Marta Sahagún el PAN llevaba una amplia ventaja, y justamente cuando se realizaba el cómputo de sufragios de los ayuntamientos, los intrusos irrumpieron con violencia, amenazaron y golpearon a varios de los 25 funcionarios, empleados y representantes partidistas, antes de arrojar cuatro bombas molotov sobre la paquetería electoral de la bodega.
De acuerdo con documentos y testimonios obtenidos por Proceso, existen elementos para sospechar que aquel comando pretendía borrar huellas de las irregularidades cometidas en los comicios que renovaron, aparte de las 113 alcaldías, las diputaciones y la gubernatura del estado.
Así lo establece una tarjeta de inteligencia de la Secretaría de Gobierno de Michoacán –en poder de este reportero–, según la cual el operativo probablemente lo ejecutaron, a juzgar por las armas que usaron, policías de otros municipios o integrantes del Grupo de Operaciones Especiales (Goes), bajo indicaciones “de gente del PAN”.
Esto, precisa el reporte, debido a que “hubo muchas irregularidades en las elecciones. Se compró a los representantes de casilla, en sitios donde el PRI y el PRD eran fuertes, para que llenaran las urnas. Las sumas fueron de 30 mil pesos o más. Por eso arrasó el PAN”.
Interrogado al respecto, el presidente del Consejo Distrital 06 del IEM de Zamora, Ignacio Chávez Contreras, confirmó a este semanario que el asalto fue perpetrado “por personas que tenían mucho que perder (en una posible revisión de los paquetes electorales, dadas las impugnaciones existentes), pues sabían perfectamente su objetivo”.
La averiguación previa correspondiente (57/2007) fue consignada por la Subprocuraduría de Zamora el miércoles 21 a Nicolás Maldonado, titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), y en ella se indica que, de acuerdo con la Secretaría de Gobierno, el asalto fue cometido por “un comando de 10 personas, a las 3:30 de la madrugada, usando armas de fuego R-15 recortadas y pistolas 9 milímetros y pasamontañas, chamarras negras, pantalones azules y botas tipo militar”.
Los testimonios recogidos por Proceso en torno del caso revelan una serie de circunstancias extrañas que, efectivamente, podrían involucrar a cuerpos policiacos y a funcionarios electorales.
Los testimonios
El secretario del IEM Distrital, Javier Mora Morales, relata:
“Cuando alrededor de las 3:00 de la mañana del día 16, en momentos en que se estaba a punto de terminar el cómputo de la elección de ayuntamientos, violentamente irrumpió en la sesión un grupo de personas encapuchadas con armas de alto poder y pistolas. Nos sometieron y tiraron al suelo. Traían consigo un mazo, cuerdas, bidones, gasolina y otras herramientas. Venían preparados para tomar por asalto la bodega donde se guardaban las boletas electorales.
“Enfrente de la bodega –precisa– había una oficina donde nosotros estábamos. Yo, como secretario, estaba preparando lo que continuaba, según la tendencia que llevaba la elección: expedir la constancia de mayoría. De repente se escucharon gritos y pasos acelerados. Alguien gritó: ‘¡Vienen unos encapuchados!’, y la gente salió corriendo en busca de protección.
“Nos apresuramos a resguardarnos, cerramos la puerta, pero vimos que esa medida no era suficiente y nos metimos en un clóset de un metro y medio. Ahí estuvimos nueve personas, a tres metros de la bodega. Ahí escuchamos los movimientos (de los intrusos), olimos a gasolina y en seguida llegó la explosión que acabó con los paquetes electorales.”
Refiere que entre las personas resguardadas en el clóset se hallaban José García Millán, vocal de organización; Claudia Gaytán, supervisora; Antonio González León, supervisor, y el propio Mora Morales.
“Después de la onda explosiva –prosigue– se quedó la puerta trabada y empezó el humo a meterse (al clóset). Ante la incertidumbre en torno a si todavía estaban en el lugar estos sujetos, no queríamos salir hasta que oímos que el ingeniero Chávez y Juan Carlos Castillo, uno de los asistentes, gritaban nuestros nombres. Les respondimos y, ya con la puerta en llamas, la derribaron y nosotros salimos corriendo.”
Puntualiza que tras dos jornadas continuas de trabajo –desde el miércoles por la mañana hasta la madrugada de ese viernes–, “había mucho cansancio, sueño, fatiga en nuestros compañeros. Sólo escuchamos movimientos de carreras, gritos, vehículos… pero nadie pudo ver la escena en una forma completa porque, al entrar, los hombres armados ordenaron a los empleados tirarse al suelo, no levantar la cabeza y apagar los celulares”.
Sin embargo, a todo mundo le quedó claro que su único objetivo era “tronar la bodega”.
Además, a todos los empleados del IEM les pareció extraño que la policía municipal hubiera tardado tanto en llegar después de reportar lo sucedido. “Desde el clóset –señala Javier Mora Morales–, yo estuve hablando a la Dirección de Seguridad Pública, y el teléfono sonó siempre ocupado. Como a los 45 minutos llegaron dos patrullas con dos elementos cada una. Más tarde, los bomberos de Jacona, y una hora y media más tarde, la Policía Ministerial.
“Eso es raro, porque le digo: a pesar de que era un caso de verdadera emergencia –pues inclusive golpearon y le quitaron el radio a uno de sus elementos, que dio la voz de alarma–, las autoridades policiacas se demoraron demasiado y sólo eran cuatro elementos.”
Otro de los testigos, Pablo Lucio García, vocal capacitador, en sus declaraciones a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales expuso que, cuando él se encontraba en la sala de sesiones, oyó gritos, gente que corría y golpes fuertes en la puerta.
Era “el representante del PRI, Javier Pérez Patiño, quien gritaba: ‘¡Vienen unos encapuchados siguiéndome!’”.
Los hombres que llevaban el rostro cubierto con pasamontañas les dijeron: “¡Tírense al suelo, hijos de la chingada!”. En esa posición, Pérez Patiño oyó un fuerte estruendo, así como balazos, “y luego empezaron: ‘Ya levántate, levántate’, y nos fueron bajando, pero agachados. Había varios escalones. Cuando yo bajé, estaba el tiradero de gente. En seguida oí que decían: ‘¡Fuga, fuga!’, y salieron en chinga. Fue cuando nos levantamos y empezamos a buscar a los compañeros. Vimos que estaba incendiada la bodega. Gritamos a los que faltaban, y sacamos a los del clóset”.
En el incendio, “empezamos a echar agua con cubetas y garrafones, pero no logramos mucho”. Coincide en que la policía tardó demasiado, “pero de a madre… hasta las 8:30 llegaron los de Goes, aunque la policía de guardia de las instalaciones reportó el hecho llorando”.
A su vez, una de las afectadas dice: “Todo esto huele muy mal. No creo que haya sido la delincuencia organizada, pues no se llevaron las computadoras ni madrearon el sistema de computación. Sólo buscaban las boletas de las tres elecciones: gobernador, diputados y alcalde”.
Ignacio Chávez Contreras, titular del IEM en Zamora, cuenta que el lugar era de terror: “Las ventanas torcidas, vidrios rotos, boletas quemadas regadas por los tres cuartos que servían de oficinas y de bodegas, una soga que traían los encapuchados, tizne, charcos de agua, puertas rotas y chamuscadas”.
Luego de señalar que a él lo jalonearon y llevaron a la planta baja, explica que “entre representantes de partidos y personal del IEM éramos 25. Después de la explosión y la fuga, cuando empezamos a levantar poco a poco la cabeza, vimos las llamas. La mujer policía llamó a sus compañeros, que tardaron mucho en llegar.
“Empecé a contar la gente, y dije: faltan; Javier, que es muy alto y sobresale entre todos. ¿Dónde están Claudia, Sonia, Fabiola, Castellanos? Entré en pánico, subí, bajé, grité y encontré gente en la oficina. ¡Háganse a un lado que voy a tumbar la puerta en llamas! Me encarreré y tumbé la puerta. Me alcancé a quemar el brazo izquierdo. Los del clóset estaban apiñados y salieron en chinga los nueve.
“De no habernos dado cuenta, los nueve hubieran muerto, pues ya el humo era denso y las llamas arropaban la puerta.”
–Oiga, el PRI lo acusa a usted –le dice el reportero– de que estaba en contubernio con el PAN, y lo responsabiliza de sus actas. ¿Qué dice?
–Para nada. La ley es muy clara. Incluso la ley internacional señala que, en situaciones de alto riesgo, no se pude fincar responsabilidad de nada ni nadie puede ser responsable de nada.
–¿El comando actuó marcialmente, o fueron timoratos?
–Lo que si sé es que venían encapuchados, armados y de negro. No interrogaron a nadie ni le preguntaron dónde estaba la bodega. Se dirigieron directamente a la bodega, como sabiendo dónde estaba.
“Sacamos actas del PREP del agua, pues se mojaron todas, boletas de las tres elecciones. El objetivo, repito e insisto, era la bodega.”
Una empleada piensa que el “representante del PRI, Javier Pérez Patiño, tiene mucho que ver con el caso o es sospechoso”, y refiere: “Él estaba dormido en una silla y su teléfono sonaba. Luego dejó al suplente y le dijo: ‘Voy a fumar un cigarrillo’. Cuando salió, minutos después llegaron detrás de él los encapuchados”.
Sus sospechas se fundan en que Pérez Patiño no fuma, aunque esa fue la misma versión que dio durante una entrevista realizada por Denise Maerker en Televisa el lunes 19, donde la empleada advirtió que el priista estaba sumamente nervioso.
–¿Por qué bajaba y subía constantemente? –le preguntó la reportera.
–Salía a fumar –respondió.
Como sea, al irrumpir en las instalaciones el comando incendiario, el candidato a la diputación del PAN, de acuerdo con el cómputo, llevaba 10 mil votos de diferencia sobre su contrincante más cercano, en tanto que el aspirante a la alcaldía por el PAN, Francisco Martínez Vázquez, aventajaba al candidato del PRI, David Alfaro Garcés, por más de 4 mil sufragios…
20 noviembre 2007
A borrar huellas
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